Capítulo 4

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Arrastré mis pies descalzos por la sala. Mi cabeza estaba hecha un desastre, olía a alcohol y no podía dejar de pensar en Kyle. Y por si fuera poco… me sentía estúpida.

       -       Cassie – mi hermana cerró la puerta de entrada.

       -       ¿Qué?

       -       Cass, espera – me tomó de la muñeca.

       -       ¡Ya deja mis muñecas tranquilas, Santo cielo, me las vas a dislocar! – le gruñí. Ella frunció el ceño.

       -       ¿Estás bien?

       -       ¿Parezco bien? – rodé los ojos.

“Un momento, Cass… Candace parece interesada en tu estado” Eso sí que no pasaba muy a menudo.

       -       Pareces furiosa – alzó ambas cejas. – ¿Es por Kyle?

       -       No.

       -       De acuerdo… ¿Qué pasó allá entonces?

       -       Nada, simplemente me ha quedado claro una vez más que las fiestas no son lo mío. Y los besos tampoco.

       -       ¿Besos? – ella abrió los ojos como platos.

       -       Ignora eso último – hice una mueca.

       -       ¿Besaste a alguien?

       -       Qué importa, ya pasó.

       -       ¡Besaste a Kyle! – dijo histérica. Se tapó la boca, como si besar a un chico fuese un pecado terrible y abominable.

       -       No es para tanto – rodé los ojos y apreté los puños. – Solo duró… un par de… minutos, creo.

       -       ¿Minutos?

       -       Era una competencia estúpida. Candie, quiero dormir, no pensar en… Kyle, ¿De acuerdo?

Ella me miró a los ojos, y eso era… ¿Compasión? ¿Lástima? ¡Decepción!

       -       Kyle es un mujeriego, machista y un narcisista asqueroso. – ella hizo una mueca de desagrado extrema. Yo suspiré.

       -       No me importa, no volveré a verlo nunca, no volveré a pensar en el beso… ¿Podemos hacer como que esta noche nunca pasó? Te lo agradecería mucho.

       -       Bien – sonrió. – Buenas noches.

Pasó por mi lado y se perdió en el corredor… ¿Candie había dicho… buenas noches junto con una sonrisa de hermana mayor y cariñosa o yo lo había imaginado?

Me sobresalté cuando la puerta principal se abrió y la “sorpresa” de todas las noches atravesó el umbral.

Mi madre, ebria.

       -       Candie… cariño, ayuda a mamá – balbuceó intentando mantener el equilibrio. Estaba sucia, despeinada, y emanaba un olor asqueroso.

       -       Soy Cass – la corregí. Ella me miró ceñuda.

       -       ¿Juegas conmigo… niña? – me regañó. La tomé del brazo y cerré la puerta, le quité el bolso y la guie hasta su habitación entre tropezones y palabrotas.

Se recostó sobre su cama, se quitó los zapatos y me miró con los ojos como celdillas.

       -       Candace, bebé… cierra la luz.

Kyle | 1ra parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora