𝟎𝟑

388 47 9
                                    

Para Akira, desde el momento en que se transformó en Devilman, la vida había dado un giro drástico e irreversible

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Para Akira, desde el momento en que se transformó en Devilman, la vida había dado un giro drástico e irreversible. Su apetito se había vuelto insaciable, su fuerza y velocidad eran sobrehumanas, y su apariencia había adoptado un tinte salvaje y feroz. Pero a pesar de todo eso, sentía que tenía una misión que cumplir, un deber que lo vinculaba a Ryo, su amigo de la infancia. Esa noche, se había aventurado junto a él en busca de pruebas, rastreando la presencia de demonios en la ciudad. Sin embargo, mientras caminaba al lado de Ryo, una confusión insidiosa se apoderaba de su mente; su cuerpo latía con fuerza cada vez que pensaba en Nozomi. Trató de despejar su mente sacudiendo la cabeza, pero los pensamientos seguían ahí, persistentes.

Al llegar a su destino, una escena macabra lo recibió: tres demonios devoraban lo que quedaba de un ser humano. Akira sintió cómo una ola de ira y repulsión lo inundaba. Sus ojos se enfocaron en el reloj del brazo de la víctima, y en ese instante, lágrimas llenas de rabia y desesperación nublaron su vista. La promesa de destruir a esas criaturas resonaba en su cabeza, pero fue interrumpida abruptamente por los gritos urgentes de Ryo.

-¡Akira, te han visto! ¡Alguien más, además de mí, te estaba grabando, probablemente capturó tu transformación! -La voz de Ryo estaba cargada de pánico.

-¿Me estuvieron grabando? -Akira preguntó, su voz entre la sorpresa y el miedo mientras volvía a su forma humana.

-Estoy seguro de que desde el primer momento en que te transformaste alguien estuvo registrando todo -Ryo bajó la mirada, sintiéndose culpable por no haberlo notado antes-. Si ese video llega a internet, todo se acabará para nosotros.

Akira, sin pensarlo dos veces, se acercó a su amigo y lo abrazó con fuerza, envolviéndolo con un solo brazo. -No te preocupes, Ryo -dijo con determinación-. Te protegeré a toda costa, pase lo que pase.

Esa noche, tras asegurar a Ryo en su hogar, Akira condujo la moto de regreso a la casa de los Makimura. El viaje de vuelta fue un tormento; la frustración y la angustia lo devoraban por dentro. Al llegar, subió a su habitación con rapidez, se aseó, y se puso su pijama con movimientos mecánicos. Sus ojos se posaron en el reloj, que marcaba la medianoche exacta. Con pasos sigilosos, se deslizó en la habitación de Nozomi, buscando el consuelo que sólo ella podía ofrecerle. Desde que era niño, cuando se sentía abrumado o triste, solía dormir junto a ella, como si la calidez de su presencia pudiera protegerlo de sus miedos. Se metió bajo las sábanas, dándole la espalda, tratando de calmar el tumulto de emociones que lo acosaba.

-Akira... ¿Sucedió algo? -susurró Nozomi, medio dormida, girando para mirarlo a la izquierda con una mezcla de preocupación y ternura.

Akira se sobresaltó al oír su voz y se giró, quedando frente a frente. -Sólo... quería dormir contigo como lo hacía antes -dijo, rascándose la mejilla con nerviosismo, como un niño atrapado en una travesura.

Nozomi lo observó con ojos somnolientos pero comprensivos. -Sé que algo te preocupa, pero... tengo mucho sueño, y mañana debo trabajar temprano -murmuró, mientras lo atraía hacia su pecho y comenzaba a acariciar su cabello con suavidad-. Descansa, Akira.

Don't Cry (Devilman) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora