Voy camino a la prisión de nuevo, la verdad me tomó por sorpresa la petición de este reo pero debo admitir que es interesante para mi informe.
Al parecer le encanta el poder, le gusta saber que puede controlar a la otra persona sabiendo que buscan algo de él.
¿Me pregunto si las personas a las que asesinó las atrapó de esa manera?
Es decir, mató hombres y mujeres por igual pero todos tenían en común que les gustaban los chicos, al inicio creían que era un ataque de odio contra los homosexuales pero poco después se dieron cuenta que también desaparecían mujeres.
El tipo es bien parecido, incluso con ese uniforme y con el cabello destrozado que tiene ahora, por las fotos pude notar que estando fuera era mucho más atractivo.
Aunque ahora no está mal tampoco.
Entro a la prisión y me dejan acceder una vez más, por lo general no son tan permisivos y más aún con la persona que encierran pero hacen excepciones ya que es la primera vez que habla.
De cierto modo es gratificante que entre todos me haya elegido a mí, sé de fans que quieren verlo y el los niega de forma tajante.
¿Por qué me habrá aceptado a mí? ¿Qué tengo de diferente?
Siguen el protocolo de ayer dejándome pasar antes de traerlo y me acomodo donde antes, estoy igual de nervioso.
El sonido de las esposas me alertan de su llegada, cielos.
─Hola Erick─saluda detrás de mí y avanza hasta el frente─ volviste.
─Pues tenemos un trato ─hago saber enseñándole al guardia la barra de chocolate pare que la revise y cuando termina se la doy a Joel— tiene almendras.
─Eres tan dulce ─dice quitándole la envoltura a la golosina─ ¿Cómo estás? ¿Algo interesante que contar?
─Pues, no de hecho, ¿Te importaría que comencemos con la entrevista?
─¿Tan pronto quieres terminar nuestra cita? ─pregunta haciendo ojos de cachorrito─ vamos cariño, no seas tan serio.
─¿Quieres hablar de algo en específico? ─cuestiono ignorando el apodo.
─Sí, de ti ─insiste guiñando un ojo─ ¿Cuántos años tienes?
─Veinticuatro años, tú tienes treinta y dos.
─Exacto, me gusta que sepas tanto de mí pero igual me hace sentir mal porque yo no te conozco lo suficiente ─nota subiendo los pies a la mesa─ quiero conocerte.
─Tampoco era el trato.
─Ya deberías saber que no soy de fiar.
─¿Entonces por qué hacemos esto? ¿Cómo sé que responderás mis preguntas?
─No lo sabes, es lo divertido del juego ─dice ensanchando su sonrisa─ intenta, tal vez sea tu día de suerte.
Suspiro frustrado e intento calmarme, quiere jugar conmigo, hacerme enojar.
─Bien, vivo solo, no tengo familia cerca, estoy a punto de graduarme, tenía una mascota, un perrito, pero se escapó y no lo he encontrado desde hace dos años, me gusta leer y la música clásica, no disfruto tanto de las reuniones sociales y siento una fascinación por las flores─ espero que sea suficiente para que se abra conmigo.
Me mira con la misma sonrisa y deja salir una carcajada al aire antes de sentarse bien nuevamente.
─Eres tan adorable, un chico romántico debo admitir, me gusta ─afirma volviendo a su rostro sereno─ de acuerdo, creo que ganaste tu premio, suelta tu primer pregunta.
Asiento agradecido y saco mi teléfono para grabar, con las prisas no cargué mi cámara pero el celular será suficiente para esto.
─¿Por qué los mataste? ─pregunto apuntando la cámara hacia su cara.
Su mirada sigue serena con esa chispa en los ojos, es verdad, parece feliz incluso sin sonreír, no sé si eso es bueno o malo porque es difícil descifrar lo que está pensando.
─Magia ─asegura luego de un silencio─ solo eso, soy un raro que cree en el ocultismo, un hechizo es lo único que necesitaba.
─¿Un hechizo? ─la verdad me lo esperaba con las evidencias que hallaron pero debía confirmar─ ¿Funcionó?
─Esa es otra pregunta ─asegura levantándose.
─¿Qué? Espera, dijiste que responderías mis preguntas.
─No, dije que cada pregunta tiene un costo, el chocolate ya pagó una respuesta, así que la siguiente te costara otra cosa.
Este sujeto me molesta pero no puedo mostrarlo para no perder el control.
─Bien, ¿Qué es lo que quieres?
Se queda en silencio de nuevo mientras me observa.
─Levántate ─ordena con una voz más ronca.
Hago caso poniéndome de pie y me mira de nuevo de los pies a la cabeza mientras muerde su labio inferior.
Es horrible que se vea tan malditamente caliente haciendo eso.
─Te lo diré mañana, dulces sueños, bonito.