Capítulo III

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- ¿Podrías traerme otra taza de café? Por favor – dije.

- ¿Otra? ¿No ha tomado demasiado café? Preguntó cuestionando mi petición.

- Sí, otra ¿no puede traerla? – pregunté con arrogancia.

- Claro que puedo, pero ya ha bebido mucho – dijo mientras se levantaba a buscar el café.

- Bien, entonces hágalo – respondí haciendo una mueca sonriendo.

- Espere aquí – dijo molesto mientras salía de la habitación.

- ¡A dónde podría ir! – dije levantando los brazos y dejando salir una risa.

Minutos después entró el hombre con el café, estaba un poco frio y le faltaba azúcar, me pareció que lo había hecho a propósito.

- Espero lo disfrute - dijo de forma sarcástica mientras se sentaba.

- Créame que lo haré ¿Dónde nos quedamos? – pregunté.

- Se había dado cuenta de que la pulsera era de Daniel – respondió:

- Cierto...

<< La mañana siguiente me levante con más dudas que antes, por alguna razón estaba la pulsera de Daniel en su casa ¿Algún día llegó a venir para acá? Pero... ¿para qué? Él no sabía conducir. Algo no cuadraba en todo esto.

Me levanté de la cama con rapidez y cogí el teléfono, lo había dejado sobre la mesa de noche, busqué el contacto de Daniel y comencé a llamarlo, lo hice más de veinte veces y el resultado siempre fue el mismo, el buzón. Su teléfono estaba apagado.

Como no contestaba mis llamadas, le envié mensajes por whatsapp, y sms, le escribí "¡Hey! Bro ¿cómo estás?" "Qué tal todo" y como ese, un montón de mensajes más, muchos de ellos no tenían gran sentido pero lo importante era recibir un mensaje a cambio.

Minutos después, Ileana me llamó para desayunar. Me había distraído con el celular y no arreglé la cama, estaba hecho un desastre. Mientras la arreglaba, me apoyé en el copete de madera y sentí un relieve, había un nombre escrito en él "Sorín". Recordé que ella había dicho "éramos cuatro niños, dos hembras y dos varones", estaba durmiendo en el cuarto de ese chico. Tal vez ella seguía durmiendo en la misma habitación que de niña.

Bajé a desayunar. Al llegar al comedor ya estaba todo preparado.

- ¿Por qué tardaste tanto en bajar? – dijo Ileana.

- Discúlpame, estaba llamando a mi amigo Daniel, trabaja para ti ¿recuerdas? – respondí mientras me sentaba en la mesa.

A Ileana le tomó por sorpresa mi pregunta, al parecer no se lo esperaba. Su rostro se impresionó por unos minutos, fue muy extraño. Daniel me había recomendado a mí para el trabajo, no debería existir sorpresa por ello. Su turbación no duró más de un minuto, tiempo suficiente para hacerla notar. Volvió en sí y respondió:

- ¡Ah! Sí, claro ¿Y no responde? – preguntó mientras se disponía a comer.

- No, le he dejado varios mensajes y lo he llamado un par de veces pero nada... debe estar ocupado. Más tarde lo intentaré de nuevo – respondí a la pregunta de Ileana pero sin dejar de ver sus reacciones, algo no estaba bien.

- De seguro está dormido, con todo el trabajo que tiene, seguro ayer se fue de fiesta y aun no se levanta – sonrió y tomó un poco de agua.

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⏰ Última actualización: Jun 15, 2020 ⏰

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