𝟎𝟏

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Cada mañana era monótona; cada individuo estaba atrapado en su propio mundo

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Cada mañana era monótona; cada individuo estaba atrapado en su propio mundo. Para aquellos que no salían de su rutina diaria, los clubes nocturnos de la ciudad eran los únicos lugares donde podían divertirse y escapar de la monotonía. La noche ofrecía una oportunidad para mostrar otra faceta, su lado salvaje. Era un tiempo reservado para los seres de la oscuridad, donde podían liberarse de las normas del día y ser auténticos.

En la secundaria Kamigaku, los estudiantes se reunían en sus respectivos clubes recreativos, excepto una persona: ella ya no estudiaba allí, habiéndose graduado hace años. También completó la universidad y ahora era una profesional en el área de la salud. Sentada en las bancas de la secundaria, observaba cómo corrían los estudiantes. Se le permitía la entrada debido a sus destacados antecedentes académicos en la institución. Su interés se centraba especialmente en el club de relevos, donde estaba Akira Fudo. Ella iba para asegurarse de la condición física de él, un chico dulce pero muy llorón, que ha vivido con su familia durante años.

Bang

¿Quién es ella? Su nombre es Nozomi Saito, una joven que por circunstancias vive con la familia Makimura.

El estruendoso disparo marcó el inicio de la carrera, y todos los ojos se centraron en los corredores. Akira, sin embargo, sólo tenía ojos para Miki Makimura, una joven de corazón amable que siempre se preocupaba por él. Justo cuando su concentración se afianzaba, los murmullos y las risas burlonas de algunos espectadores lo alcanzaron. Comentaban que Akira solo estaba en el equipo para seguir a Miki, y aunque había algo de verdad en ello, la crueldad de sus palabras no era justificable.

El rostro de Akira se contrajo y Nozomi, que estaba cerca, sintió cómo la rabia y la frustración la atravesaban como un relámpago. Sus vellos se erizaron mientras observaba a otro grupo de chicos hablando sobre un corredor y un asesinato. Entonces, su atención se dirigió a Akira, que estaba frente a ellos, con lágrimas cayendo por sus mejillas.

— Akira, ¿estás llorando? ¿Qué te dijeron? —preguntó Miki, acercándose preocupada y mirando su teléfono—. Yo también lloraría si un amigo muriera.

Para Nozomi, hablar de la muerte siempre había sido incómodo. Sabía que era una parte inevitable de la vida, pero aceptarla era otra historia.

— Está bien, Akira... vamos, limpiemos esas lágrimas —dijo, lanzando una mirada fulminante a los chicos que se burlaban—. Sabes que es parte de la vida.

— Nozomi...

— Lo escuché todo —respondió suavemente, limpiando sus lágrimas con un pañuelo y sonriéndole con ternura.

— Nozomi, ¿vendrás a casa con nosotros hoy? —preguntó Miki.

Nozomi asintió.

Don't Cry (Devilman) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora