Capítulo 34

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El día siguiente fue más o menos una reproducción de lo que habían sido los días anteriores.
Sakura se marchó a su trabajo por la mañana, dejándome el desayuno preparado. Yo me levanté algunas horas después, comí y me duché, para luego vestirme utilizando la ropa que convenientemente había dejado en casa de Sakura un tiempo atrás. Aunque todavía me pesaba el corazón, no me sentía tan terriblemente mal como la primera semana. Sin embargo, eso no era ninguna señal de superación: lo que estaba sucediendo en realidad era que mis sentimientos con respecto a lo sucedido estaban mutando, siguiendo el curso normal de las cosas. No dejaba de pensar en Gackt todo el tiempo, pero de pronto lo hacía de una manera diferente.

Se estaba gestando en mí la segunda fase del proceso de desamor: la de resentimiento.
Ya había llorado mucho y me había sentido mal. Ya había sentido lástima de mí, y ya había rogado porque el destino no fuera tan cruel de llevarse a la persona que yo más amaba.
Ahora una llama de odio comenzaba a encenderse en mi interior. Estaba despechado y súbitamente no podía creer lo que Gackt había sido capaz de hacerme. A mí, quien siempre había ofrecido lo mejor de sí como un estúpido. Me había traicionado. Me había utilizado y se había reído de mi amor.
Los sentimientos que colmaban mi cabeza eran de odio y de desprecio. Lo que pedía ahora no era una oportunidad para recuperar a Gackt, sino una oportunidad para poder hacerle lo que él me había hecho.
Y encima de todo todavía era capaz de no escribirme, de no llamarme, de no buscarme. Me sentía humillado y eso me producía todavía más y más ira.

Esa noche hice la cena cortando las verduras como si de acuchillar a alguien se tratase. Había pasado de hacer todo con desgano a hacer todo con frenética hiperactividad. Tenía odio en mi interior, y ese era el único sentimiento que me movilizaba.

Cuando Sakura llegó, nos sentamos a la mesa. Yo no emitía palabra y la expresión rígida de mi cara emanaba un aura de recelo.

- Qué rica está la comida - comentó Sakura pinchando las verduras salteadas.

Yo bebí de mi agua y simplemente lo miré por sobre el borde del vaso.

- Y la de ayer también. ¿Has pensado en ser chef? - preguntó divertido.

Inmediatamente una de mis cejas se levantó al oír la palabra "chef", y apoyé el vaso sobre la mesa en un brusco y seco movimiento.

- No.

Él pareció sorprenderse por mi reacción, pero trató de restarle importancia.

- Estás un poco mejor, ¿no?

Me mantuve mirándolo con incredulidad durante algunos instantes.

- ¿Por qué? - pregunté simplemente.

- ¿Por qué, qué?

- Por qué piensas que estoy mejor.

Él se encogió de hombros.

- Cuando fui a verte al campus, hacía una semana que no te levantabas de la cama. Ahora comes, te bañas, e incluso te pones a cocinar. ¿No consideras eso una mejoría? - me explicó.

Miré hacia un costado, queriendo restarle crédito a su teoría. Por alguna razón, yo no quería mejorar ni olvidarme de lo que había pasado, por lo menos no por ahora. Hice una mueca como si me diera lo mismo.

- Puede ser.

Sakura me sonrió.

- ¿Quieres tomar una cerveza?

- ¿Eh? ¿Una cerveza? - pregunté como si me ofreciera una locura.

- Tengo algunas latas frías en el refrigerador. ¿Quieres?

Sin esperar mi respuesta, se levantó de la silla y sacó un pack de cuatro latas de la heladera. Yo lo observé mientras lo colocaba sobre la mesa y abría dos de las latas, ofreciéndome una. Le di un sorbo enseguida.

- ¡Espera! Vamos a brindar.

Levanté una ceja.

- ¿Brindar por qué?

- Por tu mejoría - dijo Sakura y me extendió su lata, esperando a que yo chocara la mía con la de él.

Lo miré incrédulo, esperando a que dijera que era una broma, y finalmente esbocé un desganado brindis.

- Qué estupidez - murmuré antes de dar el sorbo usual después del choque de latas.

Sin embargo, mi afirmación sólamente hizo reír a Sakura.

- ¿Cómo puedes haberte vuelto tan amargado? ¿debería haberme puesto así porque me dejaste?

La cerveza casi se me atascó en la garganta, y luego de tragarla con dificultad, le dirigí una mirada a la defensiva.

- ¿Yo te dejé? - pregunté para que se diera cuenta de que decía una tontería.

- Sí. Me dijiste que querías que fuéramos sólo amigos - contestó Sakura.

Sin embargo, no lo decía en un tono de reproche, sino en uno de gracia, como si me explicara la forma tan divertida en que el destino se burlaba de nosotros.

- No éramos novios - me defendí, alegando que era imposible que yo hubiese terminado una relación que en síntesis, jamás había existido.

- ¿Y este tipo sí era tu novio? - inquirió él.

Yo me moví incómodo en mi silla.

- No... pero...

- ¿Pero qué? - me interrumpió, casi como si le divirtiera - ¿Me vas a decir que es diferente sólo porque esta vez te está pasando a ti?

Sus palabras me pegaron justo en el cerebro. Me hacía sentir como un estúpido que lo pusiera de esa manera. A mí me costaba encontrar una conexión entre mi relación con él y mi relación con Gackt, pero parecía que para él era muy fácil. Según él, era estúpido que yo me amargara por una relación que ni siquiera había existido. Y en cierto modo, yo sabía que era ridículo y humillante, pero era todavía peor si alguien lo decía en voz alta. Me quedé callado un momento, con los labios apretados, antes de poder decir algo.

- Está bien - sentencié - Tienes razón, yo te hice lo mismo a ti. ¿Qué quieres? ¿Un Oscar?

Sakura suspiró y luego sonrió complacido. Sus ojos sobre los míos parecían dulces y compasivos, a pesar de que yo me había convertido en un cordero indomable.

- No, tonto - murmuró - No entiendes, ¿verdad?

Me quedé en silencio, con la vista fija en el suelo. Las latas de cerveza habían quedado por la mitad sobre la mesa, una frente a cada uno de nuestros asientos. Sakura seguía de pie con las manos en la cintura. Me sentía mal por tratarlo así, pero no podía evitar la forma en que las cosas que habían pasado me hacían reaccionar. De pronto, sentí un nudo en la garganta.
Sakura comenzó a levantar los platos. Que se pusiera a hacer quehaceres sólo me hacía sentir peor.

- Déjalo. Yo levantaré los platos - murmuré sin mirarlo y sin moverme - Ya hiciste mucho hoy.

Hubo un silencio.

- No te preocupes, yo lo haré. Estás muy estresado - lo escuché decir con suavidad.

Suspiré.

- Estoy bien. Tú lo dijiste. Que estoy mejor, ¿no? - comenté todavía sin mirarlo.

- Ajá - consintió aún con los platos en las manos.

- Entonces deja esos malditos platos, siéntate en la maldita silla y termina la maldita lata de cerveza - ordené exasperado, haciéndole una señal con la mano de que se sentara y finalmente lo miré a los ojos.

Sakura pareció aguantarse la risa y apretó los labios, para luego tratar de poner una cara seria. Dejó los platos cuidadosamente sobre la mesa, y luego volvió a sentarse en su silla, tal y como yo se lo había indicado.
Por mi parte, desvié la mirada. Había un silencio realmente incómodo, y para tratar de evadirlo, tomé mi lata de cerveza y me dispuse a continuar bebiéndola.
Sin embargo, al momento de rozar mis labios, el sorbo se me derramó hasta el mentón, de manera que tuve que alejar la lata enseguida y poner una cara de ridícula emergencia. Sakura no pudo soportarlo más y se descostilló de la risa.

- Lo siento, Hyde - decía una y otra vez, sin poder parar de reírse, mientras trataba de taparse la boca con una mano - Tenías una cara tan seria y...

Dejé la lata sobre la mesa y me cubrí la boca, tratando de limpiarme la cerveza. Sin quererlo, y aunque no quería salirme de mi papel de enojado, una risita se escapó de entre mis labios.

- Cielos, no lo puedo creer - murmuré entredientes - Dios me odia. ¿Puedes dejar de reírte de mí?

Sakura no podía contestarme de la risa.

- Qué situación ridícula - murmuré, tratando de recobrar mi papel de amargado.

Cuando Sakura pudo por fin calmarse por un momento, lo primero que hizo fue acusarme con el dedo.

- Te reíste - sentenció.

- ¿Ah? - me hice el desentendido.

Al ver que una leve risa se asomaba nuevamente a su boca, tomé mi lata de cerveza y en un arriesgado movimiento le eché un poco en la cara.

- ¡Ey! ¡¿Qué estás haciendo?! - exclamó limpiándose la cara con las manos, aunque no pudo evitar volver a reírse.

- Eso es por reírte de un desgraciado - dije de manera implacable.

- ¡Es un sacrilegio desperdiciar así la cerveza!

Me encogí de hombros.

- Yo no la pagué de todas formas - retruqué en un tono de gloria.

Una mueca risueña amenazaba con cambiar la expresión enojada de mi rostro, que oscilaba entre lo ridículo y lo divertido.

- Ah, con que esas tenemos - respondió Sakura, levantando las cejas - Deberías lamerla del suelo.

De pronto, por alguna razón, la última frase de Sakura nos recordó a los dos una ridícula anécdota de Tetsu cuando estábamos en la secundaria.

- Recuerdas cuando Tetsu... - comenzamos a decir los dos al unísono.

Esta divertida coincidencia y a la vez el recuerdo de aquella anécdota del secundario, hizo que los dos fuéramos súbitamente invadidos por una incontrolable carcajada.

- Pensó que ese vodka era agua y... - intentó decir Sakura - ¿fue en segundo año?

Yo asentía mientras continuaba riéndome.

- Sí, nunca lo voy a olvidar.

- Se le puso toda la cara roja.

Me tapé la boca con una mano, tratando de controlar la risa. Toda la seriedad que había intentado controlar hasta ese momento, de pronto desapareció.

- No puedo creer que ya esté casado - concluí, como si pusiera en voz alta un pensamiento al pasar.

- Ha pasado tiempo, ¿verdad? - comentó Sakura y le dio un sorbo a su cerveza.

- Ajá... - murmuré.

A las espontáneas risas, les siguió un silencio de largos segundos. Supuse que los dos nos habíamos quedado pensando en todo el tiempo y las cosas que habían pasado en nuestras vidas desde aquellos días de secundaria. Por mi parte, después de pasar toda la secundaria perdidamente enamorado de Sakura, tratar de enterrar mis sentimientos bajo el telón de mi noviazgo con Megumi, terminar solo y frustrado a la deriva en una ciudad que no era la mía, y volver a enamorarme de un hombre que sólo se había burlado de mí, el único consuelo que me quedaba era la sabiduría que me brindaría la experiencia. Yo había cambiado mucho desde la secundaria, y suponía que Sakura también, aunque él mantenía su esencia intacta. De pronto levanté la vista y lo observé allí sentado, pensativo y tranquilo. Él me miró también.

- Eres mi... amigo - murmuró de pronto.

Yo levanté las cejas, extrañado por su repentina afirmación.

- ¿Eh?

Sakura abrió una nueva cerveza y le dio un trago, pensé yo que para darse valor a sí mismo. Después de suspirar, continuó hablando.

- Eres mi mejor amigo - volvió a decir con serenidad - Desde que éramos niños. No sé en qué momento... me enamoré de ti. No me pregunto en qué momento comencé a amarte, porque creo que siempre te he amado. Lo que no sé es cuándo comencé a amarte de una forma diferente... Lo estuve pensando mucho. Tú querías que yo fuera tu amigo, como en el pasado, y quería hacerlo porque eso te haría feliz. Pensé que lo estaba logrando, pero... de pronto te ríes otra vez y... me doy cuenta de que nunca podré dejar de estar enamorado de una sonrisa como esa. Estoy un poco ebrio también, así que no tomes mis palabras al pie de la letra.

Sakura dejó escapar una risa nerviosa después de pronunciar las últimas palabras y desvió la mirada, apretando un poco la lata de cerveza que tenía en la mano. La dulzura de su voz ciertamente me tocó el corazón, y la piel se me erizó, haciéndome temblar apenas. Él siempre había sido tan bueno conmigo. Todo el tiempo había estado ahí como un ángel guardián, a pesar de que yo siempre había preferido a Gackt. Si existía un Dios, ciertamente Sakura había sido puesto en mi camino por él para protegerme. A pesar de Megumi, a pesar de Gackt, a pesar del caos en el que mi vida se había convertido y a pesar de la persona terrible que me había vuelto, Sakura estaba sentado allí con su sonrisa sanadora y todavía podía decirme que me amaba.
Mientras lo miraba, me di cuenta de que había dejado pasar varios segundos de silencio.

