15: Quédate Conmigo

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Al amanecer los príncipes recién casados partieron rumbo a su hogar, el rey dio la bendición a su hija y la dejó ir, la despedida fue un tanto triste y sublime, pues era la única que aun alegraba el palacio después de que sus hermanas se casaron, sin embargo para el monarca también fue feliz al ver la radiante alegría de su hija menor, quien junto a su hija despidió a su esposo.

Mucho tiempo llevó sufriendo al verla apartar drásticamente a su nieta, a aquella bebé que era una gota de agua idéntica a su madre, odiar a su esposo que se desvivía buscando cambiar su actitud.

El rey llegó a considerar librarla de ese martirio al cual la sometió pensando en el bien de su nieta, mandándola lejos a algún monasterio o bien aplicando la ley dando a conocer las verdaderas causas del matrimonio, ejecutar al general y mandar a un orfanato a la niña.

Ahora simplemente se alegraba de no haberlo hecho, no tenía idea de aquel cambio de actitud y de cómo la atropellada relación había dado un giro pero se complacía de denotar que no se había equivocado al pensar que el general era el hombre adecuado para su hija y por su valor de ser su posible sucesor cuando el ya no estuviera o bien ser el padre del futuro rey de Joseon al cual esperaba ver nacer muy pronto.

- Hija, ¿Por qué no me acompañas en el palacio mientras regresa tu esposo? - pidió con tranquilidad el monarca, cuando ya se perdía en las calles la comitiva de los príncipes.

- ¿Por qué, padre? - contestó mientras sostenía de la mano a su hija que aun decía adiós agitando su mano.

- Me siento solo, ¿me harías compañía? - preguntó.

- Tienes a Heechul - le hizo ver la princesa al ver a su hermana y a su esposo a otro extremo de la puerta.

- Ella se va en dos días... Vamos, sólo será por un tiempo - le animó.

La princesa sonrió aceptando la proposición, aquella misma noche ceno en compañía de su padre y durmió en su antigua habitación. Aunque no pudo hacerlo completamente, ella misma se sorprendió de darse cuenta de la necesidad que sentía de la presencia de Kyuhyun.

Sintió su cama vacía, un espacio en el lugar sin llenar, se posó en la ventana y observó hacia el cielo, encomendándole que no pasara nada que impidiera la vuelta de su marido a casa, donde posiblemente le diera una linda noticia que sospechaba desde días anteriores.

Por su parte el general Cho Kyuhyun guió a la compañía hasta ya entrada la noche, la cual pasaron en un campamento improvisado cerca de un río en el cual se le dio de beber a las bestias que llevaban.

- General, lo noto tenso - dijo su subordinado al verlo intranquilo mirando a los sirvientes moverse de un lado a otro preparando la cena y a sus soldados establecer el perímetro de protección.

- ¿En serio? - contestó riendo.

- De verdad, se ve mal, todo está cubierto al cien por ciento no hay de que temer - le aseguró el chico a cual él asintió, sin embargo lo sentía, tenía un miedo, un terror inexplicable, sentía el aviso del viento que había escuchado todo y que trataba de advertirle de la tragedia a suceder.

Todo parecía normal en el palacio, no existía razón por la cual los guardias debieran alertarse del peligro. Aquella mañana la princesa Sungmin había confirmado la noticia que le iluminó la vida, estaba en cinta, desde el cielo los dioses le concedían un hijo para buenaventura de su familia, su hija tomaba sus lecciones y ella paseaba sola por su jardín personal, pues su inseparable dama, había salido a hacer algunas compras, cuando recibió una visita inesperada.

- Alteza - dijo la mujer al verla.

- Que sorpresa verte aquí Yoona - le respondió al verla entrar en su estancia personal.

Cicatrices [KYUMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora