IV. Todo O Nada En Medio De La Nada

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- Dios, estoy tan aburrido.

- Tú siempre estás aburrido, Jack. - Le decía, mientras me recostaba en su crin, la crin más cómoda del mundo. - Estar todo el día aquí encerrado hasta que te saquen, debe ser vida, ¿cierto?

- Oh muy graciosa Cindy. Pero ya verás, cuando me vengan a sacar, iré a trotar al horizontal.

- Al horizonte. - Le corregí. - Y si es que vienen.

- ¿Por qué crees que estoy aburrido?, ¡Ya se está haciendo tarde y no nos han sacado en todo el día!

- ¿En serio?, no lo noté. - Estiré mi brazo y estremecí mi cuerpo, dando un gran bostezo en mi cómodo lugar. - ¿Por qué no me cuentas otra historia, Jack?

- ¿Quieres oír otra historia? - Dijo, Jack ilusionado.

- ¡Claro!, sabes que las adoro. Y me hacen sentir más cómoda para poder dormir. - Jack dio unos pequeños trotes de emoción.

- Veamos... - Jack miró a su alrededor. Y pareció ver algo que le causó inspiración. - Hubo una vez una araña en el establo de una granja, y ella quería ayudar a uno de los animales a...

- ¡Oye, ardilla!, no somos la cama de nadie. Largo de aquí. - Interrumpió otro caballo del establo, Hewey. Era un amargoso, pero me caía mejor que Hugo, ese se estresaba solo con mi presencia, una vez enloqueció porque me llevé algo de su heno. Jorgito, en cambio, era un amor, me dio un poco de su heno en navidad. También estaba Hui, él era indiferente conmigo, de hecho una vez casi me come porque creyó que era puré concentrado. Billy era mi menos favorito, siempre tenía la cara larga por todo, al punto de que era fastidioso.

- Hey, tranquilo Hewey, estoy con Jack, no contigo, y él lo aprueba.

- ¡Que soy Joanet! - Me respondió el caballo amargado. - ¿Por qué no te aprendes mi nombre?, solo somos dos caballos acá.

- No eres un caballo particularmente memorable. No como el buen Jack acá, mi mejor amigo en todo el mundo. - Jack empezó a comer heno y volteó a mirarme, cosa que no podía porque estaba justo en su nuca.

- ¿No que era tu único amigo? - Dijo Jack, lo que me hizo levantarme de un salto y me dirigí a su oreja, para poder susurrarle y que Hugo no escuchara nada.

- ¡Cállate maldita sea!, no me hagas quedar mal enfrente de tu vecino de establo. - Le dije, jalándole los pelos.

- No sé, no creo que tenga que esforzarme mucho para que le caigas mal. - Escuché como Jorgito empezó a chasquear los dientes. Me oculté en el cuello de Jack, en el lado dónde ese otro caballo no me vería.

- ¿Por qué no haces lo único para lo que sirves y vas a ver qué están haciendo los humanos? - Bufé del caballo ese, quedándome donde estaba. Nadie me iba a dar ordenes... Aunque después de ver su furioso rostro, y considerando el hecho que es al menos 100 veces más grande que yo, la propuesta que me hizo parecía incluso tentadora. Me desprendí de Jack y me salí del establo para ir a la caseta principal, dónde vivía la familia.

La finca Buenos Puestos era un lugar enorme, principalmente como criadero de animales, caballos, ovejas, vacas, gallinas, incluso hay un toro de pelea en crecimiento. De hecho tengo entendido que a final de año hará su debut en el toreo. No recuerdo cuando o como llegué aquí, a una granja en medio de Cabo, pero me sentí bienvenida desde el primer día... bueno, digamos que primera semana, sí, es más exacto.

Mi tarea acá era la de un teléfono, me comunicaba de establo en establo, dando las mejores y más picantes noticias de cada lado, sobre todo de la casa principal. Han aprendido más de los humanos gracias a mí, que todos los años que han estado junto a ellos. La familia Brando era bastante peculiar, eran una familia gigantesca, siempre que había fiesta se reunían decenas de personas, todas con el mismo apellido, aunque en realidad acá vivían tres personas, dos dulces abuelos llamados Muri Brando, Eustacio ¿Brando?, y su hijo, Charles Brando.

Los Ojos De Las Almas SilenciosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora