~ RED WINE ~ NaruSasu

Vino gran reserva

Sasuke había nacido en el seno de una familia de vinicultores, se había criado entre los campos de vid, entre el olor dulce de las uvas y el rojo del vino.

Había heredado un hermoso parecido con su madre, tenía la suave piel muy blanca, los rasgos de la cara finos, el cabello negro y sedoso que parecía desprender destellos azules y los ojos de un bonito color azabache como una noche sin estrellas.

Sasuke tenía 15 años cuando un conocido de su familia llego a hospedarse en su casa por un tiempo, era un extraño hombre llamado Orochimaru, era aún más blanco que Sasuke, hablaba con una suave voz que parecía un siseo y tenía una mirada aterradora, a Sasuke le daba miedo porque siempre los observaba de una forma extraña a él y a su hermano Itachi, pero su madre le había dicho que tenía que ser amable con él porque era un invitado, pero él prefería evitarlo en la medida de lo posible.

Orochimaru estuvo viviendo algunos meses con ellos y por aquel tiempo Fugaku, el padre de Sasuke empezó a enfermar, cada vez se veía mas débil y pálido y el médico no encontraba una explicación para su padecimiento, no tardo mucho en caer en cama y al poco tiempo murió.

Después de su padre fue su hermano, y luego su madre también cayó enferma, para su cumpleaños número dieciséis a Sasuke le dejaron participar en la pisada de uva como se lo había prometido su padre cuando aún estaba con ellos y eran felices, hasta su madre dejo el reposo para verle, Sasuke se había vestido de blanco ese día y se movía armoniosamente sobre el lagar, sus pies se manchaban de rojo y las pieles de las uvas se pegaban en ellos, de vez en cuando miraba a su madre y le dedicaba una cálida sonrisa, sin darse cuenta que Orochimaru le observaba desde las sombras deleitándose con la vista de esos hermosos labios rosas y esas adorables mejillas que se teñían de carmín por el esfuerzo de pisar muy bien la fruta, era un muchacho rebosante de vida.

Ese mismo día su madre murió, dejándole solo y a merced de ese perverso hombre que no dudo un segundo antes de poner sus manos en él, llevaba mucho tiempo deseándolo y mientras Mikoto aún yacía en su cama sin vida, Orochimaru arrastró a Sasuke hasta la cava en donde reposaban las barricas de vino madurando el dulce néctar en su interior, le arranco las blancas ropas y acarició su joven cuerpo con sus asquerosas manos, le hizo hacer cosas con su boca que hicieron vomitar a Sasuke, el pervertido abrió una barrica de vino yema aún tierno y colocó la cara de Sasuke justo debajo del chorro, mientras el chico luchaba por no ahogarse con el líquido rojo Orochimaru lo violaba y finalmente cuando hubo terminado con su perverso acto mordió al muchacho en el cuello.

Sasuke sintió los colmillos enterrándose en la carne blanda y luego el ardor del veneno entrando en su cuerpo, era muy doloroso, y mientras él convulsionaba en el piso Orochimaru le observaba atento con cierto aire de diversión, Sasuke era una bonita pieza de arte, una que debía preservarse por siempre. Orochimaru confiaba en que el chico resistiría el dolor y sobreviviría para deleitarlo con su belleza eterna, como una flor que jamás se marchita.

Tal y como había predicho, Sasuke sobrevivió sin embargo, parte de su belleza se esfumó, las mejillas y los labios sonrosados se perdieron en una piel blanquísima y las cálidas sonrisas se enfriaron al igual que su cuerpo. Orochimaru siguió disfrutando del chico como si fuera una sex doll, se acostumbro tanto a tenerlo dominado que se volvió confiado y ni siquiera sospecho el peligro, no fue hasta que lo vio con sus propios ojos y para entonces ya era demasiado, tarde Sasuke lo estaba matando.

16 años habían pasado ya de aquello, 16 años en los que el vino de las uvas que Sasuke había pisado aquel fatídico día había madurado en un vino gran reserva al límite de su vida, pero después de aquel día Sasuke no se atrevió a probar ningún vino, el vino era un recuerdo sagrado en su memoria de aquellos días felices, representaba toda su vida, como había iniciado con un vibrante color rojo y como el tiempo lo había madurado en un color más oscuro, aunque también le recordaba cuando fue corrompido y deshumanizado.