Libro 1 El reino de las cuatro regiones.

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Había una vez, en una pequeña posada.

Libro 1 El reino de las cuatro regiones.

Introducción

El reino de las cuatro regiones era uno de los reinos más poderosos en todo el mundo civilizado, un reino situado en una planicie a una altura extrema rodeado de montañas empinadas y que en su interior existían numerosos ríos.

Si uno le preguntase a la gente foránea sobre este territorio, lo más probable es que lo describiera como un trozo frio de tierra seca y carente de toda forma de vida. Lo cierto es que esa descripción correspondía más con las tierras al occidente, donde alguna vez estuvo el centro del imperio más grande de la historia del mundo civilizado, el imperio Chaw.

En cambio, el reino de las cuatro regiones contenía en su interior una serie de ríos, un pequeño lago y humedales que permitían practicar actividades de agricultura y ganadería. El reino, estaba dividido en cuatro zonas, cada una en cada punto cardinal, con la capital, la ciudad de Jwala en el centro del todo.

Las ciudades de este reino son pucarás, ciudades-fortalezas construidas sobre montañas divididas en niveles con muros partiendo cada nivel, usualmente, el nivel superior es donde están los templos, los edificios públicos y las residencias de los gobernantes, mientras que, en los niveles más bajos se encuentran los estratos más olvidados con comerciantes y campesinos conviviendo. Una pirámide social hecha ciudad.

Y Jwala, la capital, no es la excepción.

En la ciudad de Jwala, encontrándose en el nivel más alto de la ciudadela, en un templo de piedra recubierta de oro dedicado a la adoración de la bestia sagrada del Jwala, se encontraban dos personas reunidas en una sala pequeña en la cual ni siquiera había ventanas para recibir luz solar.

—Este año tampoco hubo éxito. —Dijo una voz rasposa proveniente de una figura oscura al lado de la puerta.

—No, el niño no tenía el sello. Ya nos quedamos sin opciones, solo nos quedan unos cuatro más por buscar e investigar. —Respondió la voz que se encontraba en el centro del salón.

—Desde que la esclava se escapó con los niños, hemos perdido todo rastro de la bestia.

—Solo nos quedan unos cuatro a buscar. Entre ellos está...

—La niña de tus ojos que abandonaste y nunca más podrás ver crecer, ¡oh la tragedia del padre encariñado con un experimento! ¡el drama!

—¡Pero que mierda dices!

—Sabes que le ganaste cariño a esa niña.

—...

—¿Ves? Al resto de los niños nunca les diste atención, pero a la niña sí, vaya fracaso de padre con hijos favoritos.

—¡Eso no tiene nada que ver con la situación presente! ¡Ella fue secuestrada y la bestia consigo!

—Oh mi querido rey, no debes preocuparte, sé que podremos encontrar a la secuestradora, así como a los niños y la bestia perdida.

—No pareces darte cuenta de la gravedad del asunto.

—Soy consciente de los efectos que puede tener el haber perdido a los niños y la bestia, pero no creo que nos vaya a dar problemas, al menos por un tiempo. Nuestra prioridad debe ser el fortalecer nuestro ejército. —Dijo la voz al fondo de la habitación mientras buscaba una silla en la cual sentarse.

—Perdimos una oportunidad de oro para estudiar a la bestia en su ambiente natural, era algo que siempre desee desde niño, el conocimiento respecto a esas bestias. pero tienes razón en lo del ejército, aunque nuestras tropas ya están desplegadas en los reinos centrales, pero requerimos detener las incursiones.

—La gente al oeste está comenzando a organizarse, Chaw parece que no nos hará las cosas fáciles. Aah mi querido rey, no creo debamos preocuparnos de los salvajes del oeste, solo son tribus que atacan para comer, no están a la altura de nuestros ejércitos. —La figura comenzó a sentarse en un pequeño banco a un costado del lugar mientras sacaba algo de comida de un bolso.

—No subestimes a los de Chaw, hay veces en los que un solo de sus hombres puede vencer a diez de los nuestros. Tienen capacidades que no podemos comprender. Su manejo de la energía interna es sorprendente.

—He escuchado que hay refugiados migrando a los pueblos fronterizos, ¿Cuántos habrá ya en Kunturani?

—No lo sé, pero la única vez que vi a uno podía dominar la energía interna de su cuerpo para cortar objetos. Esa es una capacidad que nunca pensé posible.

—Es más común usar el elemento viento para crear ondas alrededor tuyo y realizar el mismo efecto...

—Posiblemente, debido a que están constantemente perseguidos, deben usar técnicas más extrañas.

—Es posible, entonces, deberíamos darle más énfasis a Kunturani, reclutar soldados de esa capacidad sería increíble en nuestro ejército, lástima que no tengan derecho a unirse a menos que sean parte de alguna de las tribus.

...

Un pequeño silencio se apoderó de la sala, mientras el rey obtuvo una idea obvia proveniente de ese comentario tan casual. ¿Reclutar foráneos? En el papel no es mala idea, después de todo requieren de tropas urgente para mantener su posición de potencia, y los refugiados de Chaw pueden ser de gran ayuda.

—Haremos pruebas ahí, cada año y serán libres para quien sea que quiera unirse.

La figura en la silla escupió su pequeña papa que estaba comiendo.

—¡Pruebas libres! ¡Dejarás a todos participar!

—Exacto, todo aquel que pueda servir al ejército, no necesita pertenecer a las tribus, no necesita ser de este reino, pero solo será ahí, solo en Kunturani.

—¿¡Quieres hacer de Kunturani un resort turístico o un campo de refugiados!?

—Kunturani será nuestra entrada para aquellos salvajes que quieran integrarse y pertenecer al mundo civilizado. Será nuestra estatua de la libertad para la opresión del mundo tribal.

—¿Y desde cuando pretendes hacer esas pruebas?

—Ya que no puedo hacerlas desde el siguiente año, comenzaremos a hacerla en dos años, y a partir de ahí se hará una prueba pública cada año. — El rey comenzó a dirigirse a la puerta mientras la figura femenina en la silla lo miraba confundida. —Debo comenzar el trabajo para esto. Reúne a los cuatro caciques, es hora de explicarles la estrategia.

El rey se fue de la sala seguido por la figura femenina que se encontraba con él.

Sin embargo, mientras esto pasaba, muy lejos de Jwala, muy lejos de la región occidental del reino de Jwala, cruzando el Gran Muro que divide el mundo civilizado del incivilizado, en las áridas tierras mismas de Chaw, donde las tribus pelean día a día solo para conseguir agua, en una pequeña casa destruida, un niño miraba al horizonte.

—Debemos irnos hermanito.

Otro niño lo miró confundido, ambos vestían harapos blancos y compartían un pequeño tazón de algo que parecía trigo.

—¿Irnos?

—Si hermanito, imagina viajar al este, ¡Comer dos veces al día!

—Hermano, ¿Estás seguro?

—No hay nada aquí hermanito, este tazón es nuestro único alimento hasta quien sabe cuándo.

—Yo no quiero irme...

—¿Porqué? No hay comida...

—Te tengo a ti hermano. —Dijo el niño pequeño con una fuerte determinación. —Te tengo a ti, un poco de comida... y amigos...

—Hermanito... —El rostro del hermano mayor cambió a una de preocupación.

—Todo mi mundo está aquí. —Dijo el niño pequeño, para luego dormir.

...

El reino de las cuatro regionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora