Capítulo 7

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Al día siguiente, cuando desperté, Sakura ya no estaba abrazándome. Dormía de espaldas a mí y despertó unos diez minutos después que yo. Me dio los buenos días con un beso y yo le sonreí. No me sentía tan mal ahora que había dormido pero, mi visión de las cosas era un poco diferente.

- Hyde, ¿estás bien? – preguntó de pronto mientras desayunábamos en la cocina.

Entonces me di cuenta de que tal vez estaba siendo demasiado evidente.

- Sí, ¿por qué lo preguntas? – dije intentando parecer extrañado.

- Estás un poco callado.

- Es que... no me dan muchas ganas de hablar cuando recién me levanto.

En realidad, no era cierto, pero era algo que le pasaba a muchas personas así que, me pareció creíble. Sakura sonrió, me acarició la cabeza y me besó una mejilla. Yo lo miré sorprendido.

- Me alegra conocer más cosas de ti – me dijo entonces y acarició mi mano, que estaba sobre la mesa.

Eran las doce y media del mediodía, y sentí que era demasiado si me quedaba a almorzar así que, le dije que ya tenía que irme. Él se ofreció amablemente a acompañarme a la parada del autobús y no pude declinar. Una vez allí, sujetó mi mano hasta que el colectivo llegó.

- Nos vemos mañana, o tal vez en la noche – me dijo y me dio un discreto beso en la boca.

- Nos vemos – respondí sonriendo y me subí.

Y aunque pensé que estaba más contento, apenas me senté en el asiento del bus, otra vez me dieron ganas de llorar.

- Ahhh... ¡¿pero qué puedo hacer~?!

Me mordí el labio inferior y miré la calle por la ventanilla. Era sábado, así que no había mucha gente a esa hora. Incluso el asiento a mi lado estaba vacío.
Necesitaba hablar lo que había sucedido con alguien, pero la única persona que sabía siquiera que me gustaban los hombres era Gackt.
Saqué el celular del bolsillo y miré la hora en la pantalla. Eran casi las 13.

"¿Podemos almorzar juntos? ♥" – escribí en el mensaje y se lo envié.

Esperé pacientemente durante cinco minutos, pero no hubo respuesta. Incluso terminó el recorrido del autobús y jamás hubo respuesta.
Caminé las cuadras que faltaban hasta el campus observando el celular y esperando a que llegara el mensaje, pero nunca llegó.
Entré en mi habitación y prendí la luz. Ken no estaba.
Me senté sobre la cama y me quité el abrigo.

"Al menos podrías decirme que no (T///T)" – escribí y dudé un poco en enviarlo, pero finalmente lo hice.

Me dejé caer en la cama y miré el reloj. 13:35.
Y entonces lo recordé. ¡También estaba Ayana! Me senté nuevamente a la velocidad del rayo y le envié un mensaje.

"¿Podemos almorzar juntos? Quiero hablar contigo... ¿podrías? Sé que no nos conocemos mucho pero me siento mal (T_T)"

La contestación tardó unos dos minutos.

From: Ayana
"¡¿Qué te pasó?! (T_T) Estoy de guardia en el hospital, pero tengo un receso para almorzar a las 14. Si llegas a la cafetería que está en la esquina a esa hora podemos encontrarnos un rato!"


Mis ojos se iluminaron por un momento y escribí rápidamente la respuesta.

"¿Recuerdas a Sakura? Me siento desilusionado (T_T) ¿cuál es la dirección de esa cafetería?"

Ayana me envió la dirección y sin dudarlo volví a ponerme el abrigo y salí enseguida para allá. Llegué a las 14:02 y me senté impacientemente en una de las sillas. Incluso antes de que la mesera se acercara a atenderme, Ayana entró por la puerta agitada, como si hubiese venido corriendo. Traía una mochila y estaba vestida con un sobrio pero bonito traje blanco de enfermera. Caminó rápidamente hasta mi mesa y yo observé sus pies que traían zapatos blancos sin tacón. Así y todo, sus piernas se veían torneadas y juveniles. Se veía absolutamente encantadora.

- ¡Waaa qué hermosa te ves! – exclamé juntando las manos.

Ella pareció trastabillar justo antes de llegar a su silla.

- ¡¿Qué no te sentías completamente desolado?!

Entonces recordé lo que había pasado con Sakura.

- Oh, sí... - murmuré desanimadamente y la miré con ojos cristalinos.

- ¡No! – dijo ella e hizo un gesto negativo con una mano – ¡No es que prefiera que estés así!

Se sentó en su silla y colgó la mochila en el respaldo.

- Te sienta muy bien tu traje de enfermera – dije viéndola mientras se acomodaba.

- Gracias... - dijo ella y se sonrojó un poco.

- Si trabajas de una forma tan relacionada con la medicina, de seguro sabrás bien cómo proceder cuando estés embarazada – dije juntando las manos sin pensar.

- ¡¿Quién va a estar embarazada?! – exclamó ella y pareció que se atragantaba.

Yo abrí grandes los ojos.

- ¿Tet-chan y tú no quieren tener hijos?

- ¡Pero ni siquiera estamos casados! – respondió y se adelantó un poco sobre la mesa.

- ¿Pero no planean hacerlo pronto? Ya tienen una casa, los dos tienen trabajo, viven juntos...

Ayana miró de reojo hacia un costado y me pareció ver que se ponía algo nostálgica.

- Pero... - dudó un momento – Tetsu aún está en la universidad.

Me quedé en silencio, pensando si era imprudente continuar con el tema.

- Bueno, ¿no vinimos a hablar de ti? – me dijo de pronto y me miró de frente, levantando un poco las cejas y sonriendo.

Yo me aclaré la garganta y justo entonces llegó la mesera. Pedimos algo ligero para almorzar y entre que llegaba la comida, comencé a contarle lo que había pasado.

- No estoy seguro de por qué me siento mal, en realidad no es que Sakura me hubiese forzado a hacer nada o que hubiese hecho algo fuera de lugar, pero... no sé... siento como si lo hubiera bloqueado – dije viendo mi sándwich sobre el plato una vez que hube terminado de contarle todo.

Ayana me miró y luego miró un momento por la ventana.

- Bueno... creo que como él te ha gustado en secreto por tantos años, me temo que tal vez lo hayas idealizado demasiado. Quizás era mejor para ti imaginarlo como la persona perfecta a tu modo, aunque no lo fuera, pero ahora que las cosas se volvieron reales, la forma en que él procede es diferente a la que te habías imaginado por años y es natural que te sientas perdido, confundido y decepcionado. Pero no es culpa de Sakura, no es como si él te hubiese prometido que sería como tú te lo imaginabas.

Agaché la cabeza y miré hacia abajo. Era cierto... además había pasado mucho tiempo sin verlo y seguramente él había cambiado.

- ¿Quieres decir que todo este tiempo estuve enamorado de una persona que no existe? – pregunté tristemente.

- No es que no exista, pero tal vez no es él – me dijo ella suavemente y me sonrió.

Sin embargo, a mí me dolía y me costaba aceptar que había ocupado mi mente y mi corazón por tantos años en vano. Yo aún lo amaba, o al menos eso creía.

- Entonces...

- Oye, dije tal vez – me interrumpió – Creo que lo que tienes que hacer es intentar desprenderte de tus prejuicios y comenzar a conocerlo desde cero, tal y como él hace contigo.

- ¿Tú crees...?

- Pero...

Hubo un pequeño silencio. De pronto, el rostro de Ayana se volvió un poco más sombrío. Miró rápidamente el reloj.

- ¿Sabes, Hyde? Creo que tal vez... - noté que dudaba en si decir o no lo que iba a decir – Tal vez deberías ir con cuidado. Por lo que me parece, creo que... sólo le interesa acostarse contigo.

Yo abrí grandes los ojos. De todas las cosas que me podría haber dicho, esa era la peor y la que menos creía.

- ¿Qué? No, no, claro que no – respondí negando con la cabeza – Él siempre es muy dulce conmigo, y...

- Pero Hyde, a veces los hombres son así porque saben que esa es la forma más fácil de convencerte.

Me quedé seco.

- Pero él no me haría eso, ¿quieres decir que está fingiendo? – pregunté afligido.

- No, no quiero decir nada porque no lo conozco, pero sólo digo que vayas con cuidado. Sé que él era uno de tus mejores amigos en la secundaria, pero me parece extraño que después de tanto tiempo de la nada se comporte como si fueras el amor de su vida y te diga tantas cosas bonitas.

De pronto sentí que tenía razón. Si lo pensaba fríamente, aunque no quisiera creerlo...

- ¿Y qué debería hacer?

Ayana pensó un momento.

- Tal vez deberías evitar acostarte con él, digamos por... un tiempo considerable. De esa forma, él continuará cerca de ti, tanto si es ese su único propósito como si no. Y si pasan todo ese tiempo juntos, él te conocerá más y tal vez termine enamorándose realmente de ti, por lo que cambiará de opinión y querrá quedarse contigo. Y si no es ese su propósito, tampoco les vendría mal conocerse más, ¿o no? – ella sonrió.

Yo miré un momento hacia arriba, me parecía razonable. Si Sakura realmente me quería como decía, podía esperarme... además era natural que yo quisiera tomarme mi tiempo. Pero aún así, me daba miedo que al poco tiempo se aburriera y terminara alejándose, porque de esa forma confirmaría lo que Ayana creía de él.

- Está bien, eso haré.

De pronto ella tomó su mochila, sacó la billetera y colocó un poco de dinero sobre la mesa.

- Me encantaría seguir conversando pero ya tengo que volver a trabajar. Espero que te haya servido lo que te dije.

- Sí, muchísimas gracias – respondí sonriendo – gracias, de verdad.

- Te dejo el dinero para que pagues porque por lo que veo tú aún debes comerte tu sándwich. No empieces con esa porquería de no comer porque estás deprimido. Y si tienes ganas de hablar de nuevo, puedes enviarme un mensaje y comer juntos en mi casa, ¿está bien?

- Sí, eso sería genial – respondí emocionado.

Ella se acercó a abrazarme y luego de que yo le enviara saludos para Tetsu, salió de la cafetería. Yo miré mi plato y suspiré. En realidad seguía sin tener hambre, pero lo había pagado...

- ¡¿Por qué soy tan tacaño?! – pensé en voz alta mientras me obligaba a morderlo.

Eran casi las tres cuando salí de la cafetería. Me sentía aliviado y más ligero, pero al mismo tiempo sentía preocupación y estaba algo triste. Sin embargo, aunque lo que había escuchado era algo doloroso para mí, estaba feliz de haber podido hablarlo con Ayana. Ella sin duda era una gran persona que había decidido usar su receso para hablar conmigo, y estaba seguro de que no había aparecido en mi vida por nada.
En lugar de tomarme un colectivo, como había hecho para venir, caminé hasta el campus. No tenía prisa y también necesitaba pensar. Una vez que estuve allí, y corroboré que Ken aún no se encontraba en la habitación, me senté en el escritorio y miré el reloj. Eran las 15:45.

- Estudiaré hasta las 17:30 – me dije con determinación y abrí el libro.

Con mucho esfuerzo logré concentrarme y veinte minutos después ya estaba resumiendo y anotando con naturalidad, sin pensar en otra cosa que no fuera el estudio, aún si mi semblante no había podido dejar de ser triste. Incluso la habitación se veía un poco más sombría que de costumbre. De pronto, mi celular sonó: era un mensaje. Me levanté para sacarlo del bolsillo de mi abrigo y lo abrí.

From: Gackt
"Te dije que trabajaba hasta las cuatro los sábados, genio. ¿Ya comiste? ¿y por qué me pones un corazón? ¿te gusto ♥?"


Miré instintivamente la hora, eran las 16:15. Gackt me había enviado el mensaje justo después de salir del trabajo.

- Ahhh~ olvidé que trabajaba hasta las cuatro los sábados, quedé como un idiota.

Volví a leer el mensaje y, por primera vez en el día, me hizo reír.

"¡Claro que NO! Y sí, ya comí (v_v) olvidé que salías a las cuatro, lo siento (T_T)"

La respuesta llegó pronto.

From: Gackt
"Me lo imaginé. ¿Entonces quieres venir a cenar?"


Sin poder evitarlo, sonreí. En realidad últimamente me sentía mal por hacerlo cocinar después del trabajo, pero luego de estar todo el día metido en un restaurante dudaba mucho que tuviera ganas de comer en uno.

"Está bien... te daré el gusto de cocinar para mí" – respondí en broma.

Estudié hasta la hora que me había propuesto y, luego de bañarme y arreglarme un poco, salí rumbo a la casa de Gackt. Me pareció que quizás era un poco temprano pero, esa era usualmente la hora en que llegaba a su casa cuando nos veíamos fuera de los horarios de los paseos de Eneru.
Llegué contento a su departamento y cuando bajó a abrirme la puerta, tenía una inusual sonrisa.

- Hay un amigo arriba, ¿te molesta?

A mí me sorprendió, pero no tenía ningún problema. Después de todo, era su casa y yo no podía decirle algo como "me molesta, así que haz que se vaya".
Subimos por el elevador y lo primero que vi al entrar, fue a Eneru que venía a recibirme dando brincos de alegría. Realmente me ponía feliz que él se pusiera así por verme, así que me incliné para acariciarlo antes de continuar caminando hasta la sala. Y justo entonces me di cuenta de que la persona que estaba sentada sobre uno de los sillones, era una de las que estaban en el cumpleaños de Jin. De hecho, era la que le había dado a Gackt el tequila en la boca y junto con quien había mordido una rodaja de limón. Me quedé anonadado pero intenté no poner ninguna expresión.

- ¡Ah! Eres el de la fiesta. Hyde, ¿verdad? – me dijo amablemente y me hizo una seña para que fuera a sentarme.

Yo me senté en el sillón de enfrente. La mesita ratona quedaba justo entremedio.

- Ah, sí... - respondí con timidez – Estoy halagado de que recuerdes mi nombre, pero lamentablemente yo no recuerdo el tuyo – confesé avergonzado y me rasqué la nuca.

Él se rió animadamente.

- No te preocupes, había mucha gente. Soy Masa – me sonrió.

Entonces Gackt trajo una botella de cerveza y unos vasos y los dejó sobre la mesa ratona para luego sentarse en el sillón a mi lado. La laptop estaba invariablemente prendida y abierta sobre la mesita. También había un montón de papeles.

- ¿Te quedarás a cenar también? – le preguntó de pronto Gackt, levantando la vista.

- Mmm, no lo sé, tal vez... - dijo Masa y yo lo observé cuidadosamente – De todas formas, de verdad quiero que hagas la comida de la fiesta de mi sobrino.

Gackt se echó hacia atrás en el respaldo del sillón, resoplando.

- No estoy seguro, estoy muy ocupado.

- ¡Pero me lo habías prometido, ya les dije a todos que tú la harías! Ellos no reservaron un catering porque confiaron en mí, y la fiesta es el viernes. Además, te ayudé a resumir tus apuntes.

Gackt se acarició el mentón.

- Lo voy a pensar. No es que no quiera, pero de verdad estoy ocupado.

Yo escuché atentamente la conversación que al parecer estaban manteniendo desde antes de que yo llegara y miré a uno y a otro alternativamente mientras hablaban. Masa frunció el ceño e hizo una bolita con una servilleta.

- Eres un malagradecido, Satoru – exclamó y le arrojó a Gackt la bola de papel.

Yo me sorprendí por cómo lo había llamado e instintivamente volteé hacia Gackt.

- ¿Satoru?

Gackt miró mal a Masa y éste pareció regocijarse en su maldad.

- Es su verdadero nombre – dijo mirándolo a los ojos con un aire ganador.

Yo volví a mirar a uno y a otro.

- ¿De verdad? ¿Satoru Camui?

- Satoru Okabe – volvió a especificar Masa y Gackt lo miró aún peor.

- Waaaa ¡¿es enserio?! – exclamé y volteé a ver a Gackt emocionado, juntando las manos - ¿Puedo llamarte Satoru?

Gackt se volteó galantemente hacia mí y me dijo:

- Si hubiese querido que me llamaran Satoru, no me habría cambiado el nombre.

Yo hice un puchero en respuesta.

- ¿Pero por qué no te gusta? A mí me parece un lindo nombre.

- Es un lindo nombre – acotó Masa relajadamente y apoyó los pies sobre la mesita.

Gackt suspiró y, entonces, me pareció ver un destello de nostalgia en sus ojos.

- No es que no me guste...

- Pero incluso tu tarjeta de presentación dice Gackt Camui – agregué recordando la vez que nos conocimos, aquella tarde en que me extendió su tarjeta.

- Es su nombre artístico de Chef – dijo Masa de pronto y Gackt le mostró una sonrisa de agradecimiento.

Me quedé viendo por unos segundos la forma en que se miraban. Era creíble que esa fuera la razón de su cambio de nombre pero, por alguna razón y por los trazos de complicidad que había sentido entre ellos, me parecía que había algo más... alguna pequeña cosa más que por ahora no iba a decirme. Pero no podía ser un gran secreto, después de todo, Masa lo sabía.

- ¿Sirvo un poco de cerveza? – dijo Masa inclinándose para tomar la botella y servir en los vasos.

Gackt se dio la vuelta y miró hacia la puerta, viendo a Eneru como si dudara.

- ¿Alguien tocó la puerta? – preguntó y nos miró a nosotros.

Yo negué con la cabeza y Masa se rió.

- Fue el perro, ¿ya imaginando cosas?

Gackt lo miró entornando los ojos.

- No juegues con eso.

Él volvió a reírse y dejó la botella para acercarse hasta el sillón en el que estábamos sentados nosotros y, para mi sorpresa, se sentó sobre Gackt, abrazándolo por el cuello y dándole un pequeño besito en la mejilla.

- Lo siento, mi loquito – murmuró y Gackt miró hacia otro lado.

Yo me quedé estupefacto viendo la escena y para no parecer que estaba incómodo tomé un vaso de cerveza. De pronto, un celular sonó. Masa se metió una mano en el bolsillo del pantalón y miró el mensaje.

- ¡Waaaa~! ¡Es mi novio! ¡¿Qué hago?!

- Irte con él – respondió Gackt y sonrió cuando Masa hizo un puchero.

- Pero por supuesto que me voy a ir con él, pero me refería a si no vas a enojarte porque no me quede a cenar. Canjearé mi cena de hoy por la de la fiesta de mi sobrino – dijo y le pellizcó la nariz.

- Ya veremos – respondió Gackt.

Yo los observaba mientras bebía mi cerveza.

- Bueno, bájame a abrir.

- Vete con tus llaves.

- ¡Qué cruel!

- Para algo tienes copias, me da pereza bajar.

- Bueno, pero después quiero hablar contigo por lo de la fiesta. De verdad, no seas tan maldito. Ahora estoy feliz porque voy a tener sexo, pero en otras circunstancias me habría enojado.

Yo casi me atraganté con mi cerveza.

- Bueno, usa preservativo y sé feliz~ - dijo Gackt.

Masa se rió y finalmente se levantó del regazo de Gackt para venir a saludarme.

- Qué lástima que no me puedo quedar. Espero que nos encontremos en alguna otra ocasión – me dijo sonriendo y estrechó mi mano, yo estaba atónito y no le pude responder.

Antes de irse, se despidió de Gackt con un discreto beso en la boca que me dejó la mandíbula por el piso: ¡¿qué clase de relación tenían?!
Vi a Masa salir del departamento y esperé unos minutos antes de hablar.

- ¡¿Qué no dijo que se iba con su novio?!

Gackt bebió un poco de su cerveza muy relajadamente.

- Sí, ¿por qué?

- ¿Por qué te saludó con un beso?

- Porque es mi amigo – respondió como si fuera la cosa más natural del mundo.

Yo levanté una ceja.

- ¿Y saludas y despides con un beso en la boca a todos tus amigos?

- No, pero él es un gran amigo. Así es nuestra amistad... un poco rara, tal vez – añadió como si se quedara pensando.

Yo miré mi vaso de cerveza y luego ladeé la cabeza, resignado a que nunca comprendería bien de qué forma vivía Gackt. O como se llamase.

- ¿Por qué te cambiaste el nombre? – pregunté de pronto retomando el tema y lo miré.

- Ya te lo dijo Masa.

- Pero hay algo más – inquirí aguzando la vista.

Gackt me miró un poco desconfiadamente y luego relajó los hombros.

- No, ¿por qué piensas eso?

Yo pensé un poco. Quería decirle algo con lo cual pudiera obligarlo a darme un poco más de información. Había leído muchas novelas detectivescas, así que tenía que ocurrírseme alguna respuesta ingeniosa.

- Mmm no sé, sólo pensé que tal vez... hubiera algo que quisieras olvidar. Un cambio de nombre del tipo... "Ahora que llegué a Tokyo empezaré mi vida de nuevo".

Gackt sonrió levemente.

- Sí... puede ser algo así.

Yo me adelanté un poco sobre el sillón y lo miré acusadoramente.

- Entonces no eres de Tokyo.

- ¿Qué?

- "Ahora que llegué a Tokyo...". Entonces no eres de Tokyo, ¿de dónde vienes?

Él se tocó la frente, como si lo hubiera confundido y, además, como si lo hubiera descubierto.

- ¿Por qué me martirizas?

- Sólo quiero saber más, pero... - intenté mostrarle una mirada comprensiva – no es que quiera juzgarte.

Gackt suspiró y se quedó viendo el piso durante algunos segundos, sin decir nada.

- Soy de Okinawa – sentenció de pronto.

Yo sonreí.

- ¿De vedad? Dicen que es muy bonito.

- Sí... - afirmó pero, pareció estremecerse, como si recordara algo desagradable.

De repente el perro vino corriendo hacia nosotros y me ladró.

- ¿Qué pasa, Eneru? ¿Tienes hambre? – pregunté y lo acaricié.

- Seguramente. También voy a preparar nuestra comida, ¿te parece? – dijo Gackt y se puso de pie.

Yo me quedé viendo cómo iba hacia la cocina con pasos acelerados.

La mañana siguiente fue un día soleado y hermoso. Yo me aseguré de que mi salida con Sakura fuera solamente un paseo, y de que en ningún momento termináramos en su casa o alguna cosa por el estilo.
Realmente me divertía cuando estaba con él y nuestras conversaciones eran verdaderamente interesantes, pero esta vez lo veía con un poco de recelo.
Y aunque cuando nos besábamos, yo sentía que no podía ser posible que sus sentimientos no fueran sinceros, algo en mi interior parecía clavarme una pequeña astilla de duda. Él me acompañó de vuelta al campus a eso de las 8 de la noche y así pasó una tarde de domingo llevadera y agradable.
Lunes, martes, miércoles. Todo seguía como de costumbre, hasta que llegó el jueves en el que Ayana me invitó a tomar el té en su casa.

- Hoy es mi día libre – me dijo mientras servía el té – ser enfermera requiere de mucho trabajo. Me alegra que hayas podido venir, sé que tienes exámenes.

Yo me encogí de hombros y miré la taza que humeaba enfrente mío.

- Más bien a mí me alegra que me hayas invitado. Estaba comenzando a creer que era un poco molesto...

- ¡No! – dijo ella enseguida y se sentó enfrente mío – La gente de Tokyo no es muy amigable. Es decir, son amables, pero... bastante reservados. Así que en los meses en que Tetsu y yo hemos estado aquí, no hemos hecho grandes amistades... por eso realmente me siento feliz de haberte conocido. La gente de Osaka es la más agradable.

Yo sonreí y me sonrojé un poco.

- ¿Tú eres de Osaka también?

- No, soy de Chiba – dijo ella y sonrió – Pero sólo estuve ahí hasta los tres años. Por el trabajo de mi padre, nos mudamos muchísimas veces. Nunca estábamos mucho tiempo en el mismo lugar, así que... creo que esa es una de las razones por las cuales no tengo muchas amigas. Viví en Osaka un tiempo también. Pero aunque Tetsu es de Osaka, nos conocimos en Hokkaido. ¿No es curioso?

Yo me reí.

- Sí, no recuerdo por qué él tuvo que mudarse a Hokkaido. Osaka es una cuidad mucho más grande que Sapporo – dije y levanté una ceja, para luego beber de mi té.

- Sí, pero él tiene familia en Hokkaido. En realidad, de toda su familia materna, su madre era la única viviendo en Osaka. Los demás estaban en Sapporo.

Yo asentí interesado. Por dentro, pensaba que Ayana realmente sabía muchas cosas sobre la vida y la familia de Tetsu. Mentalmente me propuse saber todas esas cosas sobre Sakura, porque incluso aunque yo conocía a sus padres y él a los míos, no sabía cosas tan detalladas.

- ¿Y ahora planeas quedarte en Tokyo?

Ella asintió rápidamente.

- ¡Sí! He visto muchos lugares de Japón, así que creo firmemente que este es el más apropiado para mí. Los demás son o ciudades más chicas o pueblos.

- ¿Viviste mucho tiempo en Hokkaido? – pregunté con interés.

Ella pareció pensar un momento.

- Sí, bastante... a comparación de otros lugares. También he vivido mucho tiempo en Kyoto y en Okinawa, pero era muy chica – sonrió.

Cuando mencionó Okinawa, yo instintivamente recordé lo que había sucedido con Gackt.

- El dueño del perro al que paseo es de Okinawa.

- Ah, ¿sí? – dijo ella tomando una galleta.

- Sí. ¿Sabes? Él se cambió el nombre. Me dijo que se llamaba Camui Gackt pero en realidad se llama Okabe Satoru – dije apretando un puño y miré hacia el techo, como si hablara conmigo mismo.

Ayana abrió grandes los ojos.

- ¿Okabe Satoru? ¿Estás seguro?

Yo la miré extrañado y dudé un poco.

- Sí... sí, estoy seguro. ¿Por qué?

Ella partió la galleta en dos para comerse un pedazo y pareció dudar en si hablar o no.

- Bueno... mi madre es enfermera, como yo. Cuando vivíamos en Okinawa, ella solía curar las heridas de algunos niños vecinos, porque... como era un pueblo, el hospital quedaba relativamente lejos como para ir hasta allá sólo por un raspón insignificante.

Hizo una pausa para comer el segundo pedazo de la galleta y continuó.

- La mayoría de los niños acudían solos a ver a mi madre si se lastimaban jugando en la calle, pero había uno... - pensó un momento mirando hacia arriba – al que su madre lo traía regularmente. Siempre venía muy lastimado. Su madre decía que era porque el niño era muy travieso, pero, aunque mi madre se hacía la desentendida frente a ellos, ella creía que eran golpes.

Yo abrí grandes los ojos y la miré interesado.

- ¿Golpes? ¿de otros niños?

- De sus padres.

Me llevé una mano a la boca.

- ¡Pero si su madre lo llevaba!

- Tal vez era sólo su padre – opinó ella y miró hacia arriba – mi madre me lo dijo. Bueno, eso era lo que ella pensaba. Porque aunque le indicaba que mejor fuera al hospital, su madre se negaba rotundamente a ir. Recuerdo que desde el pasillo, con la puerta entornada, veía al niño mientras mi madre sanaba sus heridas. A veces él se daba cuenta de que yo lo estaba viendo. Y siempre tenía una expresión como... como si estuviera enojado. Era un niño muy infeliz.

Bebió un poco de su té.

- Yo tendría unos siete años y durante todo ese año él concurrió regularmente a mi casa traído por su madre. Nunca vi a su padre. Así fue hasta que cumplí ocho años y nunca más lo vi.

Tomó otra galleta y antes de partirla se quedó pensando.

- Ese niño se llamaba Satoru. Okabe Satoru – repitió mirándome.

Yo la miré entre sorprendido y angustiado.

- ¿Y crees que sea él?

- Pues... sería demasiada coincidencia si se llamara igual y además hubiese vivido en Okinawa, pero no lo sé. Tenía mi misma edad, así que... ahora mismo debería tener 25 años. Quizás 24 o 26.

Yo repliqué enseguida.

- ¡Tiene 25!

- Entonces tiene que ser él.

Miré el interior de mi taza, en la que aún humeaba el té.

- ¿Crees que si lo ves te reconocería?

Ella negó con la cabeza algo dubitativamente.

- No lo sé... no lo creo. Fue hace mucho tiempo. Además no creo que él me recuerde como yo lo recuerdo. Yo lo tenía presente porque mi madre me hablaba de él. Pero no creo que él se fijara mucho en mí. Tal vez recordaría a mi madre.

Tomé una galleta y la mordí algo preocupado.

- Pero dices que él ahora tiene un departamento muy grande y, además es chef, ¿no es así? – dijo Ayana de pronto, sonriendo.

- Sí, así es.

- Entonces, si lo de su padre era cierto, ha de haberse recuperado. ¿O es que acaso lo notas algo perturbado?

Yo intenté pensar en alguna ocasión en que me pareciera trastornado, pero no encontré ninguna.

- Prestaré más atención.

- La porción de pastel que me trajiste el otro día estaba deliciosa – dijo ella de repente, seguramente por quedarse pensando en eso de que ahora era chef.

Yo sonreí.

- Sí, él la hizo. Si hace otra, le pediré que me de algunas porciones para ustedes.

- ¡No seas pedinche!

- ¡Pero él no las come! – repliqué rápidamente, a la defensiva – Además siempre tiene mucha comida. Supongo que es porque practica nuevas recetas.

- ¿Pero no es chef ya?

- Sí, pero...

Entonces recordé que cuando lo conocí, me dijo que no podía pasear a Eneru porque estudiaba por las mañanas.

- Ay, no sé qué está estudiando – me disculpé y me golpeé la frente – Le preguntaré.

Esa noche, saliendo de lo de Ayana, fui directo a casa de Gackt para cumplir con mi deber de pasear al perro. Mientras le daba vueltas por la manzana, pensaba en alguna excusa para poder quedarme en el departamento y hablar con él. Realmente me daba mucha curiosidad el asunto de sus padres y, no podía esperar hasta el fin de semana para tener una excusa razonable.
Paseé al perro durante una hora y regresé al edificio.

- Gracias – dijo Gackt tomando la correa del perro.

Entonces noté que tenía puesto su delantal de cocina.

- ¿Estás cocinando? – pregunté con interés.

- Estoy haciendo la comida para la fiesta del sobrino de Masa – me respondió y se tocó la frente – Es mañana.

- ¡Ah! Debes estar muy atareado, entonces – dije dándome cuenta de que no era un buen momento para pasar a conversar.

- Sí, pero ¿quieres pasar?

Mis ojos brillaron al mismo tiempo en que asentía ilusionado.

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