Epilogo

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Si dejaba que la parte superior girara lo suficientemente rápido, podría enfocar sus oídos en su pequeño zumbido e ignorar el murmullo de su hermana. Ella era como un nido de avispas incesante que él no podía dislocar de su conciencia. Siempre en el fondo, atrapado en una parte indecorosa de la casa, como el ático o la canaleta. Deseó poder empacarla en una caja y ponerla en el ático. Para alguien que solo tenía siete años, ella parloteaba como si el peso del mundo la obligara a escupir palabras una moneda de diez centavos.

- ¡No estás prestando atención, Yeonjun!- ella exclamó, poniendo sus gordas manitas en sus caderas.

- ¿A qué debo prestarle atención?- él preguntó: - Te estás comportando como un tonta desafortunada. Mamá te regañará por ponerle gelatina de rosquilla a tu vestido y, como siempre, tratarás de echarle la culpa a la niñera.

- Yo, qué, no lo hice-  se dejó caer sobre su trasero para inspeccionar su falda.

Los ojos marrones claros de Yeonjun rodaron hacia la parte posterior de su cabeza y presionó sus palmas juntas contra sus labios. La niñera había ido a comprar los comestibles que su madre era demasiado perezosa para ir a buscarla, y lo dejaron observar la pesadilla pueril que ahora estaba sentada frente a él, con la mitad de la ropa interior expuesta y el vestido enredado alrededor de su cintura. Ella murmuraba: "No hay gelatina" entre fuertes resoplidos de su nariz. Había tenido gripe durante las últimas tres semanas y estaba aprovechando para sentirse mejor al presentarse como una molestia para todos en la casa. Un moco verde con costra en sus pequeñas fosas nasales, y una sustancia endurecida en las comisuras de sus ojos. Nadie pensó en limpiarlos. La niñera era basura, la madre estaba preocupada, el padre nunca estuvo aquí y Yeonjun la detestaba. La niña estaba sola, criatura patética.

- No hay gelatina- dijo ella, completamente desconcertada mientras lo miraba.

- No, no había pequeña retrasada- escupió. -Pero eras lo suficientemente tonta como para mirar.

- ¡No soy un retrasada!- ella gimió. -¡Mami!

- ¿Sabes lo que significa?- se burló.

- No, pero no me gusta la forma en que lo dijiste ...- se interrumpió tímidamente.

Yeonjun sabía un empujón más y ella había corrido gritando por su madre. Entonces, trató de distraerla sacando un juego de borradores. Era un juego en el que ella era sorprendentemente buena, aunque él mismo había dominado el ajedrez a la edad de cuatro años. Sin embargo, le perdonó a la niña los bordes festoneados de su aburrido cerebro cuando tuvo esa mirada miserable en su rostro. El que podría recibir un cachorro pateado después de ser arrojado al frío mientras llovía.

La dejó ganar el primer juego, pero luego ganó consecutivamente el segundo y el tercer juego en aproximadamente seis movimientos cada uno. La reacción de Jiyeon fue instantánea. Ella pateó el tablero de la mesa, esparciendo los mostradores en blanco y negro. Yeonjun se congeló, su rostro perdió todo color cuando sus manos se apretaron.

- ¿Por qué hiciste eso, retrasada? -Gruñó.

- No me llames así. Eres el retrasado- dijo ella, con sorprendente calma en su voz. Había una pequeña sonrisa en su rostro, triunfante en su victoria final. - No, no eres un retrasado, eres ... adoptado.

La rodilla de Yeonjun golpeó la parte inferior de la mesa, un movimiento reflejo. -¿Quién te dijo eso?

- Escuché a mamá hablar de eso con su amiga, la extraña mujer de cabello amarillo- dijo Jiyeon con un tartazo de labios. - Dijo que eras adoptado y lo susurró, así que supe que era algo malo. Entonces eso es lo que eres. ¡Adoptado, adoptado, adopado! - Ella comenzó a agitar las manos en las sienes, saltando de un pie al otro como un gremlin.

La Joya De BusanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora