Capítulo 1: La declaración

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El día anterior había sido duro para Horacio. Uno de sus mejores amigos, Emilio, lo había traicionado. Disparándole repetidas veces en las piernas y pegándole un culatazo en la cabeza, ésto último lo dejó inconsciente. Gustabo lo llevó tan rápido como fue posible al Hospital de Los Santos. En él, tuvieron que tratarlo con sumo cuidado puesto qué en medio de la operación comenzó a convulsionar. Sus piernas se vieron muy afectadas, tuvieron que ponerle tornillos, lo que lo dejó con una severa cojera, tendría que usar muletas por muchísimo tiempo y eso lo afectaba de sobremanera. Terminó en su cama llorando, enviándole mensajes a su comisario favorito pero no recibió respuestas.

Hoy al llegar a comisaría se estremeció al notar que Volkov estaba en la armería, tenía miedo de su reacción ante los mensajes que le había enviado así que prefirió evitarlo, esperando que él saliera para poder equiparse. Pero una vez salió notó que el peligrisaceo estaba hablando con su compañero de patrulla. No pudo seguir evitándolo así que se acercó a ellos.

H: Buenos días comisario volkofff.- Dijo poniendo énfasis en la v mal pronunciada.

V: Buenos días Horacio ¿Cómo está usted? Me dijeron que ayer no tuvo un buen día.- Consultó curioso y a la vez preocupado el cabeza pequeña.

H: Bien dentro de lo que se puede, gracias.- Lo dijo con una sonrisa en su cara al notar la preocupación de su superior.

V: Perdone por no haber podido atenderlo ayer, pero si quiere uno de estos días se acerca a mi piso y nos tomamos un vaso de vodka. No le serviré lo del otro día que por lo que vi no tolera mucho el alcohol.- Dijo entre risas.

H: Me gustas, ¿Te gusto? - Preguntó sorpresivamente el de la cresta.

V: ¿Cómo? ¿Disculpe?- Lo había tomado por sorpresa tal declaración, más aún siendo en medio de comisaría a vista de todo el mundo. Incluso había un oficial cerca de ellos quitándose el casco, pero era obvio que estaba interesado en la conversación.

H:... - Su corazón estaba a mil y sus pómulos se tornaron notoriamente rosados.

V: ¿A qué se refiere? ¿Qué le gusto yo? .- Dijo curioso, aunque sabía claramente la respuesta quería escucharlo de él de forma directa.

H: bueno... yo... - No sabía que decir, había ensayado en su mente una y otra vez la escena con la esperanza de verse preparado ante la situación. Pero no le sirvió de nada, estaba bloqueado.

V: A ver venga, acompáñeme por aquí. - Dijo el más bajo mientras se acercaba al despacho del primer piso de Conway.

Una vez estaban dentro la situación se tornó aún más incomoda, el ambiente se sentía pesado y había un silencio increíble. Volkov se sentó en el sofá e invitó a Horacio a hacer lo mismo. Lentamente y desconfiado él lo hizo. Se notaba que estaba nervioso y se notaba el brillo en sus ojos, como si estuviera a punto de llorar.

V: Bueno, ¿Me puede explicar lo que me dijo ahí fuera?

H: Gustavo me dijo que fuera así directo... - Expresó mientras bajaba la mirada y la voz.

V: Escúcheme Horacio, yo hace un tiempo que perdí la capacidad de amar. Otras personas se me han declarado pero nunca he podido corresponderles - explicó

En ese momento Horacio sintió como su corazoncito se rompía en mil pedazos hasta qué...

V: Sin embargo, usted causa en mi algo distinto al resto. No sé si llamarle a esto amor, pero su compañía se me es muy grata, siempre logra sacarme alguna sonrisa. Cosa que es bastante extraña en mi. En realidad me alegra que me haya planteado esa pregunta, puesto que es un tema que tarde o temprano hablaríamos.- Comenzó a jugar con sus manos en señal de nerviosismo, sus mejillas se tornaron de un color carmesí y desviaba la mirada para que el contrario no notara el brillo en sus ojos.

Me gustas, ¿Te gusto? [VOLKACIO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora