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Tener a Amy Rose en su vida era algo completamente nuevo para él.

Y el tiempo no lo iba a dejar mentir, poco a poco podía ser testigo de cómo varias cosas que parecían ser tan simples fueran modificándose con la presencia de aquella eriza. Por ejemplo, algo tan sencillo como poner atención en clases, normalmente la mirada fría y penetrante que poseía siempre iba dirigida hacia los profesores, unos más aburridos que otros, cabía aclarar, sin embargo, esta vez era algo completamente distinto.

Y no lo podía entender.

En cuanto tenía la oportunidad de distraerse un poco, ya sea porque el tema era fácil o porque el maestro abandonaba el aula, su cabeza no podía evitar girar hacia en dirección donde la chica de ojos jade reía con sus amigos, en varias ocasiones ella alcanzaba a notar esa acción, cosa que no lo veía mal, al contrario, le sonreía de forma tan dulce que lo hacía no querer quitarle los ojos de encima.

Al parecer, era el único que le parecía extraño todo esto, pues Silver, su amigo sentado a su derecha lo entendió completamente, cuando un día, Shadow había recargado su rostro en la palma de su mano mientras observaba hacia cierto punto en específico, parecía que el chiste había sido bueno cuando la peli rosa había soltado una enorme carcajada que parecía cerdo degollado y golpeando suavemente el hombro de uno de ellos, que contagio a los demás a su alrededor.

Aunque volviendo con Silver, él también estaba distraído, escribía con rapidez ya que el maestro de física estaba pasando fila por fila para calificar la tarea del día anterior, llegó a entrar en pánico cuando ya había comenzado la suya y el aún le faltaba la mitad, la situación fue peor luego de ver como trágicamente a su pluma se le había ocurrido ya no tener tinta.

Miro por todos lados en búsqueda de algún milagro cuando vio que su amigo azabache no estaba usando la suya, sentía como los ángeles lo habían iluminado.

Codeándolo — Pss... — Acercándose al otro — Pss, amigo... — luego lo tomo del brazo jaloneándolo. — Amigo por favor, ¿Me prestas tu pluma negra? — No escuchó respuesta — ¡No quiero morir, viejo, si no entrego esto voy a ser un vagabundo, viviendo a lado de un rio y comiendo ratas!

— ¡Joven Silver, silencio!

— Si, lo siento... — Se disculpó y volvió a mirar al azabache, el cual ni en cuenta de su trágico problema.

Ya faltaban solo dos personas para que fuera su turno, estaba entrando en pánico mordiéndose las uñas, casi hasta las cutículas, cuando, algo que jamás creyó estar vivo para presenciar, fue a un Shadow, girándose a pelarlo al fin colocando la pluma en su mano.

— No la muerdas o me encargare de que lo pagues caro, idiota infeliz— terminó de decir para seguir viendo a Amy ahora con una muy sutil sonrisa de lado luego de que esta volviera a reír desquiciadamente.

Oh por dios.

Shadow había prestado algo.

El, el ser más codo que la tierra haya visto.  


Clases de amabilidad [SHADAMY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora