—¡Esto es una completa basura! No me estoy partiendo el lomo para que un grupo de hijitos de papá me trate como idiota
Vociferaba un muchacho alto, rellenito, cabello castaño alborotado y de gruesos lentes, paseaba amarrado junto con otros jóvenes por la calle principal de Santiago, él y la mayoría de los varones no tenían camiseta y las chicas solo tenían ciertas partes de sus ropas rasgadas
—Vamos Mauricio, es el mechoneo, es algo que por muy desagradable que parezca solo lo viviremos una vez
Una chica pelirroja le hablaba al muchacho de una forma tranquila hasta que uno de los jóvenes que los mantenían amarrados le estampó un huevo en la cabeza, la chica al sentir en su roja cabellera el huevo escurriendo, miro a su amigo con un gesto entre asco y pena.
Apenas los soltaron en la mitad de una plaza en el centro de la ciudad, les ordenaron pedir dinero para recuperar sus cosas, los desataron y los dejaron a su suerte. Mauricio tomo a su amiga y caminaron por los alrededores pidiendo algunas monedas para al fin irse a casa, cuando de pronto escucharon a una muchacha, también sucia por el mechoneo cantando animadamente unas rancheras, con bastante dinero en una bolsita, esto hiso que Bárbara se le acercara maravillada por lo que estaba escuchado
—Vaya, cantas precioso… Si estuvieras en nuestra universidad podría unirte al taller de canto
La muchacha, sonriendo, cuenta las monedas que le dejaron en la bolsita, levanta la mirada y saluda a los dos chicos
—¡Gracias! Perdonen, me llamo María Ignacia, es un gusto conocerlos
—¿Estas estudiando en la Universidad Estatal? —Mauricio le pregunta
—Así es, primer año de ingeniería comercial ¿y ustedes?
Su tono de voz, alegre, rápido y con un ritmo curioso hacia contraste con su delgada figura, cabello corto claro, su cara llena de pecas y porquería del mechoneo. Se limpió las manos en sus pantalones sucios, saludando a los chicos con un fuerte apretón de manos y una leve inclinación
—Yo me llamo Bárbara y él es mi amigo Mauricio, yo estudio teatro y el diseño grafico
—Por lo que veo no eres de Santiago ¿Dónde vives? —preguntaba Mauricio, extrañado por el saludo de la chica
—Soy de Paine, de donde salen las famosas sandias, esas bien grandes y dulcecitas
Habían pasado las horas, Ignacia contaba sus monedas, suficientes como para recuperar sus cosas y aportar a sus nuevos conocidos, cuando de pronto, unas rápidas manos le arrebataban su botín
—¡Oiga señor eso es mío! —grito con una voz más aguda y marcando ese ritmo característico en su voz, pero a las pocas cuadras hacia donde corrió el ladrón se escucharon varios gritos, los chicos corrieron y encontraron a otro muchacho, moreno, ojos color miel, fornido y de rasgos claramente indígenas, tenía puesta una de sus rodillas en el pecho del ladrón y la bolsita con las monedas segura al lado de él. Tímidamente, Ignacia se acercó al muchacho, pidiendo sus monedas, el cual algo inseguro no sabía si hacerlo o no, hasta que Mauricio le corrobora que la bolsita era de Ignacia, se la entrega, pero cuando se distrae, el ladrón aprovecha para huir
—Si vuelvo a ver a ese desgraciado juro que lo vuelvo a golpear. Disculpen mi mala educación, me llamo Juan Cona, se dio la oportunidad de estudiar en Santiago en la Universidad Estatal
—¿Tú también? Yo soy Bárbara, él es Mauricio y ella es María Ignacia, también vamos a esa universidad
—¿Todos están en medicina? —pregunto un poco confundido, a lo que María Ignacia río suavemente y le responde
—Créame, tengo un pulso horrible para medicina, así que decidí estudiar ingeniería comercial, ella estudia teatro y el diseño grafico
Estuvieron conversando y caminando por varios minutos para seguir buscando un poco más de dinero para que los cuatro recuperaran sus cosas, Juan se acostumbró rápidamente a la compañía de aquellos muchachos, sobre todo de María Ignacia, su forma de ser le recordaba a sus amigas en su querido y lejano Temuco, lugar que había dejado atrás para tener un mejor futuro para él, su familia y su gente… Ellos necesitan más médicos, se decía para sí mismo. Sumido en sus pensamientos se exalta cuanto Bárbara le dice que ya habían terminado de reunir el dinero para todos, se juntaron debajo de una parada de buses y repartieron las monedas
—Cuando recuperemos nuestras cosas podríamos caminar todos hasta el Metro, debo llegar al terminal de buses luego sino me quedo varada aquí —decía Ignacia entre bromeando y hablando enserio
—Juntémonos en este mismo lugar y luego cada uno sigue su camino. Por cierto Juan ¿Tienes lugar para quedarte aquí? Podría darte alojamiento en mi casa, bueno la casa de mis padres, ellos llegaran el próximo mes así que no tendría complicaciones —propuso Mauricio
—Gracias Mauricio, la verdad así me ahorro en buscar una pensión
El grupo se separó luego de unos minutos, para volver a juntarse horas después en ese mismo punto, aun con olor a porquería en el cuerpo, las ropas rasgadas y manchadas pero un poco más abrigados y con mochilas al hombro se fueron contentos al Metro para regresar a sus casas, cuando ven un gran tumulto de gente gritando y quejándose a la salida de este. Al acercarse un poco más, escuchan a un guardia diciendo que toda la línea estaba cerrada por una falla eléctrica masiva y no se arreglaría hasta en tres horas más.
—Seguro alguien se tiro a las líneas del tren —se escucha decir a un señor de traje en un tono bastante molesto.
María Ignacia revisa la hora en su teléfono móvil, eran casi las nueve de la noche, se llevó la mano libre a la cabeza bastante nerviosa
—¡Y ahora como rayos regreso a mi casa! El último bus se va del terminal a las once de la noche
—Además estamos muy lejos de mi casa y los buses estarán llenos por varias horas con ese incidente —decía Mauricio rascándose la cabeza. Juan miro a Bárbara, la cual se excusó de inmediato explicando que su madre jamás los dejaría entrar en ese estado
—Bien, creo que no queda otra opción más que buscar una pensión para ducharnos y dormir. Ya mañana podremos regresar a nuestras casas —Juan se llevó una mano a la barbilla tratando de recordar algo
—Creo que escuche a mi papá que un amigo de la familia tenía un local por acá cerca… ¿alguno escucho del restorán Marvelous?
—¿El sucucho lleno de ratas al lado de metro Republica? Bueno, a pesar de verse como un agujero de mala muerte, no tengo ni idea si podremos quedarnos ahí —decía Mauricio mirando a sus amigas
—La verdad, solo espero que tengan agua caliente y baños limpios —dijo María Ignacia y Bárbara la secundo.
Con la ayuda de Juan caminaron por la Alameda en dirección a la pensión, mirando los televisores de las tiendas que daban las noticias de la noche. Como titular y que llamo la atención de los chicos fue la desaparición de una extraña criatura en el sur a la cual le decían el Puma azul, que se encargaba de castigar a maleantes de Temuco y alrededores, dejando una marca de garras cerca que donde había actuado
—Había escuchado rumores que lo encontraron muerto cerca del Muller Arena —Mauricio caminaba hacia atrás, hablando con el resto de los chicos —De hecho, algunos dicen que vieron una figura enorme de metal clavándole un cuchillo
Juan seguía caminando nervioso, las palabras de Mauricio le preocupaban ¿Podría ser que la ausencia del vigilante haya creado alguna especie de inseguridad en su ciudad? ¿Sus amigos y familia estarán en peligro? Se exalto un poco al sentir la mano de María Ignacia en su hombro, borrando de inmediato algún pensamiento más fatalista, le regalo una sonrisa calmada y una suave reverencia. Cuando llegaron a la puerta del restorán, Juan se acercó un poco más a la barra y ahí los recibió un hombre de raza negra, ojos negros brillantes y la sonrisa más blanca que podrían haber visto
—Juanito, mi niño, como estas, vaya que estas grande y que te trae por aquí —el acento del hombre delataba su nacionalidad venezolana y la calidez de su saludo indicaba que conocía a Juan desde hace años
—Gracias Nicolás, me fue bien en las pruebas así que vine a estudiar a Santiago. Por cierto no he visto a Don Stan
Nicolás sin esperar más, se va de la barra y grita a todo pulmón que Juan estaba ahí y que lo estaba buscando, al cabo de un rato sale un hombre de mediana edad pero difícilmente calculable, cabello cano, ojos claros y contextura gruesa sin ser gordo. Al ver al muchacho lo saluda dándole un buen apretón de manos y un abrazo
—Juanito, muchacho, me alegro de verte. Vamos muchachos pasen y bienvenidos al restorán Marvelous —Los muchachos pasaron con algo de timidez hacia dentro del local, llegando a la casa del viejo amigo de Juan —Lamento si no es muy agradable el sitio pero es lo que tenemos por ahora. Hay agua caliente, sofás cómodos y pueden usar el WiFi del restorán
A pesar de no ser un lugar sucio, si estaba muy maltratado, despintado y feo. Don Stan, luego de hablar con Juan, los lleva al lugar que usaran todos para pasar la noche, un departamento bastante grande, con muchas habitaciones, un baño pequeño y una sala espaciosa
—Esta era la casa que usaban algunos empleados cuando tenían… ciertas dificultades, ahora la dejamos en caso que el restorán tenga evento para que los cocineros pasen la noche —hablaba calmado Nicolás mientras revisaba que tanto la luz como el agua del lugar funcionaran
María Ignacia dejo sus cosas en la entrada y empezó a revisar el departamento, impresionada de lo grande que era, había cinco dormitorios pequeños y la cocina, comedor y sala estaban juntos sin separaciones
—No se ustedes pero yo me siento como si me hubiera convertido en un cerdo, me iré a duchar y luego regreso
Mauricio entro al baño y luego de una media hora salió solo en boxers verdes, el cabello mojado y con un semblante que pedía a gritos que lo mataran a batazos, se sentó en el sofá, recargándose de lo cansado que estaba
—Deberían también darse un baño, será horrible comer algo con el olor que teníamos en el cuerpo
No era la mejor forma de haberlo dicho pero Mauricio tenía razón, las chicas dejaron sus mochilas en las habitaciones y una a una fueron a ducharse. María Ignacia le pasa a Bárbara un short que tenía en su mochila para que se pudiera cambiar y quitarse esa ropa pestilente y rota. Al cabo de una hora, los chicos estaban en ropas menores sentados en el sofá cuando Juan llega recién duchado, vistiendo una polera larga como de rapero y pantalones de deporte, mira con algo de asombro la escena, se aclara un poco la garganta y pone la tetera en la cocina
—Perdón por no atenderlos como se debe, al menos pensamos lo mismo y nos quitamos toda la suciedad del mechoneo
Juan reía suavemente mientras ponía la mesa, María Ignacia había ofrecido para ayudarlo pero le decía que el los atendería en esta ocasión, que eran sus invitados de honor por acompañarlo
—Oye, nosotros deberíamos atenderte, más que mal, me ayudaste con lo del ladrón y con el alojamiento—Nada de eso Ignacia, yo debería agradecerles, son las primeras personas con las que he hablado desde que llegue de Temuco, la verdad es que ese ladrón fue una coincidencia para conocerlos, sin ofender claro esta
Ignacia se reía, indicando que no se preocupara por eso y Juan se comportaba como un gran anfitrión, como si los estuviera atendiendo en su propia casa. La tetera suena indicando que el agua estaba lista para que pudiera servir las tazas de té en la mesa de la cocina, los chicos de sientan, toman las tazas de té humeante entre sus manos y dan de sorbos pequeños mientras la bebida caliente les reconfortaba del frio
—Gracias por té, estaba delicioso —decía Bárbara mientras se frotaba los ojos —De verdad hoy ha sido un día de locos y el sueño me está empezando a ganar
Los muchachos empezaban a bostezar y a sentirse cada vez más cansados, hasta el punto que lentamente caían dormidos encima de la mesa
—Don Stan, los chicos están listos para su tratamiento, llevémoslos a la base cuanto antes
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La Liga Asombrosa
Fantascienza"Aquellos que desconocen su pasado, están condenados a repetirlo" El Pandemonium, una dimensión con criaturas temibles y sobrenaturales, ha estado acechando la dimensión de la Tierra durante siglos, siendo detenidos por distintos medios... Pero ¿Qu...