DESENCUENTROS

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"Uno decide lo que quiere hacer en la vida. Punto.
Excepto cuando la vida decide por ti".
-Benito Taibo.

PRIMER DESENCUENTRO

La primera vez que Sebastián escuchó el nombre de Inti, fue un rayo de luz entre tanta oscuridad; fue primavera entre los fríos del invierno, fue volver al hogar.

El sonido de la música mezclado con cientos de palabras arrojadas al mismo tiempo retumbaban en los oídos de Sebastián, quien se encontraba en un rincón de la barra de la discoteca "El Sol", que sin falta, visitaba cada fin de semana.

Ese era su soma para aguantar su jornada laboral en aquella tienda departamental llena de gente frívola.

El joven, siempre había aspirado a llegar alto, pero sus sueños se vieron interrumpidos cuando su padre murió. Aquel hecho hizo que dejara la escuela a muy corta edad y que se dedicara a trabajar para ayudar a su madre y su hermanito. La vida lo obligó a crecer de golpe como lo ha hecho con tantas personas.

Su rutina en el antro la estableció después de un mes de frecuentarlo. Sebastián llegaba a instalarse en la barra, ahí, se tomaba un par de tragos hasta cazar a algún chico, ya que tenía a su presa se lo llevaba a los baños para liberar todo el estrés de su semana.

Desde su llegada al local, Sebastián había puesto sus ojos sobre un grupo de universitarios que celebraba algo, tal vez, el final de los exámenes o algún proyecto bien hecho, la verdad, es que mucho no le interesaba, le daba igual. Pero sí le interesaba uno de los jóvenes que se movía junto con la música a pesar de estar sentado, y al parecer, el chico también sentía atracción por él, pues cada tanto le dedicaba una mirada coqueta.

Como un león que asecha a su presa, poco a poco se fue acercando a la mesa en donde se llevaba a cabo el festejo. Se acomodó en uno de los sillones de cuero rojo que quedaba junto a ella y esperó el instante oportuno para atacar.

Su momento llegó cuando el joven de la mirada traviesa se puso de pie y comenzó a caminar hacia el baño.

Tras unos segundos, Sebastián fue por su tierno venado.

Al llegar a los lavabos entró con normalidad, pues gracias a su experiencia ya sabía cómo actuar en ese tipo de situaciones. Sin embargo, se llevó una gran decepción al ver que el muchacho no se encontraba en el baño.

Estaba a punto de partir cuando una voz dentro de uno de los cubículos lo detuvo.

—Inti, ¿cómo carajo que no vas a venir? Me lo prometiste, amor.

Después de esa pregunta hubo un silencio absoluto en el lugar, seguramente, el chico se encontraba hablando por teléfono.

Sebastián sabía que estaba mal escuchar conversaciones ajenas, pero sus pies se negaban a avanzar, probablemente por la calidez que le recorrió el cuerpo cuando escuchó aquel nombre: Inti. Era la primera vez que oía un nombre así.

Sus pensamientos estaban viajando hacia otro lugar cuando un nuevo grito lo regresó a los baños de aquella discoteca.

—Inti, falta una semana para los putos exámenes, ¡no me jodas!

En ese instante, una sonrisa se formó en sus labios. Se vio así mismo en la época en la que estudiaba, dejando de ir a jugar con sus amigos a las cascaritas de futbol para dedicarse a realizar sus tareas.

Se mente otra vez viajó. Se imaginó al Sebastián que sería si hubiera seguido asistiendo a la escuela, tal vez, en ese momento no estaría en el antro, como Inti.

No quiso escuchar nada más, salió del baño en silencio; caminó hasta la salida del lugar y se marchó. Se alejó sin descargar todo el estrés de su semana, se alejó sin haber consumido la cantidad necesaria de su soma para soportar a la gente frívola de la tienda departamental, se alejó del antro para volver a su hogar.

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⏰ Última actualización: Jun 11, 2020 ⏰

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