❪ 𝐚𝐥𝐩𝐡𝐚 & 𝐨𝐦𝐞𝐠𝐚 ❫

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───── 𝙣𝙤𝙩𝙖: 𝘰𝘮𝘦𝘨𝘢𝘷𝘦𝘳𝘴𝘦 𝘢𝘶!
───── 𝙬𝙖𝙧𝙣𝙞𝙣𝙜: 𝘯𝘰 𝘴𝘮𝘶𝘵






   Los perdedores están en su punto de reunión de la escuela, el cual está ubicado en la soledad y tranquilidad del callado patio trasero, unos mantienen expresiones de nerviosismo y angustia pura en sus rostros; tal como Eddie Kaspbrak, Ben Hanscom y, sorprendentemente, Beverly Marsh; otros se muestran serenos; como Mike Hanlon y Bill Denbrough; no puede faltar el que cuenta chistes malos para ❝aminorar la tensión❞, como Richie Tozier; y, como pocas veces se ve, el retraído y ensimismado Stanley Uris.

   La razón del alboroto, no solo en este grupo, sino en toda la escuela, es debido a que están a pocos minutos de entregarles los resultados que cambiarán drásticamente la vida de más de un estudiante, pese a tener tan solo 13 años de edad, al menos la mayoría.

Chicos, ya dejamos claro que, sin importar lo que digan los resultados, nuestra amistad seguirá igual, es algo tonto dejar que unas castas nos separen  —expresa el moreno en un intento de mantener la calma de todos los presentes —; ¿cierto, gran Bill? —cuestiona girando su vista a la izquierda para ver al nombrado.

   El nombrado se sobresalta un poco al ser señalado repentinamente, por lo que solo atina a darle la razón a Mike y continuar con su labor de estudiar en silencio a su amigo judío.

   Después de unas cuantas palabras de aliento por parte de Hanlon acompañadas de las ridículas bromas de Tozier, deciden encaminarse al salón de la clase que le corresponde a cada uno; Richie, Eddie y Ben van juntos al salón 12, el designado a Artes; mientras que Bev y Mike van al 7, el establecido para Matemáticas.

   Y en lo que concierne a los dos restantes, bueno, se supone que deben ir camino al 34, el de Ciencias, sin embargo, el de rizos parece no darse cuenta de lo que sucede a su alrededor, pues permanece en la misma posición de antes; recargando su espalda en la pared, piernas recogidas al pecho con los brazos estrechándolas contra sí en una mueca desencajada y con los ojos fijos en un punto muerto.

   Aprovechando que no hay nadie más ahí, Bill se decide en sentarse junto a él y hablarle, aunque no termina muy convencido.

Hey, Stan, ¿q–qué te ocurre? ¿P–por qué tan a–afligido? —ese es uno de los escasos momentos en los que agradece tartamudear, ya que, de ese modo, puede disimular su nerviosismo.

Es que yo... —inicia, pero se interrumpe a sí mismo, no muy seguro de qué contestar, respira profundo y prosigue —, la verdad me preocupan mucho esos resultados —concluye, decidido a ni decir más que eso.

¿Se–seguro que solo es eso? —cuestiona, lo conoce tan bien como para saber que hay algo más que le preocupa, lo puede corroborar en sus ojos ausentes.

   Un pequeño silencio se instala entre ellos, Bill comienzan a arrepentirse de preguntar y empieza a maquinar una disculpa en su mente por ser tan entrometido, disculpa que es interrumpida por el rizado.

La verdad no es tanto el resultado —dice finalmente y mirándolo fijamente a los ojos, poniendo más nervioso al más alto —, es más a lo que piense mi padre sobre eso y, no puedo evitar pensar que si —duda un poco, aun así continúa —, si llegara a ser omega meme molestarían aún más que por ser judío, ¿sabes el miedo que me da eso? —aclara con los ojos brillando por las lágrimas que trata de contener a duras penas.

Tranquilo, Stan —reacciona acunando el rostro del nombrado con sus manos —; puedes apostar tu pellejo y el mío a que, si eres omega, nadie se burlará de ti ni te hará daño si no quiere que le rompa las bolas.

Gracias Bill —comenta el menor, dejando caer sus lágrimas sin poder contenerse y, casi simultáneamente, con el nombrado removiendo aquel líquido salado, pasando suavemente sus pulgares por las mejillas del rizado —; no sé qué haría sin ti, te quiero.

   Y con esa frase tan corta y simple basta para hacer que el azabache concentre la mayor parte de su sangre en sus usualmente pálidas mejillas y acelerar su corazón.

Ven aquí, llorón —suelta su rostro suavemente para abrazarlo de la manera más dulce y cálida que puede y, de paso, para esconder exitosamente el carmín de su rostro ; yo también te quiero, como no tienes idea.

   Unos cuantos minutos después, y ya más tranquilos, deciden que lo mejor es ir a su salón por los absurdos resultados, sin saber que ya iban con un retraso de 7 minutos y que su amistad tomaría un lindo, caótico e interesante rumbo a partir de eso.

   Con un brazo de Bill reposando en los hombros de Stan, este último rompe el silencio de su caminata con una pregunta que, para un niño de 13 años, es muy simple y no va tan lejos de un sí o no.

Oye Bill.

¿Qué pasa Stan?

Si mi resultado es omega, y el tuyo alfa, tú... —se interrumpe, dudando sus siguientes palabras.

¿Yo qué? —lo anima a continuar.

¿Tte gustaría ser mi alfa? —suelta adquiriendo dos o tres tonos de rojo en su rostro.

Por supuesto que sí Stan, me encantaría ser tu alfa y que tú seas mi omega —responde finalmente tratando de ignorar el calor creciente en su cara y los desbocados latidos de su corazón.

   Y cierran esa inocente promesa con pequeños besos que Bill reparte en el rostro de Stan, grande es su sorpresa al ver al rizado sostenerle de las mejillas y plantarle un suave beso, que realmente no es más que un pequeño roce en sus labios, cargado de sentimientos que, con el tiempo, irán floreciendo.

   Sin duda alguna, los resultados y todos los problemas que estos conllevan pasaron a un segundo plano, lo que importa es que juntos descubrirán que las cosas pueden ir más allá de un «te quiero», por suerte tienen toda una vida por delante para darse cuenta de ello.






no me gusta, pero nadie preguntó asdfg.
editado [solo guiones & sangrías]: 05/26ᵗʰ/22.

☇ 𝙟𝙪𝙨𝙩 𝙨𝙩𝙚𝙣𝙗𝙧𝙤𝙪𝙜𝙝 ๛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora