•|Sweet Home|•

21.2K 950 99
                                    

Estaba desesperada tratando de romper con el mango de una hacha un picaporte que me impedía seguir con mi destino siendo este ir escaleras abajo.

El sudor recorría mi frente y el constante temblor de desesperación en mis manos provocaba que el romper aquel picaporte se me dificultara   demasiado, golpe tras golpe y no lograba ver algún indicio de que estuviera liberando mi camino.

Detrás de mi se escucharon los fuertes pasos que indicaban que el horrendo monstruo que pedía por proteína estaba realmente cerca. Maldición, si tan solo tuviera la fuerza suficiente para deshacerme de aquel picaporte seguramente ya estaría por llegar a la planta baja.

Di un último golpe y al mismo tiempo a un costado mío se abrió otra puerta haciéndome confirmar que cuando una persona está en un episodio de pánico, la ansiedad la cegaba por completo.

Por aquella puerta ingresaron dos pequeños niños acompañados por un joven notoriamente alto quien al instante que me vio su nariz comenzó a sangrar.

Como acto repentino tire el hacha a un lado y acerque a los dos niños a mi para alejarlos de aquel posible monstruo.

— Llévalos contigo. — Pidió el chico mientras sostenía una lucha por su cordura. — Corran. — La misma puerta por la que habían entrado calló sobre la espalda de este mismo y aquel enorme monstruo se logró divisar a través de la oscuridad. — 1408 piso 14. — Dijo nuevamente entre hilos de voz.

Las manos de los dos niños se entrelazaron con las mías y comenzamos a correr escaleras arriba para llegar a dicho piso. No tenía ni la más mínima idea de lo que encontraría allí, pero parte de mi instinto de supervivencia me arrojaba a hacer caso a las palabras de aquel extraño.

Subimos unos cuantos escalones cuando de imprevisto se abrió otra puerta y de ella salió otro asqueroso monstruo con el que había tenido problemas anteriormente.

Este a comparación del anterior, no podía ver pero su oído era casi tan perfecto que hasta con el más mínimo ruido que hicieras bastaba para perder tu vida.

El más pequeño de los niños,  al tener tan grotesco panorama justo enfrente de sus ojos y creer que posiblemente allí mismo perdería la vida, mojó sus pantalones y cubrió sus ojos de lastimosas lágrimas que me obligaron a tratar de brindarle la mayor seguridad y protección que podía ofrecer en ese momento.

Sostuve las pequeñas bocas de los menores tapadas con mis propias manos para evitar que emitieran algún sonido que nos pusiera a los tres en peligro ; aguardando el momento perfecto para salir de allí rápidamente.

Aquel horrible ser, resbaló sus largos dedos y garras sobre la lámina encriptada en una pared dejando unos cuantos rasguños como rastro indicando que estaba marchándose, fue entonces que volví a asegurar las manos de los niños con las mías y comencé a llevarlos escaleras arriba.

Como si de una pésima suerte se tratara, el monstruo anterior regreso a su cacería por proteína sabiendo que tres pequeñas carnadas se encontraban en las escaleras; haciendo estruendosos sonidos llamó la atención del otro monstruo logrando desencadenar una ardua batalla que nos permitió sacar mucho más ventaja en distancia.

— Busquemos ayuda. — Murmuró la niña y tiro de mi mano.

Deje que los niños tocaran las puertas en búsqueda de ayuda que algún vecino nos pudiese brindar ayuda dentro de nuestra desesperación. Mientras yo vigilaba vivamente que nada se nos acercara para causarnos un daño.

Sin embargo, la única respuesta que tuvimos fue el temblor del piso, bajo los fuertes pasos de aquella gran masa de músculos que exigía recibir su alimento.

Corrí hacia los niños y los abrace no sé si para darles seguridad a ellos o más bien que ellos me la dieran a mi.

Todo sucedió muy rápido, una vieja vecina que siempre cargaba un carriola consigo tras haber perdido drásticamente a su bebé a causa de un descuido vial. Salió de su departamento como si nada extraño estuviese sucediendo a su al rededor y por un pequeño segundo nos miró y sonrió con dulzura.

Después de ello, el monstruo azoto sus enormes piernas y brazos sobre el indefenso y delgado cuerpo de aquella mujer, ahogue un grito al imaginar lo peor y presioné a los menores a mi con mas fuerza.

Desde mi perspectiva, sufrir golpes de tal magnitud eran suficiente para dejar nada más y nada menos que una gran masa de sangre y viseras que sería muy triste y grotesco que los menores vieran en sus cortas vidas.

Pero no fue así, la mujer seguía intacta haciendo frente al monstruo por nosotros, a lo que solamente existía una respuesta, ella también estaba convirtiéndose en uno de ellos.

Por el pasillo apareció una chica portando un bat de béisbol acompañada por el mismo joven que había quedado rezagado en las escaleras y otro hombre que portaba valientemente una espada.

La chica estiró su mano en nuestra dirección y nos indicó con señas que nos acercáramos rápidamente.

— Ve con él. — La chica empujó de mi espalda en dirección al joven de gran estatura y pronto comenzamos a movernos.

Las cosas habían cambiado drásticamente desde el comienzo de la pandemia, la gente enloqueció rápidamente y el caos no tardó demasiado para hacerse presente en el país entero, gente moría cada día y no había nada que hacer para evitarlo.

Recién llevaba dos meses viviendo en aquel país debido a un intercambio estudiantil y jamás en mi vida había imaginado que algo así iba a suceder colocando mi vida en peligro de esa manera.

Por otro lado, la comunicación por medio de los celulares era demasiado difícil lo que hacía que hablar con mis padres fuese prácticamente imposible y por ende desconocía el estado en el que ambos estaban.

Mis recuerdos fueron pausados cuando el chico se detuvo enfrente de la puerta que había mencionado, llamando a esta y recibiendo una respuesta inmediata dejando ver a un hombre inválido sosteniendo una especie de arma elaborada con una muletilla.

Al poco tiempo de ver a los dos niños que se sostenían el uno al otro de las manos dibujó una leve sonrisa de sorpresa en su rostro y nos permitió ingresar.

— Mi nombre es Han Du Sik. — Se presentó el hombre. — Por favor, entren. El baño está por allá por si gustan limpiar un poco sus rostros. —

— Muchas gracias — Expresé con sinceridad. — Soy T/N. —

— La chica extranjera. — Musitó con una sonrisa. — Muchos en el edificio hablaban de ti.—

— Espero que hayan sido cosas buenas. — Ninguno dijo otra palabra, simplemente callamos y seguimos parados en el mismo lugar de la entrada.

Han Du Sik  insistió en que tomáramos asiento y poco a poco cada uno de nosotros comenzó a acomodarse en diferentes rincones del pequeño departamento, me sentía un tanto extraña estando rodeada de personas que en mi vida había visto a pesar de que vivíamos en el mismo edificio, pero prefería eso a estar completamente sola.

El chico alto se acercó tímidamente a mi costado y tomó asiento, probablemente porque en el resto de lugar ya no había ningún espacio libre que no fuera ocupado por diversos artículos que pertenecían al hombre de la silla de ruedas.

— Gracias. — Dijo muy suavemente. — Por llevar a los niños. —

— No podía dejarlos ahí. — Sonreí escasamente mientras mantenía un leve juego con mis nudillos.

— Soy Hyun Su, yo ... — El sonido de la puerta lo interrumpió, está nuevamente se abrió y por ella ingresó aquella señora que momentos  atrás había luchado contra un fenómeno que triplicaba su estatura.

Su rostro estaba completamente ensangrentado haciendo que mi corazón comenzar a latir con fuerza por el inmenso miedo que se estaba formando en mis entrañas.

Sweet HomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora