Capítulo 2: Sensación

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Recuerdo a ver dicho que tenía qué hacerlo. Ya saben a lo qué me refiero, toda la cosa de masturbarme.

Querer  vs poder.

Ese era mí dilema, y no era que yo quisiera tener esté dilema.
No chicos y chicas, yo estaba del lado de: Querer.  Y mi contricante era mi madre.  ¿Qué creen que ocurrió después de qué me viera?, ¿qué ella lo acepto?, ¿qué se marchó de mí cuarto y me dejó seguir con el trabajo?.

Ilusos, no, Valeria, era firme con sus decísiones y la máxima era no permitir que me tocará.

Después de lo ocurrido, me pidió que me vistiera, al terminar bajamos a la sala, yo no hacía otra cosa qué mirar los retratos de las paredes, todo para evitar su mirada.

—¿Te arrepientes?.  Preguntó

Dude ante qué contestarle, ¿me arrepentía?.

— No, bueno una parte de mí sí. Contesté dudoso.

—¿Yo te enseñé esto?.

—No, no podrías.

—¿Qué?.

—Que...Nada mamá, estoy nervioso, fue incómodo que me hayas visto.

—Yo siento ira, yo siempre te hablé de esto, ¿quieres ser un chico calenturiento?. De esos que se la viven
saltando como sí no hubiera un mañana.

Se inclino en el sofá con molestia, la vena de su frente palpitaba por el enojo.

— Mamá no es así, yo solo quería experimentar.

—No lo volverás hacer, he dicho.

—¡No puedes hacer ésto!
Me levanté del sofá.

—Mi hijo no se convertirá en un impuro.

Esa había sido nuestra conversación, nunca le había llevado la contraria a mi madre, siempre era obediente un chico de no tan malas notas, qué salía con amigos, y llegaba a la hora que le indicaban, nunca había tomado y fumar lo hice solo una vez.

Desde el día qué mi madre habló conmigo, la tentación llegó a mí.

Tócate, tócate, házlo.

Esa era la oración que se repetía en mí mente.
Lo malo de descubrir algo nuevo, es lo qué eso nuevo provoca en tí.
Recuerdo que de niño me encantaban los dulces, sobre todo los picantes, no pasaba un solo día en el qué yo no comiera dulces picantes.

Cómo consecuencia: Gastritis.

Pero bueno ese no era mí punto.
Sí no el hecho de la sensación, aquellos dulces eran un estimulante para mí paladar.
Y masturbarse se había convertido en la más grande sensación.
Sentía deseo, desesperación, ansiedad.
Trataba de obedecer a mi madre, pero el querer tocarme era más fuerte para mí.

Lo hice en el baño, en mí cuarto, en la sala y jardín.  Se volvió algo adicto para mí no  me salté ni un día de la semana.

Sabía que mi madre estaba enterada, porque el día que lo hice en la sala,  el chorro fue como un proyectil, que impacto en la almohada favorita de mí madre. No tuve tiempo de limpiarla, ella lo notó ví como miró esa mancha blanca y me miró, pero no dijo nada.

Ahora me encontraba en mí casa, eran las vacaciones de verano.

Vacaciones de placer.

Pensó mi mente, sacudí la cabeza.

Terminé de tocarme, y caminé al baño en dónde me dí una larga ducha.
Salí y me fuí a la cocina, la cuál estaba muy brillante, mi madre tenía otra  manía por la limpieza.
Metí las palomitas en el microondas y espere, cuando esté sonó, las saqué y fuí a la sala a prender la televisión y
ver las caricaturas.

Grupo T.O.T.S.D.FDonde viven las historias. Descúbrelo ahora