500 historias Itachi x Oc

Doll

El suave golpeteo de la lluvia era lo único que se escuchaba dentro de su auto, con una mano buscó un cigarrillo para poder llevarlo a su boca, suspiró al no encontrar más, estaba tan cansado y estresado que sentía que en cualquier momento se dormiría, subió el volumen del radio, tenía que estar atento, le quedaba más de una hora de camino.

El semáforo permanecía en rojo, aunque las calles estaban poco pobladas por el clima tan frío, debían ser aproximadamente las cinco de la tarde, pero el sol estaba fuera del escenario en esos meses, lo único que se veía era el cielo nublado y lluvioso.

Sus ojos se movieron al reloj digital del radio, ya llevaba 5 minutos parado ahí, la música siguió sonando y por primera vez se interesó en la letra de la canción que estaba escuchando. Estaba en francés por lo que no entendía mucho de lo que decía, no fue, si no, hasta que el coro llegó, que pudo reconocer la canción.

Bruscamente cambio de estación, sintió como un escalofrío le recorrió la espalda y un ardor se hizo presente en su estómago, no era un buen momento para que la vida quisiera recordarle cosas que todo el mundo intentaba hacerle olvidar.

-¡Senpai, deja esa canción, te aseguro que te gustará, el cantante de verdad sabe llegar a notas altas!

Una punzada en su cabeza le obligó a llevar su mano derecha hacia su ojo. No otra vez, no podía seguir siempre así.

-Te estresas mucho por el trabajo Itachi-Senpai, recuerda quitarte tensión de vez en cuando.

El verde del semáforo brilló, su respiración era irregular y sabía perfectamente lo que pasaría a continuación, por unos segundos deseo pisar el acelerador y seguir el camino, pero le había prometido en más de una ocasión a su madre no manejar en ese estado, con las manos temblorosas apenas logro orillarse de manera decente.

Inhaló profundamente, necesitaba tranquilizarse, era el cumpleaños de Sarada y aún tenía que comprarle un regalo, no podía quedarse en una calle dentro de su auto lamentándose por el pasado.

-No se de qué hablas, estoy bien, solo es que no has dormido bien.

Sintió como si tragara clavos, su garganta tenía un doloroso nudo, apretó sus manos sobre el volante causando un crujido del cuero que lo recubría. Agachó la cabeza apoyándola sobre sus puños.

-Vi los correos Lai.-Aún recordaba el silencio que se hizó entre ellos en ese momento, sabía que ella se enojaría al enterarse de que revisó su portátil, pero no pudo evitarlo al notarla tan extraña, incluso llorando algunas veces mientras estaba sola, su suegro en más de una ocasión le pregunto por la situación entre ellos, él siempre aclaro que su relación estaba bien, eso parecía no ser suficiente para Maito, pues necesitaba saber la razón de que su única y preciada hija llorara hasta dormir en más de una ocasión.

-Solo son correos, puedo manejarlo, no sabe lo que hace.-Le respondió después de unos segundos, su tono de voz sonaba extraño, como si apenas pudiera sostener su mentira.

-Lai, son amenazas graves, debes reportarlo.

-Lo haré, si eso te deja más tranquilo.-Sonrió besándolo, aún podía sentir el calor de su cuerpo abrazándole.

Sin poder evitarlo una lágrima corrió por su mejilla, Lai era buena mentirosa.

-Debiste decirme que no te dejaba en paz.-Lai era una chica hermosa, fuerte, amable, simplemente era el fruto prohibido e inalcanzable de muchos, cuando la conoció en preparatoria incluso estaba modelando para marcas deportivas, sabía que muchos estaban tras ella, pero nunca calculó el alcance de eso.