Entre la oscuridad y el agua, debajo de entre todo el fuego y la ceniza, ambos estaban haciendo su mejor esfuerzo. ¿Pero por qué y para qué?, no lograba entenderlo, era su fin, su historia ya estaba a punto de acabar, y todavía entre la perseverancia y la confianza, seguían andando. Me frustraba verlos así.
Era el único de los nuestros en ese lugar, y así como muchos otros, no tenía la menor idea de que existía; quién sabría a cuántos metros debajo del suelo estábamos, ni cuánto tiempo estuve siguiéndolos. El humano empezaba a toser y eso me daba algo de satisfacción, poco a poco su cuerpo iba a cambiar, su alma quedaría atrapada en un cuerpo que ya no sería suyo, retorciéndose, rogando por salir de ahí. Su compañero era otra historia, parecía sano, caminando con esa estúpida sonrisa en su cara y agitando la cola como un pelmazo, guiado por su nariz.
Quisiera ver mejor lo que pasaba, pero mis nuevos ojos no me daban ese lujo. Podía ver un poco, mas ya no eran míos, este ya no era mi cuerpo, aunque sí me permitía conservar mi mente. Un pequeño intercambio que, siento yo, valió toda la pena, valió la pena para ver este escenario, valió la pena para ver cómo todos se pudren, no, no para verlo, sino para sentirlo, para hacerlo. Y ahora, lo único que tenía que hacer, era admirar lentamente como pasaba.
Quizás no pueda salir de aquí vivo, ya se me pasó cuantas horas caminamos y no sé cuantas horas me tomaría subir de vuelta a ver el cielo, si es que seguía allá arriba. Fui orgulloso, un necio al seguirlos hasta aquí, sabiendo que no íbamos a encontrar nada, quizás sí estaba perdiendo mi mente, enloqueciendo lentamente, a un ritmo diferente a esas criaturas tan grandes. O tal vez era el hambre, sí, el hambre era una razón más real, yo no podía terminar así, mi cuerpo sucumbió a ser una monstruosidad, ¿pero yo?, ¿lo que me hace ser yo?, jamás.
Mi voluntad es de acero, no somos unas frágiles muñecas de porcelana como ese sujeto, que ya tambaleaba, se pasaba la lengua por la boca constantemente, sabiendo que algo anda mal. Así es como comienza todo, todos pasan por lo mismo, que todo está bien, que nunca serán ellos los siguientes, que no van a sentir lo que los demás sintieron. Y antes de que se den cuenta, su rostro es diferente, su cuerpo es diferente, se mueven para donde no quieren, reaccionan como no quieren, y atacan a los que no quieren. ¿Hay algo más espectacular?
Su compañero lo miraba triste, lloriqueando. Detuvieron su marcha y yo me mantuve en la oscuridad para que no me vieran, no quería que notaran a otro infectado, no quiero que crean que soy una amenaza, soy solo un observador. El hombre se sentó en contra de uno de los interminables muros, y atrajo a su compañero a su regazo. Comenzó a acariciarle el pelo suavemente, mientras le decía unas cosas y se llevaba su otra mano a la boca, sacándose unos pedazos que ya no iba a necesitar.
Estaba presenciando, una vez más, a un hombre dando sus últimos pedazos de humanidad, controlando su cuerpo a placer, todo para dar lo que se sentía como una despedida. Su compañero cerró los ojos y dejó de agitar su cola. El hombre estaba parloteando, diciéndole cosas a su compañero, jurando que le entendería. Hasta que oí algo, unas palabras que marcaban el fin de su cohesión.
- Creo que oigo a un ratón. No sabía que había ratones por a... - Intentó decir, pero sus palabras se ahogaron entre su propia saliva.
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Los Ojos De Las Almas Silenciosas
HorrorCuando el mundo se acaba, cuando el pánico gobierna, todo el mundo busca la salvación, piensa en que si está tomando las decisiones correctas, de si está poniendose a sí mismo y aquellos que ama en la posición indicada. Esta es la historia, sin emba...