Aroma#4: Familia

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Cuatro horas más tarde, y Obito estaba irritable.

-Tres centímetros-, gimió cuando empujó sus manos contra su espalda baja y estiró su pecho hacia el techo. -Se siente como si hubiera sido toda una eternidad y solo estoy dilatado tres malditos centímetros-.

-Los machos Omega tienden a tener largas labores-, le recordó Rin, sabiamente, golpeándose los dedos con un reloj. - Al menos eso leí. Sin embargo, tus contracciones comienzan a acercarse y con veinte minutos de diferencia, ahora, de modo que nos estamos moviendo -.

El aliento de Obito lo dejó en un gran jadeo mientras se agarraba el vientre, y cuando el segundo lo alcanzó, apoyó su peso en el pecho de Kakashi.

-Diecinueve-, se corrigió Rin, mirando su reloj de nuevo. -Eso es un gran progreso-.

Treinta y siete minutos más tarde según el reloj de Rin, Obito se relajó contra Kakashi nuevamente, su cara se sonrojó y su respiración se redujo. - Deberías sentarte, Obito - Insistió Kakashi. -Trata de mantenerte fuerte un poco más -.

-Supongo que lo voy a necesitar, ¿eh? - Obito se rio en voz baja, y luchó poco mientras se dejaba caer en la camilla.

Obito hizo una mueca cuando Kakashi le dio su botella de agua otra vez. - Necesitas beber -Dijo. - No haré que te deshidrate ahora -.

Obito con una pequeña sonrisa cansada bebió obedientemente unos sorbos de agua mientras Kakashi le secaba la frente con un paño suave. Suspiró mientras se apoyaba contra Kakashi en la camilla, dejando que sus ojos se cerraran.

-Parece que apenas me necesitas-, susurró Rin, riendo en voz baja. -Deja que duerma un poco si puede-. Cogió la botella de agua de la mano de Kakashi -Todavía tenemos tiempo. Deberías tomar un ojo también-.

Los ojos de Kakashi estaban un poco pesados, y con Obito respirando firmemente contra su pecho, dudaba que tuviera otro lugar donde ir por lo menos por un rato.

El sueño resultó difícil de alcanzar, pero se las arregló para dejar que sus ojos se cerraran y concentrarse en la respiración de Obito y la calidez de su cuerpo. Ya se sentía como si hubieran estado allí para siempre, pero también como si apenas hubieran comenzado. De cualquier manera, todavía les quedaba un largo camino por recorrer.

Unas horas después solo se podía oír el grito Obito, un gemido bajo y salvaje que es casi sobrenatural

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Unas horas después solo se podía oír el grito Obito, un gemido bajo y salvaje que es casi sobrenatural. Que, si Tsunade no la estuviera mirando, pensaría que proviene de un animal herido.

Se encontraba recostado en una camilla, la mancha roja florece debajo de él y se filtra en el suelo a pesar de las toallas y el almohadillado debajo de él. El sudor empapa su cabello y le baja por la espalda, dejando manchas oscuras en la almohada apoyada detrás de él. Sus puños están apretados, sus ojos enormes de miedo y dolor mientras los mira, suplicando.

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