- No es que quiera que me digas algo al respecto - se apresuró a decir Sakura después de darle otro sorbo a la lata - Sólamente sentí la necesidad de decirte esto. Sé que mis sentimientos no son correspondidos. Y sé que aunque intente ser tu amigo, siempre voy a desear secretamente que pase algo entre nosotros. Principalmente fue esa la razón por la que no podía concebir la idea de seguir viéndote si no éramos pareja. Pero lo estuve pensando mucho este tiempo y... decidí volver a buscarte porque quiero estar cerca tuyo, de la forma que sea. Mientras, como hoy, pueda hacer que salgas durante un instante de esta profunda depresión y te rías, entonces creo que es mi deber estar cerca tuyo.

El corazón súbitamente comenzó a latirme un poco más rápido. Me acomodé un poco en la silla y le sonreí a la mirada insegura de Sakura.
Las palabras treparon por mi estómago y salieron de mi boca como una iluminación divina.

- Gracias, Sakura. Realmente no pensé que podría reírme otra vez. Si no hubieras ido a buscarme, seguramente seguiría hundido en el colchón de mi cama en el campus.

Sakura sonrió, aliviado.

- No tienes que agradecerme, tonto. Lo hago porque me hace feliz - contestó.

Yo me reí y luego bebí lo que quedaba de mi lata de cerveza.

- ¿Sabes? - comenté - A veces pienso... en por qué tuvieron que pasarme todas estas cosas. Con qué propósito. Pienso que no puede haber sido todo en vano. Todo esto... la historia que tuve con este otro tipo, me caló muy profundo. Siento que es algo que me cambió por completo. Puede haber parecido efímera, pero en mi interior no lo fue. Y me pregunto por qué tuvo que terminar así, por qué tuvo que existir en un principio. A través de todo este tiempo, he estado persiguiendo mi felicidad como un loco. Y como un ciego.

Sus ojos me contemplaron con curiosidad por mi última frase.

- Tal vez eras tú... a quien tenía que encontrar después de todo - me animé a murmurar.

No es que yo sintiera por Sakura la pasión y el amor que sentía por Gackt, pero quizás los amores intensos, arrasadores y apasionados no estaban destinados a durar más que unos meses. La fuerza con la que Sakura y yo nos queríamos no era tan grande, pero eso la hacía más estable y perdurable en el tiempo. Eso lo habían dejado en claro nuestros muchos años de amistad. Y sólamente ahora podía ver a Sakura como la persona que él había querido ser para mí desde el principio. Tal vez el verdadero amor tenía que ser así.
Sus cejas se levantaron, incrédulas.

- ¿No estarás un poco ebrio?

Me reí.

- Sí, también. O tal vez tú estás soñándolo todo - bromeé.

Sakura se mordió el labio inferior y negó con la cabeza, para luego dejar escapar una risa.

- ¿Cómo puedes ser tan arrogante?

Me encogí de hombros.

- Estoy muy celoso de ese tipo - dijo Sakura - yo quisiera que estuvieras así de loco por mí.

En realidad, Sakura no tenía idea de lo realmente loco que yo estaba. Me reí de sus palabras y le dirigí una mirada traviesa.

- ¿Tanto te gusto?

Él se mostró un poco reluctante a darme el gusto de decirme que sí, pero era inevitable y además era obvio.

- Sí - me complació con esfuerzo, pero divertido de mi actitud.

Yo sonreí. Cuanto más sabía lo mucho que le gustaba, más quería gustarle. Imaginaba su corazón temblando de inseguridad dentro de su pecho y la sensación me regocijaba. Me sentía bien y me sentía amado.
Buscando palpar más de cerca esa sensación de calidez, acerqué mis labios a los suyos. Sin embargo, Sakura se movió un poco hacia atrás, evitando el contacto.

- No, Hyde espera - me detuvo con evidente nerviosismo - ¿Qué estás haciendo? Quiero decir, ¿estás seguro de lo que estás haciendo?

- ¿Qué estoy haciendo? - le pregunté.

- No sé, am... - balbuceó y se tocó la frente - No quiero que te despiertes mañana y te pongas a decirme cosas como "lo de ayer fue un error".

Una carcajada se apoderó de mí.

- No te preocupes - lo tranquilicé, aunque él también parecía divertido - No voy a decir algo como eso. ¿Tienes miedo de que te rompa el corazón otra vez?

- Naturalmente.

Su respuesta me hizo reír de nuevo. Después negué con la cabeza, convenciéndolo de que no tenía malas intenciones, y volví a acercarme un poco más a él. Sakura parecía no poder creer lo que yo quería hacer.

- ¿Quieres decir que gané? - preguntó como si se tratara de un chiste - ¿Debido a mi perseverancia? ¿O cómo llamas a esto?

Yo lo miré a los ojos. Sabía perfectamente cómo se le llamaba a un desenlace como ese.

- Destino - afirmé.

Nuestras miradas se cruzaron un segundo antes de que mis ojos bajaran luego hacia sus labios, y los dos nos besamos intensamente, sintiendo el sabor a cerveza que se había impregnado en nuestras lenguas. Sakura me abrazó como abrazas a alguien que no ves hace mucho tiempo, como si me hubiese extrañado, o al menos hubiese extrañado abrazarme. Me llevó a la habitación, que quedaba inmediatamente al lado de la cocina, y los dos nos desplomamos sobre la cama y nos arrancamos la ropa en torpes manotazos.
Lo besos eran algunos dulces, otros apasionados, otros delicados. Yo llevaba casi dos semanas sin tener sexo, y aunque antes no me habría parecido tanto, el ritmo al que me había acostumbrado había logrado que esos quince días de abstinencia me llenaran de mal humor.
Era cómodo para mí, a decir verdad, estar con Sakura de esa forma. Era alguien a quien yo ya conocía, con quien ya había estado y con quien tenía plena confianza. Besarlo, acariciarlo y dormir con él no me ponían en una situación incómoda. No era lo mismo él que buscar consuelo en cualquier persona desconocida, pero ciertamente lo que yo buscaba era la contención de alguien que me hiciera sentir especial. Con todas mis fuerzas quería creer que finalmente, Sakura y yo podíamos darnos la oportunidad de una vida tranquila y estable.
Había retrocedido: aunque no me diera cuenta, otra vez mi debilidad me llevaba a buscar en alguien lo mismo que había buscado en Megumi. Quería seguridad.

Antes de quedarnos dormidos, abrazados tiernamente bajo las sábanas, Sakura susurró en mi oído "te amo".
Y esa noche dormí profundamente y no tuve ningún sueño, al menos ninguno que recordara al día siguiente. Sin embargo, no pude evitar que mis pensamientos se desviaran hacia la imagen de Gackt los últimos minutos antes de dormirme, y me abracé con mas fuerza al cuerpo de Sakura, pensando que de esa forma podría erradicar mis sentimientos de amor no correspondido.

A la mañana siguiente, me desperté solo.
Pero no estaba solo en el departamento. El ruido del agua corriendo en el baño me indicó que Sakura se estaba duchando.
Cuando miré la hora en el celular, me di cuenta que era considerablemente tarde para la hora en que él usualmente se iba al trabajo.
Me levanté y me vestí. Mi cuerpo se sentía más liviano que los días anteriores, y eso me hizo sentir bien. A lo lejos, a través de la ventana, se escuchó el ruido de un tren que pasaba.

- ¿Sakura? - murmuré luego de abrir despacio la puerta del baño.

Él se asomó por detrás de la cortina de la ducha.

- ¡Ah! ¿Ya estás despierto?

- ¿No se te hizo tarde para ir a trabajar? - le pregunté.

- Sí, me quedé dormido. Tengo que apurarme lo más que pueda - comentó.

Su rostro a través del espeso vapor se veía desdibujado.

- ¿Quieres que haga el desayuno mientras tanto? - le propuse para que ahorrara tiempo.

Sakura pareció ponerse contento.

- ¿Harías eso?

- Claro.

Preparé entonces dos tazas de café instantáneo y algunas tostadas. Pensaba que Sakura no tendría mucho tiempo como para sentarse a desayunar relajado, así que hice algo clásico y rápido. Justo cuando estaba poniendo todo en la mesa, apareció en la puerta ya vestido para trabajar, pero con el pelo todavía mojado.

- Gracias, Hyde - dijo acercándose con una sonrisa y me dio un beso en la boca.

- De nada.

Mientras desayunábamos, a mí se me ocurrió decir:

- Hoy voy a ir a la universidad.

Sakura me miró muy sorprendido, y esperó a terminar de tragar una tostada para responderme.

- ¿Enserio?

Yo levanté una ceja.

- ¿Es tan sorprendente?

Él se rió.

- Bastante. Entonces ya te tienes que ir también, ¿o no?

Asentí con la cabeza.

- Sí. Ya está por terminar el año y lo estuve pensando y... no debería echar a la basura todo lo que hice hasta ahora. Lo mejor es que estudie y apruebe los exámenes, o habría perdido todo el semestre para nada.

Sakura me sonrió. Me escuchaba con palpable emoción.

- Me parece estupendo. No deberías perder el semestre, es verdad. ¿No pasará nada con que vuelvas después de una semana?

Me encogí de hombros.

- Supongo que puedo inventar algo. Además no dejé de pagar la cuota. ¿Qué van a decirme? Querrán que me quede para que siga pagando, ¿o no?

Los dos dejamos el departamento a la misma hora. Sakura para ir a trabajar, y yo para ir a la universidad. También tendría que pensar en volver a conseguir trabajo, pero esperaría a que pasara la navidad. Mi mamá seguramente querría que yo fuera a Osaka para que pasáramos juntos la navidad y el año nuevo, y un trabajo ciertamente dificultaría un viaje como ese.
Antes de separarnos en una esquina, Sakura me deseó suerte y después me preguntó:

- ¿Vienes a cenar?

Yo sonreí con dulzura.

- Sí.

Aunque había tratado de evitarlo desde hacía meses, de pronto en menos de una noche nuestra relación parecía encaminada a algo realmente formal. Pero no me asustó.

Está de más decir que la clase en la universidad fue para mí verdaderamente difícil de entender, y que si realmente quería aprobar los exámenes tendría que leer y estudiar todo en mucho menos tiempo del que en realidad se le había asignado al resto de los alumnos. Pero sabía que era mi culpa después de todo, y acepté la responsabilidad sin quejarme.

Esa noche me duché en mi habitación del campus y por primera vez en mucho tiempo, me arreglé lo mejor que pude. Estaba decidido a dejar atrás todo lo que por tantos meses me había hecho tan mal, y que me había dejado al final todavía peor.
Arreglándome frente al espejo, noté que en la esquina de mi escritorio, sobre unos libros y entre varias otras cosas, todavía estaba sentado aquel peluche de gatito que Gackt me había regalado una tarde en Mc Donald's. La primera vez que él me había pedido que nos separáramos, ese peluche había sido mi droga, mi salvación. Sólamente presionar su panza y escucharlo decir "Nya~!" me había consolado.
Sentí un nudo en la garganta.
Ahora ese gatito no me parecía más que la representación en peluche de todo lo peor de mi vida, de las mentiras más hirientes que me habían dicho, de la mayor hipocresía de la que había sido víctima. Y lo odiaba por no haberme permitido olvidarme de Gackt durante esos meses en el pasado, en donde todo podría haberse terminado sin hacerme tanto daño.

Suspiré. No tenía que pensar en eso. Si estaba decidido a olvidarme de Gackt, entonces tenía que olvidarlo. Tenía que olvidarlo...
Y aunque lo que fluía por mis venas era ira, tanto si lo amaba como si lo odiaba, un sentimiento tan fuerte no me permitiría dejarlo ir jamás.
Tomé el peluche de gatito y lo apreté fuerte entre mis manos. Hacía meses ya que no emitía ningún sonido. Hacía meses que había muerto.
En un impulsivo arranque de resentimiento, agarré las tijeras que tenía entre otros útiles sobre el escritorio, y en varios intentos finalmente le corté la cabeza.
Los dos pedazos, la cabeza y el cuerpo, fueron entonces inmediatamente arrojados al cesto de basura.
No quería saber nada más con Gackt. No quería tener nada de él, ni en mi cuarto, ni en mi cabeza, ni en mi corazón.

Volví a mirarme al espejo y me convencí de que mi vida continuaba, y tenía que mirar hacia adelante. Después miré la hora en el celular.

- Bueno, ya es hora de irme.

La escena me había puesto un poco de mal humor, pero afortunadamente el hecho de estar vestido y arreglado no me permitió sentirme tan miserable como para ponerme a llorar.
Le había dicho ya a Sakura que cenaríamos juntos, y lo mejor era seguir por ese camino, no quedarse solo, no encontrar momentos para pensar en el pasado.
Guardé lo necesario en los bolsillos de mi jean, y atravesé con pasos largos el pasillo del campus hacia la salida.
Sin embargo, una sola imagen puede cambiar el rumbo de todas las cosas.
Cuando atravesé la reja negra de la entrada del campus y levanté la vista, allí estacionado contra la acera, destellaba superpuesto a todo el inmaculado convertible rojo de Gackt.
Mis pies se detuvieron, la expresión rígida de mi rostro se congeló, y casí sentí que todos los órganos estallaban en el interior de mi cuerpo.
Las piernas me temblaron cuando desde la ventana baja del asiento del conductor, los ojos de Gackt se fundieron en los míos.

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