CAPITULO UNO

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Ville y los muchachos se encontraban en el bar del Hotel Plaza luego de uno de sus conciertos más recientes. New York, es de esas ciudades en las que uno llega no sólo para tocar sino para relajarse y divertirse un poco luego de las presiones de una gira. Estaba bebiendo tranquilamente una cerveza en la barra cuando de pronto le pareció ver a alguien conocido. Imposible – pensó. Ese rostro no lo había visto en ¿Cuánto? ¿Diecisiete años? Sí, hacía más o menos un mes – en su cumpleaños número 38 – que se habían cumplido los diecisiete años de no haberlo visto. Se levantó de la barra para seguir a la figura conocida que lo llevó a una de las estancias del hotel. Una salita privada dónde estaba encendida una chimenea y frente a ella se encontraba sentada una despampanante mujer de cabellos lacios y dorados, junto a ella la figura que a él le pareció imposible estar viendo.

· ¿Din Din? – dijo Ville con una media sonrisa en el rostro incrédulo.

· Hola guapo – le respondió el muchacho vestido como siempre con trajes de colores extravagantes, sólo que en esta ocasión eran de diseño. Su cabello lacio y marrón chocolate el cuál llevaba corto, un estilo que no cambió con el tiempo – tanto tiempo sin verte. Sigues tan hermoso como siempre – le guiñó uno de sus ojos verde azulado.

· Y tú tan desvergonzado como siempre Din Din – le respondió acercándose.

· Hola Valo – la belleza rubia se puso de pie. Ataviada con un delicado vestido ceñido al cuerpo de color negro sin mangas que le llegaba a los muslos, dejaba ver sus kilométricas y hermosas piernas y con un escote glorioso. Sus bellos ojos azules reflejaban su felicidad al ver a Ville.

· ¿Cara? ¿Es posible que te veas aún más bella que cuando te conocí? – la joven se acercó corriendo a Ville y se lanzó a sus brazos. Ville le respondió el abrazo apretándola con fuerza a su pecho.

· Ella tenía razón Ville – le dijo con el rostro pegado a su pecho y aferrándose a su camiseta con ambas manos por su espalda – serías muy famoso. Estaría tan orgullosa de ti – la chica no pudo evitar llorar al abrazarlo y decirle esas palabras. Lentamente se separó de Ville y sostuvo su rostro con ambas manos y lo observó largamente – has cambiado – pasó sus dedos alrededor de los ojos de Ville y este sonrió – pero Din Din tiene razón, sigues siendo muy guapo.

· Tú estás bellísima Cara – acarició su rostro con el dorso de su mano – ven aquí Din Din – le dijo al muchacho quién se acercó y lo abrazó también con fuerza – Pero... me sorprendieron ¿cómo es que ustedes están aquí? – preguntó.

· Sentémonos Ville – le dijo Cara y miró a Din Din quién le acercó un cofre de madera tallado – Estoy de paso – sostuvo el cofre y lo colocó sobre sus piernas – Me casé Ville y dejo las pasarelas para ir a vivir con mi esposo a Japón – la chica sonreía con verdadera felicidad – y me llevo a Din Din como siempre – el muchacho puso su mano en el hombro de Cara y miró con nostalgia a Ville – pero antes de irme, quise darte esto. Aproveché la oportunidad, vi que estaban en la ciudad – viéndolo a los ojos - Lo he tenido desde... - la joven agachó la mirada y lágrimas cayeron por sus mejillas – tú sabes, desde ese día – Ville asintió y también una lágrima furtiva rodó insolente por el rostro de Din Din. Le alcanzó el cofre – Tiene todos nuestros recuerdos. No te preocupes por las fotografías. Yo tengo una copia de ellas. El resto, creo es mejor que lo tengas tú.

· ¿Y tu madre? – levantó la mirada del cofre que le había alcanzado Cara.

· Ella está... cumplirá cinco años de fallecida en marzo – le dirigió una tímida sonrisa a Ville.

· Lo siento Cara...

· No tienes que Ville – negó con la cabeza y le sonrió entre lágrimas – debemos irnos cariño – continuó – Mi esposo nos está esperando, le dije que sólo te entregaríamos esto y nos marcharíamos.

Gone with the SinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora