U N O

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      A los catorce mas o menos fueron las primeras discusiones. Lo típico en un preadolescente se puede decir, un poco de desobediencia y altanería, algo pasajero, algo de lo cual no debían preocuparse, no fue hasta los quince que sus padres se dieron cuenta que algo andaba mal, y a los dieciséis era demasiado tarde como para tomar represarías que lo aplacaran. Ya él había formado su carácter fuera de casa, nada que ellos intentaran lo haría menos hostil, nada podía hacerlo cambiar. 

Jadeó sin aliento al recibir un golpe en sus costillas, no le sorprendía, en el fondo, sabía que tarde o temprano esto iba a suceder, y no es como si no hubiese recibido puñetazos antes, pero que tu propio padre te los propinase era, sin dudas, una experiencia diferente a cuando es un imbécil al azar en los bares. Debería sentirse triste o decepcionado de que esto fuese así, pero no, sus emociones eran ásperas, de odio, un agujero oscuro en su corazón que le impedía culparse del todo por los acontecimientos.

Seguía siendo impactante, pues estábamos hablando de su padre, el hombre que le enseñó a jugar futbol cuando era apenas un infante, cuando vivía pegado a su pantorrilla porque era el héroe de su vida. El amago de una sonrisa irónica afloró por la comisura ensangrentada de su labio, 'que irónica e hija de puta es la vida' pensó.

 Su madre sollozaba en silencio, una mano cubría sus labios creyendo que su llanto pasaría desapercibido, pero Jungkook podía escucharla, sus resoplidos e hipidos que lograban partirle el corazón en mil pedazos. ¿Su padre?, a él le da igual, pero su madre es una historia diferente, siempre comprensiva, buscando la manera de ayudarlo, y él como el imbécil en el que se había transformado la apartó. 

Las peleas eran constantes, provocadas por su llegada tardía a casa y el aroma vigoroso de la droga arraigado en su ropa, en el fondo siempre supo que ella tenía razones para alarmarse, pero era necio y siguió haciéndolo, una y otra vez. Él creía que estaba haciendo aunque sea algo bien, porque si la alejaba, si le gritaba e ignoraba, el día en el que se enterara de la verdad ver el desprecio y decepción en su faz sería menos doloroso, se equivocó. 

Otro golpe en seco fue a parar a su rostro, un hilo de sangre se deslizó por su barbilla, relamió la herida en su labio sintiendo el amargo sabor del autodesprecio que fluía por sus venas, la sangre roja que corría en flujos punzantes contra su labio solo lo hizo más consciente de su estado maltratado.

─ Eres un sucio Jeon Jungkook, ni siquiera puedo creer que hayas nacido de mi sangre.─ Se  incorporó como pudo, sus huesos dolían, pero no mostró esta valencia en sus movimientos ni expresiones. Se sentó en el piso chirriante de madera, los ojos del menor se clavaron furiosos en los de su padre, ambas miradas con un parentesco genético escalofriante chisporrotearon de ira.─ ¿Cómo pudiste decepcionarnos de esta manera? ─ Jungkook no pudo evitar reír, un sonido ronco y petulante, eso no impidió que las lagrimas punzaran en sus ojos, pero nunca se permitía llorar, mucho menos frente a su padre.

─ No hice nada malo.─ Murmuró, su madre ahogó un grito que terminó por rasgar su pecho, su padre apretó los puños.

Lo tomó con rudeza por el cabello y le obligó a pararse halando sin cuidado alguno de las greñas azabaches, Jungkook apretó los dientes conteniendo un quejido de dolor, los ojos de su padre eran indescriptibles, pareciera que el asco y la furia se habían fusionado para forjar un sentimiento aterrador que no sería capaz de nombrar. Le quería matar, no era lo que el deseaba como hijo, no era el muñequito de porcelana que educó de los tres a los diez, se convirtió en todo lo opuesto, un mala conducta, entintado, perforado y drogadicto que agarró al pequeño e inocente Jeongguk y lo asesinó, con sus propias manos lo mató, no quedaba nada de él y eso a su padre lo encolerizaba. 

─ ¿¡Como te atreves!? ─ Lo zarandeó como a un muñeco de trapo, no pudo evitar quejarse del dolor.─ ¡Un hombre no puede estar con otro hombre! ¡así no te educamos Jungkook! ─ Jadeó aliviado cuando fue liberado de su agarre, trastabilló tropezando con un jarrón en la mesita de café, el cual cayó al piso con un estruendo rompiéndose en pedazos, sin embargo, el seguía de pie. 

J A Y U S ~ KooKminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora