Horacio estaba nervioso, sentía como si fuera su primera cita a los 15 años. Por una parte estaba entusiasmado por ver a ese ruso de ojos claros que lo traía loco. Pero por otra parte, tenía miedo de su reacción al verlo... después de todo su corazón estaba aún muy malherido. No había sido una simple traición, sino que una chunga.
Volkov cogió su auto favorito, se miró una y mil veces al espejo retrovisor para asegurarse que estaba bien arreglado. Se preocupó de cada detalle... Condujo unos cuantos minutos hasta que vio la numeración que le había indicado el pelirrojo. Aparcó a un costado preocupándose de que nadie lo viera, puesto que tenía miedo de que Conway lo tuviera vigilado.
Bajó nervioso, sus pasos fueron lentos y eternos antes de llegar a aquella puerta blanca, tocó el timbre y esperó ansioso que le abriera la puerta su tan preciado crestas.
El tono del timbre paralizó a Horacio, miró por el agujero de la puerta sabiendo claramente quien estaba al otro lado. Se veía precioso ante sus ojos, traía una caja con un pequeño regalo y la curiosidad lo invadió. Abrió la puerta lentamente sin saber como saludarle en verdad. Era demasiado extraño darle un beso en la mejilla cuando antes se lo comía hasta con patatas.
Volkov: Hola Horacio - Dijo mirándolo fijamente a la cara, desde hace mucho que no lo veía. Pero el verlo ahora reafirmó que sus sentimientos seguían intactos incluso, el tiempo y la distancia los había intensificado.
Horacio: Hola - quiso soñar frio pero en verdad su interior pedía a gritos un beso de esos gruesos labios.
Lo invitó a entrar abriendo del todo la puerta. El Ruso con una sonrisa le ofreció la pequeña caja envuelta de forma cuidadosa en un papel rojo guinda, combinaba perfectamente con su cresta.
Horacio: Gra-Gracias... No te hubieras molestado - dijo con una sonrisa mientras recibía aquel detalle. - Toma asiento donde gustes, ahora voy por los cafés.
Volkov: ¿Te molesta si te acompaño a la cocina?- no quería perder ni un segundo con el crestas, lo había deseado tanto que ahora no lo solitaria por nada del mundo.
Horacio: No, para nada. Ven por aquí - lo condujo hasta su linda cocina de estilo americano, junto con la casa le habían regalado una caja con unos granos de café muy exclusivos. Consideró esta la oportunidad perfecta para usarlos. Por los que los molió y preparó todo para servirlo.
Volkov: ¿cómo has estado? Ha pasado mucho tiempo, pero por lo que veo tus dotes en la cocina siguen intactos. - consultó mientras se apoyaba en una de las encimeras. Sus ojos brillaban y estaba notablemente contento, quería acercarse más pero era adelantarse mucho. Prefería ir lento pero seguro...
Horacio: En verdad mejor de lo que creí que iba a estar. - Tomó ambas tazas y las llevo a la pequeña terraza con vista al lago. El Ruso lo siguió mientras lo recorría de pies a cabeza con la mirada. Creía que era discreto, pero Horacio se percató. - Sentémonos aquí, me gusta la vista y podemos relajarnos un poco. -Abrió la silla del ex comisario junto con la suya para tomar asiento tranquilos.
Volkov: Al parecer aún recuerdas como me gusta el café, cargado y sin azúcar. - Indicó mientras revolvía el café.- Horacio yo... De verdad siento mucho todo lo que pasó, en su momento no lo vi con claridad, pero cuando te dije que me enamoré profundamente de ti una vez te conocí de verdad fui muy sincero. Desde que todo pasó mi cabeza ha estado inundada de pensamientos, de los cuales el 99% eres tú. Pienso en todo el daño que te hice, lo mal que estuviste por mi culpa y se me aprieta el pecho. Pero ahora estás aquí, preparando café y siendo tan bondadoso de darme la oportunidad de decirte las cosas a la cara, de abrir mi corazón contigo... Lo perdí todo, pero lo único que me interesa realmente recuperar eres tú, cariño... - Dejó de lado el café para tomar la mano de su tan preciado pelirrojo. - Entiendo que si esto es difícil para mi, para ti debe ser el triple de complicado. Te pido que por favor pienses esto con calma y me perdones Horacio...
El pelirrojo lo miraba como si fuera una obra de arte hecha persona, su mirada estaba fija en los labios del otro mientras hablaba, cada palabra que salía de su boca le revolvía las mariposas del estómago y volvía un remolino de emociones su mente. Cuando sintió el calor del ruso en su mano todo se detuvo... Su mente se llenó de recuerdos, de cada uno de los " Te amo" que habían intercambiado, cada risa e incluso cada mirada desde la primera vez en la que se vieron.
Horacio: Comprendo que esto ha sido súper difícil para ambos Viktor, hay ciertas cosas que no podemos cambiar a estas alturas... Tú fuiste la última persona en la que pensé antes de entrar en coma y la primera cuando desperté. Está más que claro que mis sentimientos por ti están prácticamente intactos, pero aún hay mucho dolor en mi. Aún me dueles mucho Volkov... - Una lágrima corrió por su mejilla, la cual fue limpiada por el pulgar del ex comisario. Quien lo miraba con preocupación.
Volkov: Comprendo de todas maneras, no hay porqué presionar o apurar las cosas. Yo te esperaré cuanto sea necesario. Tendré la paciencia infinita con tal de volver a tener un hueco sin dañar ese corazón tan puro. - Dijo mientras le tocaba de forma delicada el pecho con el índice de la mano que anteriormente había rozado la cara del crestas.- Prometo volver a hacerte tan feliz como prometí alguna vez.
Hablaron de muchísimas cosas, ambos fueron muy abiertos el uno con el otro. Las horas pasaron volando... Entre sus conversaciones habían una que otra caricia y eso les había acercado mucho, ya no había tanta tensión como al principio. Ya eran altas horas de la madrugada, por lo que Horacio le ofreció a Volkov quedarse esa noche ahí con la condición de irse temprano por la mañana, ya que vendría Gustabo. El ruso aceptó de inmediato, dormiría en el sofá. Horacio le facilitó una camiseta holgada para que durmiera cómodo y unas mantas.
Todo había ido bien, por lo que ambos se acostaron con una increíble sonrisa en sus rostros. Sentían que ese era el ritmo perfecto.
Eran las 5 am, y Volkov con la esperanza de cumplir su promesa se levantó. Se acercó a la habitación de Horacio, lo observó dormir varios minutos desde la puerta. Se veía perfecto ante sus ojos, tenía todo lo que necesitaba su vida. Se acercó lentamente para despertarlo y avisarle que ya se iba.
Volkov: Horacio, ya me voy. Muchas gracias por todo... Espero pienses lo que hablamos.- Besó con ternura la frente del otro-
Antes de marcharse se encargó de dejar todo limpio, para no dejar rastros de su presencia ahí. Una vez salió condujo por la gran autopista hasta llegar a su modesto piso, en él lo esperaban un montón de cajas sin desempacar. Pero él la única tarea que tenía en mente era recuperar a su pelirrojo.
Horacio despertó con el ruido del audi aparcando afuera de su hogar, se sobresaltó pensando que debía limpiar para no dejar rastros de Volkov en casa, pero cuando vio que el ruso se había preocupado de todo antes sonrío. Abrió la puerta y ahí estaba Gustabo, quien traía una bolsa con un rico desayuno para ambos. Le costaría ocultarle lo que había pasado, pero sabía que era lo mejor para todos.
Gustabo: Anda Horacio, que te has arreglado la cresta y todo- Dijo mientras entraba a casa con su característica energía.
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sorry por no actualizar ayer uwu
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Me gustas, ¿Te gusto? [VOLKACIO]
Fanfic¿Qué habría pasado si la respuesta a esa declaración hubiera sido correspondida?