Después del desastre

CAPITULO 1 PARTE 2

- ¿Que tal está, onichan?- dice ella con una sonrisa cuándo me ve probar los huevos revueltos,-sabe bien- dije mientras probaba otro bocado y sorbía el vaso con leche que acompañaba a mi plato.-Te dije que los cocine bien esta vez jeje- dijo ella sonriendo orgullosa mientras probaba otro bocado de su comida.-Por cierto onichan..-dijo repentinamente.-¿Qué sucede?- repliqué.-Después de terminar de hacer nuestros quehaceres, en vez de entrenar ¿podemos terminar de leer el libro de ayer?- dijo suplicando en la ultima parte. -podemos leer después de entrenar -. Dije intentando no corresponder su súplica. – Pero sabes que papá vendrá temprano hoy y ¡no habrá tiempo para leer! y ¡yo quiero saber quién ganó la guerra!-mencionó para contrarrestarme, despertando en mí la curiosidad de aquella incógnita, <<¿Quién ganó?>>-pensé dudoso, y como un rayo de luz se me vino a la mente un gran libro rojo, ese libro que se encontraba sobre una repisa que colgaba encima del escritorio de nuestro padre, ubicado en su habitación. Danna y yo comenzamos a leerlo hace algunos días atrás, ya que no hay mucho que hacer por aquí nos dedicamos a leer después de entrenar como una manera de desperdiciar el tiempo.

<<Es cierto.. la guerra..>>-pensé mientras recordaba aquella historia.

***

Sí.. una terrible guerra azotó al país entero, el ejercito del país lucho desenfrenadamente para detener el avance del enemigo. Pero.. la derrota fue inevitable. Ahora, al borde de la conquista, la capital del reino se encontraba como la ultima bastión de las fuerzas del país. –¡Fortifiquen las entradas!- decía un soldado.-¡Vayan a las almenas ahora!- decía otro.-¡¿Cuándo llegarán los aliados?!-preguntaba alguien desesperado. En todas partes de la ciudad se escuchaban gritos; unos de sollozos y llenos de angustia, otros de guerra preparados para la inevitable batalla. Se escuchaban a los caballos ir a toda marcha a las murallas, pisadas apresuradas de soldados listos para el combate. Todos en dirección a un solo punto; las murallas.

Se escuchaban las trompetas enemigas aproximarse a toda velocidad, los defensores nerviosos ante aquella bestia que se aproximaba hacia ellos, mantenían sus lanzas preparados para morir si era necesario.En cuestión de segundos el silencio que reinaba las almenas de las murallas de la ciudad pronto fue rota, al oírse una lluvia de flechas aproximándose a ellos. La batalla había comenzado.

En otro punto de la ciudad, ubicados en la ciudadela se encontraban los civiles, refugiados, encerrados, aislados. Sin poder salir ante el evento que se originaba en el exterior. ¿Cómo fue que paso ésto?- se preguntaban.-¡¿Moriremos?!- decían otros. Todos expresando su miedo, mientras aguardaban el resultado de aquella batalla que se desarrollaba en estos momentos.

El tiempo pasaba, la feroz batalla se escuchaba a través de las paredes de la ciudadela. Por dentro, el silencio y la angustia reinaban la atmósfera de los aldeanos, encerrados en una fortaleza fortificada esperando a que la calamidad toque la puerta. Algunos, oraban para que la victoria los favorezca. Otros, se desesperaban por el inevitable destino que les esperaba. Todos clamando desesperados por un milagro, que, por azares del destino las tropas aliadas que prometieron asistirnos en estas batallas aparezcan mágicamente y nos salven de este cruel destino. O que un Dios divino lance calamidades contra nuestros enemigos y nos libre de sus garras. Pero la realidad era otra, nadie vendría a salvarnos, estábamos solos y atrapados. La realeza que nos brindó protección a cambio de nuestra lealtad y nuestro dinero, hoy yacen sepultados junto a una pila enorme de cadáveres. Hoy somos nosotros y un puñado de soldados contra todo un ejercito. Y con este pensamiento paso el tiempo. La batalla estaba llegando a su fin.