Capítulo 16

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El corazón se me paró de repente. Ella todavía no me había visto, y tampoco pretendía que lo hiciera, así que mi primera reacción antes que saludar a cualquiera de los otros invitados o tan siquiera verlos, fue meterme en la cocina con cara de que hubiera visto un fantasma.

- ¿Hyde? ¿Qué pasa? – me preguntó Chacha, que estaba en la cocina sirviéndose cerveza junto a Ren.

Tras de mí entró Gackt, mirándome extrañado.

- ¿Qué hace la chica que está ahí? – pregunté enseguida, sintiéndome paranoico.

- ¿Qué chica?

- ¡En el living, sentada en el sillón que está al lado del reproductor de música! – dije porque había un sofá de cada lado de la mesita ratona.

Tanto Chacha y Ren como Gackt se asomaron por la puerta para ver de quién hablaba.

- ¡Ah! ¿La chica de cabello castaño? – dijo Chacha – es la nueva novia de Ju-ken.

Y eso fue suficiente para que terminara de helárseme la sangre.

- ¡¿Qué?!

- ¿Recuerdas que el día del bar Ju-ken se fue antes para ir por su novia? Pues era ella – me recordó Ren.

- ¿Por qué? – indagó Gackt - ¿La conoces?

Yo contuve un momento el aire y después lo solté en un solemne suspiro.

- Lamentablemente sí.

Los tres se quedaron esperando a que yo dijera de dónde la conocía.

- Va a la misma universidad que yo, y además... - hice una pequeña pausa – es mi ex-novia.

- ¡¿QUÉ?! – escuché a los tres decir al unísono y luego de eso siguieron unas risas.

- ¡No es posible que esa chica saliera contigo! – recalcó Ren mientras se reía y yo levanté una ceja.

- ¡¿Por qué no?!

- ¡Es que no puedo imaginarte al lado de una chica! Además, ¿no es incluso más alta que tú?

- Para que lo sepas, fuimos novios durante dos años – repliqué.

- ¡¿Dos años?! – exclamó Chacha.

- ¿Y acaso terminaron mal las cosas o por qué no quieres verla? – me preguntó Gackt con naturalidad.

- Bueno, a decir verdad las cosas terminaron bastante mal, y no sé... esta es una situación demasiado rara – respondí.

Ren volvió a asomarse por la puerta.

- Ahora que sale con Ju-ken, no sé si decir que su gusto mejoró o empeoró – comentó.

- ¡¿Qué quieres decir?! – pregunté y Chacha se rió.

- Bueno, ¿vas a ir a living o te vas a quedar toda la noche en la cocina? – me dijo y me tocó un hombro.

- Pues...

Iba a responder cuando Jin ingresó a la cocina.

- ¿Hasta cuándo van a estar para traer más cervezas? ¡Ah! ¡Hola, Hyde!

Yo me encogí de hombros, deseando que su saludo no se hubiese escuchado, pero de todas formas la música estaba bastante alta.

- Hola, Jin...

- ¿Vamos?

Ren y Jin tomaron algunas botellas y vasos y volvieron al living. Gackt me pasó entonces un brazo por sobre el hombro, en señal de que fuéramos también, pero yo clavé los pies en el suelo.

- ¿Qué pasa? No me digas que lo de tu ex es tan terrible – me dijo.

Yo me mantuve parado un instante y le dije en un susurro.

- Es que... ella aún no sabe que soy gay.

- Bueno, que se entere ahora – insistió tomándome de la mano.

- ¡Gackt!

- ¡¿Qué?!

- ¡No es tan fácil, además ella conoce a mi madre! ¡Y hasta vamos a la misma universidad!

Chacha nos miraba divertido, sosteniendo dos botellas.

- Bueno, bueno, igual no tienes nada de qué avergonzarte – me dijo suavemente – Ella sentirá más vergüenza que tú, ¡mira con quién sales tú y con quién sale ella!

Yo me sonrojé.

- Sí, pero...

Gackt le sacó una botella de vodka a Chacha y me la puso contra el pecho.

- Toma un poco de esto y se te olvida esa mierda. Vamos, es mi cumpleaños. ¿Quieres sentarte en el sillón de enfrente y fingir que eres hétero? Entonces me voy a revolcar con Masa.

- Satoru... - murmuró Chacha, como indicándole que no fuera así.

Sin embargo, aunque en cierto modo era una falta de respeto, yo me quedé callado. Y entonces tomé la botella y le di un largo trago. El vodka puro atravesó mi garganta y por un momento sentí que la derretía.

- Vamos – dije cuando despegué la botella de mi boca y se la devolví a Chacha.

Cuando fuimos hasta el living y nos sentamos en el sillón de enfrente al de Ju-ken y Megumi, nuestros ojos se cruzaron por primera vez. Y aunque yo estaba nervioso, noté que ella también se quedó helada al verme, y aquel rostro risueño que le vi desde la puerta del departamento fue reemplazado por una expresión de incredulidad. Yo moví un poco la cabeza en señal de saludo. No quería que todo el mundo supiera que nos conocíamos, y supuse que ella tampoco quería, así que simplemente me mostró una sonrisa discreta. Ju-ken tenía un brazo por sobre sus hombros, y los dos tenían una copa en la mano.

- ¡Vamos a tomar tequila! – dijo un semi-ebrio Masa colocando la botella sobre la mesita ratona.

- ¡¿Por qué siempre tequila?! – se quejó Ren.

- ¡Porque es divertido y es delicioso!

Debido a que yo quería emborracharme lo más rápido posible para evitar el momento embarazoso, tomé ávidamente todos los tragos que me ofrecieron e incluso me preparé algunos yo mismo. Cada vez que Gackt apoyaba una de sus manos sobre mis piernas, o me sonreía, o me acariciaba la cabeza; yo llegaba más rápido al fondo de mi vaso. La situación me ponía muy tenso y las miradas curiosas de Megumi ante cómo nos comportábamos me hacían revolver el estómago, que estaba ahora lleno de alcohol. Llegó un momento en que supuse que de todas formas Ju-ken seguramente le contaría de la relación que teníamos, así que me convencí de restarle importancia. Quería hacer feliz a Gackt el tiempo que pudiera estar con él en su cumpleaños.

- Hyde, ¿vienes al bar al que vamos después? – me preguntó Ren, sentándose en el apoyabrazos de nuestro sillón mientras bebía un trago rosado.

- ¡Ah! Me encantaría, pero en realidad no puedo. Tengo otro compromiso – dije para no decirle que me tenía que ver con otro hombre.

Ya había arreglado la noche con Sakura, y no podía cancelar.
Gackt lo sabía de todas formas, pero la verdad es que quedaba horrible decirlo en su cumpleaños. Además, todos sus amigos pensaban que yo estaba perdidamente enamorado de Gackt.

- Hey, ¿no estás tomando mucho? – me preguntó Gackt en un susurro mientras pasaba un brazo por sobre mis hombros.

A esa altura, yo me estaba riendo a carcajadas de cualquier tontería que decía cualquiera.

- ¿Qué? Claro que no.

- ¿A qué hora tienes que estar en casa de Sakura? ¿qué va a decir de que llegues tan borracho? – continuó diciendo en voz muy baja.

- ¡No estoy borracho! – repliqué - Mmm... le dije que estaría a las diez. ¿Qué hora es?

Gackt miró su reloj con dificultad.

- Las nueve y diez. En un rato antes de irnos al bar, te llevo. ¿Está bien?

Yo hice un puchero.

- Está bien... qué lástima que no puedo ir con ustedes.

- No importa. Nos podemos ver mañana – me dijo y me dio un besito en la mejilla.

Para ese momento, yo estaba muy subido de tono y me dejé caer un poco, apoyando mi cabeza sobre uno de sus hombros, y tomé su brazo entre los míos.

- Feliz cumpleaños – murmuré mientras cerraba los ojos y me dejaba embriagar por su perfume, que más o menos era lo único que me faltaba tomar.

- Gracias – me dijo aguantándose la risa y me acarició el pelo con la mano que yo no le estaba sosteniendo.

- ¡Feliz cumpleaños! – exclamó de pronto Masa y trajo un pastel desde la cocina, para luego apoyarlo sobre la mesita ratona.

Happy birthday to you,
Happy birthday to you,
Happy birthday...


Llegados a este punto, yo sinceramente me quedé callado, no sabiendo cómo hacer encajar su nombre, pero los demás siguieron cantando sin dudar:

Happy birthday, Satoru,
Happy birthday to you ♥


Después de los aplausos, Gackt sopló las velas. Yo me quedé viendo el pastel mientras lo cortaban, ya que tenía muy buena pinta.

- Feliz cumpleaños, feliz cumpleaños, feliz cumpleaños... - dijo una y otra vez Masa mientras lo abrazaba.

Tengo que admitir que me sentí un poco celoso. Me preguntaba si Masa y su novio ya habían terminado. También recordé que Ayumi me había dicho que él tenía mi misma edad. Lo examinaba de arriba abajo como un láser del aeropuerto mientras Gackt sostenía su cintura en un –para mi gusto- demasiado íntimo abrazo.
Ya estaba preparándome para cerrar los ojos en cuanto se dieran un beso, pero para mi sorpresa (y alivio), no lo hicieron. Chacha lo abrazó después, de una forma un poco más discreta, y así fueron sucediéndose los invitados. Quería ver de qué manera lo saludaba Megumi, pero ella sólo lo felicitó con una leve reverencia. Cuando inevitablemente llegó mi turno, supuse que todo el mundo esperaría que me le abalanzara como un indigente sobre un plato de comida, y tal vez en mis cinco sentidos me habría dado vergüenza hacerlo, pero... dado que ahora sólo contaba con cuatro o tal vez tres, hice exactamente eso y más. Tomé su rostro entre mis manos, y después de murmurar un "feliz cumpleaños", lo besé profundamente y me dejé abrazar por él. Escuché unos burlones "awwww" de fondo y, cuando nos separamos, nos reímos también.

- Bueno, ¡rápido que quiero comer el pastel! – dijo alguien y todos más o menos se ubicaron.

Disimuladamente observé a Megumi mientras todo el mundo se acomodaba. Estaba pálida como una hoja de papel y parecía que se sentaba en el sofá más bien porque estaba a punto de desmayarse que porque iba a comer una porción de torta. En ese momento me pregunté si estaría bien lo que había hecho, pero al ver a un risueño Gackt cortando las porciones, de pronto me importó un bledo. Pero estaba bien que por hoy lo olvidara: ya me lo recordarían el lunes todos mis compañeros de la universidad.

Después de comer un poco y por supuesto seguir bebiendo, algunos sugirieron que ya era hora de irse al bar. Yo, por mi parte, tenía un rumbo muy distinto: tenía que ir al departamento de Sakura. Me despedí de Eneru, a quien veía multiplicado por mil, y de los demás invitados y, una vez en el subsuelo, me subí al auto de Gackt.

- ¿Después de dejarme te vas al bar? – pregunté.

Gackt puso cara de que fuera obvio mientras encendía el motor.

- Claro, ¿acaso no voy a estar en la celebración de mi cumpleaños?

- No lo digo por eso, idiota – repliqué – me refiero a si vas en el auto.

- Sí – respondió y el auto salió a las calles.

- ¿Y a la vuelta?

Él encendió la radio.

- ¿A la vuelta qué?

- ¿En qué vas a volver a la vuelta?

- Pues en auto, no sé tú pero yo todavía no me puedo teletransportar – dijo de forma burlona.

Entonces le di un leve golpe en el brazo.

- ¡Deja de hacerte el estúpido, ya sabes a lo que me refiero! Vas a estar muy ebrio como para volver en auto, ¡deberías tomarte un taxi!

- ¿No confías en mi capacidad para conducir?

- No confío en tu capacidad para controlar cuánto bebes, y menos en tu cumpleaños – le dije, pero él se rió.

- Yo no soy el que se está cayendo de borracho, ¿o sí?

Hice un puchero y me quedé en silencio, a lo que él se volvió a reír. Al parecer encontraba muy gracioso arriesgar su vida, pero yo me había quedado preocupado. Dimos la vuelta en una esquina y el auto se detuvo frente al edificio de Sakura.

- Ya llegamos – dijo.

Yo continué sin inmutarme y me saqué despacio el cinturón de seguridad.

- No quiero que te mueras.

Gackt se carcajeó.

- Lamento decirte que algún día me voy a morir.

- Pero no hoy – sentencié.

- Bueno, eso no es algo que yo pueda decidir. ¿Qué harás si me muero hoy, ah?

- Extrañarte mucho – dije haciendo un puchero, realmente estaba bastante ebrio.

Él se rió de nuevo.

- Ah, ¿sí?

- Sííí...

Me incliné un poco sobre él y lo abracé por el cuello, acercando mis labios a los suyos.

- ¿Quieres un beso de despedida antes de mi muerte? – me preguntó en un murmullo y me abrazó por la cintura.

- Ssshh, ¡no hagas esos chistes! – exclamé y nos besamos profundamente.

En medio del beso, él se desabrochó también su cinturón de seguridad para estar más cómodo y continuamos besándonos durante unos cuantos minutos. Mi mente, sin que pudiera controlarla, divagaba una y otra vez, remontándose a los recuerdos de la noche anterior. Cuanto más traía a mi memoria la sensación de nuestras pieles tocándose, de esos besos, de esos abrazos; más acalorado me sentía. Incluso recordar el momento en que me había ahorcado, extrañamente, me proporcionaba un escalofrío de placer. Si hubiese estado sobrio, me habría dado cuenta de que algo enfermo estaba comenzando a desarrollarse en mí (o comenzando a despertarse), pero como estaba ebrio, en lo único en que pensaba era en satisfacer esos incipientes deseos.

- ¿Cómo puede ser que me gustes tanto...? – murmuré mientras descendía apenas para besarle el cuello.

Mis manos incluso ya buscaban los botones de su camisa, pero él las tomó con las suyas y me separó algunos centímetros.

- ¿No deberías bajar ya a la casa de Sakura? – me dijo.

Yo hice un puchero.

- Sí, pero... supongo que puedo tardar un poco más. ¿Qué pasa? ¿Es por el tapizado del auto? – me reí – Pongamos ropa sobre el asiento – sugerí de manera burlona.

Él se rió también, aunque miró hacia otra parte. Parecía un poco nervioso, pero yo no estaba precisamente en los detalles esa noche.

- Podríamos – afirmó – Pero no traje preservativos.

Una risa espontánea se apoderó de mí.

- Ah, ¿sí? ¿Es que no pensabas acostarte con nadie esta noche en el pub?

Gackt sonrió discretamente y me acarició el cabello con dulzura.

- Claro que no.

Yo le devolví la sonrisa y lo miré a los ojos. El estómago me crujía entre nerviosismo, enamoramiento y alcohol.

- Entonces... nos vemos mañana.

Los dos nos bajamos del auto y él me acompañó a la puerta del edificio. Incluso después de que toqué el timbre para que Sakura bajara, nos dimos algunos besos traviesos entre risas.

- Pórtate bien – me dijo y se metió las manos en los bolsillos de la chaqueta de cuero – no sigas tomando.

- Por supuesto – me reí – voy a tomar otra cerveza, quizás. Si Sakura las compró, no podré decir que no. ¿Tengo aliento a alcohol?

- Sí – respondió riéndose – Debiste comerte un caramelo de menta antes de venir.

Nos dimos un último beso de complicidad y entonces él se alejó.

- Feliz cumpleaños – volví a decirle mientras él caminaba nuevamente hacia el auto.

- Gracias – me dijo desde esa distancia, pero entonces pasó algo que arruinó no solamente la noche, sino que mucho más que eso.

Cuando sacó una de sus manos del bolsillo para abrir la puerta del auto, un pequeño paquete plástico cuadrado cayó y rodó por la vereda. Era un preservativo.
La sonrisa de estúpido que tenía hasta ese momento y que había tenido toda la noche, se me borró lentamente y fue reemplazada por una expresión de perplejidad. Los dos nos quedamos congelados, como si fueran a retratarnos, hasta que la ira que se estaba almacenando en mi interior subió y se escapó por mi boca.

- ¿Lo vas a dejar ahí tirado? – le dije.

Entonces él contuvo el aire y se agachó recogerlo.

- Debió quedar en el bolsillo de la chaqueta. No sabía que estaba ahí, debí olvidarlo – me explicó innecesariamente, incluso con la voz levemente temblorosa.

- Ah, ¿sí?

No es que me molestara que fuera a acostarse con otro el día de su cumpleaños (que a decir verdad me ponía celoso, pero no podía reclamarle nada), sin embargo me molestaba la mentira. Hacerme creer que yo era el único con el que quería estar y después preferir estar con cualquier otro. La situación me había herido el orgullo: porque yo casi que le había propuesto tener sexo conmigo hacía un instante y él me había rechazado, sólo porque prefería hacerlo con cualquier otra persona en el bar antes que conmigo.
La sangre me hervía.

- Ah, ¿sí? – volví a repetir – Pues espero que no se te olvide esto, porque es tu regalo de cumpleaños.

Vi por el rabillo del ojo que Sakura ya atravesaba el hall del edificio y se acercaba para abrirme la puerta.

- ¡Feliz cumpleaños, mírame bien!

Y en cuanto Sakura abrió la puerta, yo, como un maldito resentido, me abalancé sobre él y lo saludé con el beso más apasionado que jamás le hubiera dado y que seguramente jamás habría esperado de mí. Perplejo, pero a gusto, me abrazó por la cintura y entonces yo lo abracé más fuerte. Cuando, en medio del beso, abrí apenas los ojos, vi a Gackt aún parado junto a la puerta del automóvil, con una expresión en su rostro que me pareció entre triste, decepcionada e incluso dolida.
Tras entrar finalmente al edificio, disimuladamente vi que el auto de Gackt se perdía entre las calles.

- ¿Qué fue eso? – me preguntó Sakura burlonamente.

Yo estaba concentrado en otra cosa y no me di cuenta a lo que se refería.

- ¿Qué cosa?

- ¡Ese beso! ¿Estuviste tomando? Tienes gusto a alcohol – preguntó riéndose mientras caminábamos juntos hacia el elevador.

- ¡Ah! Más o menos, es que vengo de un cumpleaños.

- Ya veo. Me recuerda al primer día que salimos después de que vine a Tokyo.

- Ah, ¿sí? ¿por qué?

- ¿No te acuerdas? También te pusiste ebrio y te me tiraste encima.

Yo me sonrojé y miré hacia otro lado, recordando vagamente ese momento. Esa vez, cuando Sakura me había correspondido, apresándome contra la reja del campus, mi estómago se había llenado de miles de mariposas. Si lo pensaba ahora, no sentía la misma emoción que entonces. Incluso en ese preciso momento, la única estúpida razón por la que había besado a Sakura recién había sido lastimar a Gackt por haber herido mi orgullo.
Recordarlo me hacía hervir la sangre.

- Sí, bueno...

- Supongo que te pones más cariñoso cuando bebes – comentó riéndose.

Entramos al departamento y él cerró la puerta tras de sí.

- Había comprado un par de cervezas para que bebiéramos juntos, pero... estás en el punto justo de ebriedad y temo que haciéndote beber más, tal vez te acuestes en mi cama y te quedes dormido – me dijo entre seductora y burlonamente – y no queremos eso, ¿no es cierto?

Sus manos se posaron en mi cintura y sus labios se acercaron a los míos. Mi mente estaba todavía en aquella expresión que había puesto Gackt al verme, y eso me molestaba. Últimamente yo siempre estaba pensando en él, cuando claramente él no lo hacía. Me molestaba tanto no entenderlo, no pensar como él, no poder meterme en su desequilibrada cabeza y saber qué era lo que pensaba. Sólo quería volverme desinteresado, tener ojos sólo para Sakura, como cuando tenía quince años. Él sí quería estar conmigo, siempre había querido estarlo. Si yo le ofreciera mi cuerpo, jamás se le ocurriría rechazarlo.
Coloqué mis manos a los costados de su rostro y lo miré a los ojos.

- Entonces mantenme despierto – susurré.

Inevitablemente sus labios se fundieron con los míos. Loco de resentimiento, despecho, alcohol, ira; casi fui yo mismo quien guió nuestros pasos hacia la habitación. Cuando caímos juntos sobre la cama, sin detener los besos en ningún momento, noté que Sakura intentaba controlarse en algunos aspectos. Supuse que tal vez tenía miedo de que yo hiciera lo de siempre: llevar su excitación hasta un punto irreversible y después desentenderme. Pero esta vez, yo no tenía esas intenciones. Besé su cuello como si quisiera comérmelo e incluso mientras tanto desabroché rápidamente los botones de su camisa.
Por un momento pensé que tal vez a él le parecería demasiado extraño mi repentino cambio de actitud y que me cuestionaría al respecto, pero no. Invadido por la excitación que un yo sediento de placer le provocaba, sin hacer ninguna pregunta se dejó llevar. Correspondió a mis apasionados besos y me sacó la ropa al ritmo en que yo le sacaba la suya. Y cuando invirtió la posición en la que estábamos para finalmente quedar sobre mí, ni siquiera me preguntó si estaba listo. Supongo que lo leyó en mis ojos.

- No puedo creerlo... - murmuró tan sólo y me besó la frente – Te prometo que voy a ser muy cuidadoso.

Ante sus palabras, recordé fugazmente que él creía que yo todavía era virgen. Bueno, digamos que de todas formas casi lo era, y él no tenía por qué darse cuenta o por qué saberlo.
Luego de que se puso el preservativo y se recostó nuevamente sobre mí, nuestras miradas tambaleantes se cruzaron y correspondí a su beso suavemente. Dentro de mi cabeza todo era ruido y aunque sabía perfectamente lo que estaba haciendo y quería hacerlo, me sentía perturbado. ¿Cómo podía hacer desaparecer ese resentimiento, ese nudo en la garganta, esos recuerdos de la noche anterior? Todo era demasiado reciente, como una pelota de acontecimientos. Mientras Sakura me besaba y me acariciaba, mi mente llamaba los labios y las manos de Gackt. Recordaba lo emocionado e ilusionado que me había sentido y me llenaba de rencor, y me vaciaba de amor, y me revolvía y me licuaba. Mis sentimientos eran tan contradictorios que me era muy difícil entenderlos.
Cuando Sakura entró lentamente en mí, por un instante todo lo demás desapareció. Tal vez eso era lo que yo había buscado comportándome así. Olvidarme de todo, aunque sea durante esos minutos.
Si esto hubiese sucedido hacía apenas unos meses atrás, seguramente habría sido el momento más significativo de mi vida. Pero realmente es increíble cómo las cosas pueden cambiar de forma tan drástica en tan poco tiempo. Y a veces es tan raro el amor, y tan raro el destino, y tan rara la vida. Yo no quería enamorarme de Gackt, y me negaba rotundamente a aceptar que eso estuviera sucediendo. Quería volver a desvivirme por Sakura, o tal vez por cualquier otro, pero no. Tenía que ser Gackt, que era más difícil de resolver que un cubo de Rubik de veinte lados.
Aunque le estaba dando mi cuerpo a Sakura, mi alma y mi mente estaban muy lejos. De a ratos, su respiración profunda y pausada me traía de nuevo a la tierra y mirarlo a los ojos, besarlo, acariciarlo, me llenaba de nostalgia. Sintiendo los latidos de su corazón contra el mío, lo abracé fuertemente, casi como si quisiera sostenerme de él para no caer en un abismo. Y así era. Deseaba que de esa forma, haciéndome el amor dulcemente, pudiera regresar el tiempo atrás, recuperar los sentimientos perdidos, destruir los nuevos. De alguna forma sabía que si seguía así, si quería a alguien como Gackt, mi vida se descarrilaría por completo. Y Sakura era mi único nexo con mi vida de antaño, mi única salvación. Si tan sólo pudiera amarlo...
Sin querer, una lágrima brotó de uno de mis ojos mientras lo abrazaba. Sakura me acarició el cabello y me besó una mejilla.

- ¿Te duele mucho? – me preguntó.

Yo negué con la cabeza, incapaz de decir demasiado.

- No... - respondí con un nudo en la garganta – Te quiero... ¿sabes?...

Él me sonrió.

- Yo también, muchísimo...

Mi corazón parecía a punto de resquebrajarse esa noche, después de que, tras hacer el amor, me abrazara tiernamente y se quedara dormido. "Gracias por permitirme ser el primero", me había dicho. Yo me sentía un maldito infeliz. ¿Por qué? "Él no lo sabe, y es feliz así..."
Pero eso no me consolaba. Y lo peor era que aún creyendo que era el ser más maldito sobre la tierra, no podía dejar de pensar en Gackt. Qué estaría haciendo, si estaría con otro, si se sentiría mal por lo de hace un momento o si simplemente le había importado un bledo. Recordé que volvería en auto del bar y mi corazón se aceleró de pensar que le pudiera pasar algo por estar alcoholizado. "Y si muere en un accidente y no lo veo nunca más, ¿qué haré? Tal vez si no hubiese tenido que alcanzarme hasta la casa de Sakura, entonces se habría ido en el auto de alguien más y no habría conducido, entonces... todo sería mi culpa."
Me toqué el pecho con una mano, pensando en las posibilidades más terribles y siniestras, sintiéndome culpable de antemano por algo que ni siquiera había pasado.
Me asomé al borde de la cama y busqué el teléfono celular entre mi ropa, que estaba en el suelo. Pero no tenía ningún mensaje.
"¿Será que yo debería escribirle...? Pero es a él a quien se le cayó un preservativo". El enojo regresó por un instante, como una suerte de acidez.
Volví a apoyar la cabeza en la almohada y al acomodarme, me di cuenta de que había quedado un poco adolorido por lo de recién.

- Supongo que las próximas veces me dejará de doler... - susurré para mí mismo, apretando los ojos.

Aún no terminaba de encontrarle el gusto al sexo.
Me acerqué más a Sakura y apoyé mi cabeza sobre su hombro. Entonces me forcé a quedarme dormido, aunque mi cabeza no dejaba de hablarme y molestarme.

Al día siguiente, mi primera reacción fue volver a mirar el celular. Nada.
Sabía que, como era domingo, Gackt entraba a trabajar a las cuatro y salía a las doce de la noche. Recordé que me había dicho que nos viéramos, pero ahora que lo pensaba, no había ningún horario como para eso. Y no creía que quisiera verme ahora, ni yo estaba seguro de querer hacerlo tampoco. Como Sakura continuaba dormido, creí que sería apropiado acallar mi culpabilidad preparando el desayuno antes de que se despertara.
Bastante aturdido por la resaca y por los pensamientos que todavía me surcaban, me vestí y caminé hasta la cocina. Puse agua a hervir para preparar café instantáneo mientras preparaba las tazas. Me pasé una mano por la frente y volví a mirar el celular.

- Basta, tengo que dejar de hacer esto – me dije a mí mismo y lo dejé sobre la mesa.

Unos minutos después y sin que yo pudiera predecirlo, Sakura se apareció en la cocina.

- Vaya, ¿te levantaste temprano para hacer el desayuno? – me preguntó abrazándome por la espalda.

Yo me estremecí al principio.

- ¡Sakura! Me asustaste – suspiré, tocándome el pecho – Sí, pero me arruinaste la sorpresa.

Él se rió.

- Lo siento... de todas formas, creo que prefería despertarme y que todavía estuvieras en la cama – dijo y me dio un besito en la nuca.

Yo me sonrojé mientras seguía revolviendo el café y el azúcar en una de las tazas.

- Qué dices...

- Me hiciste muy feliz ayer... ¿sabías? – susurró contra uno de mis oídos y me abrazó más fuerte.

Yo contuve la respiración al sentir un escalofrío. Entonces Sakura comenzó a besarme el cuello y a aferrarse más a mí. Me acarició los brazos hasta sujetar mis manos, que sostenían la taza y la cuchara, y las apartó de allí, obligándome a apoyarlas sobre la mesada y haciendo que me inclinara hacia adelante.

- Sakura... - murmuré, pero él continuaba con lo suyo.

Tampoco era como si, ahora que ya lo habíamos hecho, de repente fuéramos a hacerlo a toda hora en cada rincón de la casa y en todas las posiciones del kamasutra y el tantra.

- Espera...

- Vamos a la habitación... - susurró contra mi oído.

¿Qué le iba a decir? ¿que prefería quedarme bebiendo café y conversando sobre la economía mundial? Sabía que si le ponía cualquier excusa (que me dolía la cabeza, por ejemplo, lo cual era cierto) crearía una situación incómoda y Sakura terminaría sintiéndose mal por mí y por nosotros y por los niños enfermos de África. Así que preferí ahorrarme esa situación, tampoco era que me costara tanto...
Apagamos la hornalla sobre la que estaba calentándose el agua y fuimos besándonos y desvistiéndonos hacia la habitación. Hicimos el amor de nuevo lentamente, y aunque a mí todavía no dejaba de dolerme, Sakura se empeñaba en ser cuidadoso y en preguntarme cada tanto "si estaba bien". Me preguntaba si había hecho mal en acostarme con él la noche anterior sin estar convencido del todo de si realmente me gustaba, pero cuando veía su sonrisa, o cuando me besaba el rostro con delicadeza, sentía que estaba en el lugar correcto con la persona correcta. Las cosas pasaban por alguna razón, tal vez...

Durante todo el día y también durante la noche, no tuve noticias de Gackt. Como no tenía que pasear a Eneru los fines de semana, tampoco tenía una excusa para ir a su casa. Y tampoco sentía que tuviera que disculparme por algo. Él era el que me había mentido, yo sólo había reaccionado en consecuencia. En todo caso, con quien me había portado pésimamente era con Sakura, pero suponía que ya me había redimido por eso también.
Pasé la tarde en el campus decidiendo si debería contarle lo que había pasado a Ken o a Ayana o a alguien. Pronto llegarían las vacaciones de verano y mi madre seguramente iba a pedirme que viajara a Osaka para visitarla. Cada vez que lo pensaba, me ponía nervioso planear cómo iba a ocultarle mi vida de ahora. Todavía no estaba preparado para que ella lo supiera y además, ¿qué iba a decirle? ¿que era gay y que estaba saliendo con dos hombres sin tener nada serio con ninguno?
Al día siguiente paseé a Eneru, tal y como lo habíamos acordado, a una hora en que Gackt ya no estaba en su departamento. Era extraño tener las llaves, y estar allí sin que hubiera nadie en la casa. Cuando volví para dejar al perro, me relajé de paso en uno de los sillones. La vista que el ventanal ofrecía de la ciudad era realmente hermosa, incluso por la mañana.
La laptop de Gackt estaba abierta sobre la mesita ratona y yo no pude con mi curiosidad. Cuando presioné el botón de inicio, una pantalla celeste se encendió ante mí.

"Por favor, escriba la contraseña"

- ¡Diablos! Mmm... 4julio1973

"Contraseña incorrecta X"

- ¡Maldito!

Eneru me miraba desde el suelo levantando las orejas.

- E... ne... ru... 1 – tecleé por teclear.

"Contraseña incorrecta X"

- Nunca la voy a adivinar – suspiré tocándome la frente – Bueno... tengo que ir a la facultad. Mmm... "cocinafrancesa" – tecleé por última vez.

"Contraseña incorrecta X"

- ¡Mierda!

Me puse de pie y antes de irme, noté que la chaqueta que Gackt había usado la noche del sábado para ir al bar estaba colgada en una de las sillas. Por supuesto que hice lo que cualquiera habría hecho en mi lugar teniendo la oportunidad: revisé los bolsillos. Pero el preservativo ya no estaba allí.
La ira que había sentido ese día, que se había atenuado al paso de las horas, regresó a mí como un acto reflejo. "Era obvio" pensé, sin embargo.

Al llegar a la universidad, tengo que admitir que tenía ganas de todo menos de estudiar. Asistí a la clase hecho un muerto viviente y apenas noté que muchos otros estudiantes me miraban con atención. Pensé que sería mi cabello despeinado o mi aspecto desarreglado, pero no me imaginaba que lo que Megumi había visto el sábado se propagaría por toda la universidad.
Casi dormí toda la tarde, puesto que no tenía ganas de hacer nada más, revisando el celular cada tanto. Me sobresalté cuando un mensaje llegó, pero simplemente era Ayana invitándome a cenar al día siguiente.
Al llegar la hora del paseo nocturno de Eneru, me peiné un poco mejor y salí del campus hacia la casa de Gackt. Estaba nervioso porque seguramente lo vería, pero no sería necesario llegar hasta su departamento: su automóvil, para mi sorpresa, estaba estacionado justo enfrente del campus.

Be destinedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora