C. 31

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Ya era tarde cuando dio la vuelta al picaporte de su puerta. Había salido con la idea de arreglar para Harry las cosas. Por lo menos estaba contento de haber podido ayudarle con eso. Ya mañana hablaría para arreglar su propia situación, eso era aún más fácil que la situación de Harry. Por fin era mayor de edad y eso le daba muchas libertades que antes no tenía.

Al abrir la puerta esperaba ver las cosas de Harry en la sala o quizá regadas por el departamento. Se había dado cuenta, en el tiempo que llevaban conviviendo, que Harry era algo descuidado. Pero al entrar lo único que vio fue la pesada mochila negra aun sobre el sillón de la sala. Parecía no haberse movido de su lugar. ¿Es que el rizado no había ido a su casa por sus cosas? ¿O había ido y aun no regresaba?

Cuando le había dicho a Harry que se fuera con él al departamento, lo hizo de corazón, porque eso fue lo que sintió en el momento, porque sabía que Harry estaba deprimido por lo que le había hecho su padre y esperaba que con esa propuesta pudiera hacerle olvidar su tristeza. No le gustaba ver esos ojos violetas con la sombra de tristeza que le había visto en el hospital. No sabía hasta donde podían haberle llegado sus palabras al rizado. Quería decirle como se sentía, pero las palabras no salían de su garganta cada vez que lo intentaba.

Intentaría decírselo esa misma noche... si es que se decidían las palabras a salir de su boca.

Abrió la puerta de su cuarto y solo vio la luz de la pequeña lámpara encendida, todo se veía en su lugar las cosas de Harry no estaban por ningún lado.

Se acercó de forma lenta hasta la cama. Podía percibir el aroma del rizado en el ambiente, quizá estaba acostado en la cama y por eso no le veía. Pudo ver un bulto negro del lado izquierdo de la cama, justo del lado que le había dejado el día en que su padre lo había golpeado y le había impedido irse. Dio la vuelta al lado de la cama para verlo más claramente bajo la luz de la lámpara.

Allí estaba él, profundamente dormido.

Sintió como un estremecimiento le recorría el cuerpo al ver a la rizada boca arriba usando solo unos bóxers blancos y la playera que traía puesta esa tarde. Traía el cabello totalmente suelto, el cual descansaba desarreglado sobre el colchón de la cama. ¿Por qué el solo verlo le hacía estremecerse? A pesar de hacer frío afuera comenzó a sentir como el calor inundaba de nuevo su cuerpo, como si fuego comenzara a correr por sus venas... se sentía como se había sentido en la tarde cuando habían comenzado a besarse. Estaba comenzando a excitarse de nuevo.

Se dio la vuelta para entrar al baño, necesitaba calmarse. Amaba a Harry, pero no quería obligarlo a nada. Sabía que el rizado estaba pasando por un periodo difícil al haber sido corrido de su casa sin ninguna razón aparente.

A pesar de que quería hacer el amor con él, sabía que no era el momento. A partir de ese día vivirían juntos, ya habría otra oportunidad, un día en el que nadie les interrumpiera.

Salió de bañarse usando una de sus pijamas y saco otro juego para Harry, ya que al no haber ido a su casa no tenía ropa para dormir. ¿Por qué no habría ido? ¿Se habría esperado por que no se quedaría con él? Pero de ser así no estaría ahora dormido en su cama semi desnudo.

Parecía que Harry no había sentido el movimiento ni el ruido del agua, por que seguía plácidamente dormido. Se recostó a su lado para verlo fijamente. Su piel blanca brillaba con la pálida luz de la lámpara.

Que vueltas da la vida. Cuando había pensado que él no existía para nadie, porque siempre se sintió ignorado por sus padres. Apareció Harry para cambiarlo todo con su mirada violeta tan llena de luz.

¿Puede la felicidad durar para siempre?

Se acercó lentamente hasta los labios del rizado, quería saborear de nuevo ese dulce sabor que le encantaba. No quería despertarlo, por eso solo deposito un suave beso sobre esos labios sonrosados y carnosos que se encontraban entreabiertos por la respiración de su dueño.

Juego de dos ➳ larry & ziall [adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora