capítulo tres.

1.8K 223 275
                                    

Miyeon observaba paciente como las verduras se iban cocinando en el sartén con aceite caliente. Se había dedicado tanto a la cocina últimamente que ya no tenía miedo a quemarse siquiera.

Suspiró con pesadez, preguntándose cómo había llegado a eso. No es que le molestara cocinar, de hecho le gustaba, siempre lo había hecho, pero la parte de tener tanto tiempo libre era lo que le molestaba. 

No se inmutó cuando oyó la puerta de la entrada abrirse, siguió revolviendo las verduras con la gran cuchara de madera para evitar que se quemaran en algunos lados y quedaran crudos de otros. Pronto sintió un par de brazos rodeando su cintura y una mejilla contra su espalda. Sonrió involuntariamente, sabiendo de quién se trataba.

-Eso huele delicioso. -Dijo Yuqi, su voz siendo amortiguada por la espalda de Miyeon.

-¿No piensas saludar primero? -Preguntó divertida, no era un reclamo auténtico.

-Estoy emocionalmente agotada, no puedo hacer algo que requiera tanta energía como saludarte.

Miyeon rió un tanto risueña. Dejó la cuchara de madera sobre el sartén, cuidando que no cayera dentro de este y acabara por quemarse con el aceite. Se volteó, atrapando el rostro de Yuqi entre sus manos.

-¿Un día largo? -La menor asintió, haciendo un pronunciado puchero. Miyeon sonrió para sí misma antes de besar su frente. -Pobrecita, ¿quieres hablar de ello?

-Se supone que no debo hacerlo. -Dijo sin mucha emoción. -Pero en resumen, la paciente Lee no tiene mejoras.

Miyeon le dedicó una mirada compasiva. Yuqi se había especializado como psicóloga infantil. No todos sus casos eran así de difíciles o... intentos. Pero Lee Minki era una paciente especial, la niña tenía tan solo cinco años y había dejado de hablar prácticamente de un día para otro. Se podía comunicar con Yuqi por medio de dibujos, pero Miyeon no sabía nada, la menor respetaba estrictamente la ética terapéutica sobre no hablar sobre sus pacientes.

-Bueno, ya estás en casa. Ve a la sala a ver algo de televisión o llama a Soyeon, aún falta para la cena y te vendría bien distraerte.

-Tienes razón. Gracias, unnie. -Besó su mejilla, antes de soltarla e irse de la cocina.

Miyeon se permitió borrar su sonrisa y suspirar con pesadez, otra vez.

Cuando se independizó, creyó que era una buena idea proponerle a Yuqi vivir juntas teniendo en cuenta lo bien que habían congeniado en su tiempo compartiendo habitación en la universidad. Al final, los padres de Yuqi dejaron de pagarle la universidad, pero Yuqi pudo continuar gracias a su beca. Solo necesitó buscarse un trabajo de medio tiempo, ya que la beca no le cubría todos los gastos, pero al final no necesitó el asilo de Soyeon.

Ellas no tenían problemas de convivencia, todo estaba bien, de hecho... Excepto cuando Miyeon recordaba que Yuqi seguía con Soyeon.

Había sido muy tonta al creer que tener a Yuqi viviendo con ella, siendo tan cariñosa y apegada, no iba a joderle la mente.

Aunque "joderle la mente" era una expresión bastante errada. A Miyeon le gustaba Yuqi, no sabía si tanto como para decir que estaba enamorada, pero sí lo suficiente para entender que se trataba más que una simple atracción.

Ella trataba de mantener la distancia, sobretodo por el sincero respeto que le tenía a la relación de Soyeon y Yuqi, pero había asumido que no podía hacerlo. No cuando Yuqi era tan cariñosa y la abrazaba todo el tiempo, o cuando le decía lo bonita que era... ni mencionar cuando elogiaba su trabajo.

Era algo curioso, como también triste. Miyeon debía lidiar con los críticos, de ellos dependía qué tan bien le iría a sus libros. Pero a ella no le importaba, solo le preocupaba qué opinaba Yuqi. Ella no podía sentirse tranquila hasta que la menor le decía que su historia tenía una trama interesante y un buen desarrollo, ella, como que quería gustarle a Yuqi, al menos como escritora.

Kinsey scale.    ˚₊· ͟͟͞͞➳ (G) I-DLE, CLC. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora