Capítulo V

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No teníamos paraguas así que al salir nos tuvimos que tragar toda la lluvia sin protección mayor que lo resguardados que podíamos estar bajo algún que otro saliente de techo.
—¿Sabes exactamente dónde está la biblioteca?—Me preguntó en uno de los descansillos para no mojarnos.
Negué con la cabeza y le enseñé mi móvil.
—Estoy usando Maps.
De repente alguien que también se resguardaba vino hacia nosotros.
—Si estáis buscando la biblioteca vais por mal camino. Hace tiempo que llevamos pidiendo que actualicen la bendita aplicación de Maps.
Una vez terminó de decir eso me fijé en su ropa y aspecto. Un hombre ya entrado en años, tez clara, cabello cano y algo gordinflón; vestía un traje de negocios que le daba un toque elegante a su estilo, a juego con sus gafas de sol.
—Siento haberme entrometido—Prosiguió—. Ferdinand Sullivan, soy el alcalde de este pueblo—Nos ofreció la mano.
Noté cómo en su mirada se hallaba una bondad y claridad absolutas, cosa que en vez de relajarme me perturbaba.
—Erika Whitewood, encantada—Le correspondí sin dejar de inspeccionarle.
Adam simplemente agitó un poco la mano.
—Adam Hughes—Dijo con un tono algo seco.
El alcalde sonrió y nos señaló la dirección contraria a la que estábamos yendo.
—La primera biblioteca se quemó hace un par de años después de que un loco anduviese gritando cosas acerca del fin del mundo—Rió golpeándose ligeramente la panza—, ya sabéis, gente loca.
Ambos asentimos con una forzada sonrisa y nos volteamos.
—Cuando tengan tiempo deberían pasarse por el ayuntamiento, ahí hay un mapa actualizado del lugar—Dijo antes de marcharse.
Una vez pudimos asegurarnos de que estaba lejos, Adam y yo nos miramos prácticamente a la vez.
—¿Un loco?—Dije sonriente.
—Estoy más que seguro que en la biblioteca nueva no hay nada de información útil.
Asentí con escalofríos por la lluvia.
—Debemos descubrir quién es ese loco—Dije tras estornudar un par de veces.
Adam sacó entonces su móvil.
—Incendio Goaghma y... Buscar—Tocó entonces la pantalla—. Lo que me temía.
Me enseñó entonces la pantalla de su móvil.
—Si ni siquiera está actualizado el mapa del lugar...—Murmuré.

Tras un largo rato caminando, finalmente llegamos a la biblioteca nueva. Su diseño era bastante cargado, como si fuese un edificio construido en pleno siglo XVII. Cómo no, no faltaban cruces por todos lados, recordatorio de "hey, estás en Goaghma".
La cosa cambiaba al entrar; el olor a libro, si bien le seguía dotando de un aire arcaico, la sorpresa que Adam y yo nos llevamos al ver la modernidad con la que habían construido el interior no fue mínima.
—Vale, ¿qué crees que deberíamos buscar?—Preguntó él.
Me quedé unos segundos pensativa.
—Creo que estaría bien leer un poco acerca del pueblo, aquí debe haber más info que en Internet, tal vez así descubramos algo, aunque sea la versión "censurada"—Contesté mientras tomaba un libro de historia acerca del pueblo.
Adam Asintió e hizo lo propio. Vi que él había cogido uno acerca del folclore.

Estuvimos como dos horas en completo silencio, con una visible frustración por mi parte; la historia del pueblo se podía resumir en la típica historia de cualquier pueblo colonial estadounidense con la única particularidad de que según decía el libro, el sistema democrático en el que supuestamente se basó el país nació aquí, partiendo de Goaghma tanto el partido republicano como el demócrata. Más allá de ello, no encontré nada interesante, o no lo hubiera hecho de no ser porque justo cuando iba a rendirme y preguntarle a Adam si había tenido suerte, al pasar una de las páginas me encontré con una suerte de mapa dibujado a mano. El trazo era sucio y se notaba que había sido hecho con prisa. Era un mapa caótico pero se podía entender perfectamente.
Bajo el mapa había una pequeña leyenda que decía así: Este libro no lo encontrarán, lo sé. He logrado esconder todo lo posible en el bosque. Es peligroso, lo sé, pero ellos no se atreverán a quemar el bosque, lo sé. Si lees esto, seguramente esté... Y entonces se volvía demasiado ilegible.
Pensé en el bosque por unos momentos, no acerca de la noche en la que me encontré con Penumbra sino a cuando fui a buscar pistas con Adam. Tomé un lápiz y asegurándome de que nadie me viese, arranqué el mapa del libro y en la parte trasera dibujé con rapidez el paisaje que recordaba.
Logré divisar entre mis memorias, lejos de donde se cometió el ritual que presencié, un trastero maltrecho, con pintas de ser bastante viejo.
Guardé entonces el mapa en uno de mis bolsillos, cerré el libro y lo dejé exactamente en donde correspondía.
Al volver, observé por un rato a Adam, concentrado, pasando las páginas con celeridad.
Bostecé y noté a través de una de las ventanas como ya había despejado, por lo que la vuelta a casa al menos sería más tranquila, perfecto para charlar acerca de lo descubierto.
No fue difícil darme cuenta al salir que dos recepcionistas que antes no estaban habían aparecido sin hacer ningún tipo de ruido.
—Tened un buen día—Nos dijeron con una voz chirriosa y cuando salimos, Pude ver a través del cristal que como se levantaban y se dirigían exactamente adónde habíamos estado Adam y yo.
Apreté con fuerza el mapa en mi bolsillo y tiré del brazo de Adam para adelantarnos más, con una presión en el pecho enorme y sintiendo mi cuerpo pesado.
—Hey hey... ¿Estás bien?—Me preguntó.
Yo asentí sin decir nada y respiré profundamente para relajarme.
—¿Quieres que me quede en tu casa esta noche?
Yo lo miré y negué.
—Deberíamos dormir en la tuya—Dije ya algo más relajada.
Sus ojos se abrieron como platos.
—¿¡En la mía?!—Aulló.
Asentí.
—Así estaremos más seguros, lo primero, y lo segundo, ¡AYER ENTRÓ UN DESCONOCIDO A LA MÍA!—Le espeté.
Él negó enérgicamente.
—No puede ser en mi casa, está todo patas arriba y encima no hay sitio para que duermas y...—Lo veía temblar.
—¿Me escondes algo?—Pregunté con frialdad.
Sus ojos se pusieron en blanco por unos instantes y suspiró.
—No es eso, es que tengo que organizar mi casa porque seguramente haya cosas no aptas regadas por el suelo.
—¿Crees que no he visto porno en mi vida?—Le miré con cierto enfado.
—No, no es eso. En serio, fiate de mí. Hoy dormimos en tu casa y mañana a la mañana arreglaré la mía para poder trasladarnos allí.
Suspiré y me encogí de hombros.
—¿Qué has descubierto?—Procedí a cambiar de tema.
Adam echó una bocanada de aire, aliviado.
—Lo que he leído por encima puede que sea importante.
»Al parecer, tal y como me dijiste cuando nos conocimos, Goaghma fue fundada en busca de libertad religiosa y espiritual. Desde la fundación del pueblo, gracias a la ayuda que prestaron durante la guerra de independencia, sus habitantes han podido mantener esa libertad de culto que no existe en otros lugares, ni siquiera en Estados, es una especie de derecho V.I.P.
»El folclore Goaghmita, por lo que he mirado, es una mezcla entre las creencias precoloniales y el catolicismo. En su "Biblia" se admite la existencia de seres como los Wendigos y demás criaturas mitológicas de la cultura indígena americana. Debido a esto, se cometen rituales autóctonos que supuestamente (muy supuestamente) atrae a turistas. Tienen su propia iglesia y sus propios votos.
»Al parecer el "Satán" de esta religión se trata de Glatchkacoatl o como ellos lo llaman, Black Arthur, quien intenta que la pureza del pueblo se vea manchada. Más allá de eso, el resto del libro se encargaba de detallar como son supuestamente los monstruos en los que creen.
Anoté todo lo que Adam fue relatando, tratando de unir las cosas de un modo coherente, sobretodo con el mapa que había encontrado.
—¿Se hacía mención del bosque?—Pregunté.
Adam se encogió de hombros y negó.
—No sé, salvo por la supuesta existencia de los Wendigos y los ritos, el bosque no parecía un lugar muy importante. Es decir, es un lugar sagrado como herencia del respeto de los indígenas a la naturaleza...
—¡Bingo!—Grité.
—¿Ocurre algo?
Negué con la cabeza.
—Venga, vayamos a casa y te cuento qué he descubierto yo.

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