Había llegado a casa después de un largo día. Estaba dispuesto a ir directamente a tomar un baño cuando Luna, empezó a saltarme arriba, ladrando, y es que así todos los días me recibía y eso solo podía significar una cosa: tenía hambre. Cambié mi dirección y fui directo a la cocina dejándo el maletín en unos de los sofá que estaba en mi camino. Mi apartamento era relativamente grande, estaba situado en el centro de Madrid, me había mudado hace menos de una semana, cuando había decidido darle un nuevo rumbo a mi vida, convencido por mi madre, y es que yo detesto los cambios, pero esta vez si que lo necesitaba.
Hace un 2 meses trabajaba en una de las mejores universidades de Madrid, donde llevaba trabajando casi 4 años. Mi estancia allí al principio no fue nada agradable, habían muchos profesores que se creían superiores a mí en todos los sentidos, y no es que yo sea vanidoso pero desde que me gradué me considero un buen profesional, con mi manera de diferente de ver las cosas, por supuesto, a diferencia de otros que lo único que resultaban ser un tanto mediocres. Pero con el paso de el tiempo me fui ganando la aprobación de muchos, con excepción de algunos que todavía me tenían entre cejas y en cuánto tenían la oportunidad criticaban mi forma de enseñar. Al parecer a muchos todavía les jodia que a un profesor tan joven lo nombraran jefe de estudio. En ese tiempo conocí a la que pensé que era el amor de mi vida, Tatiana. Una mujer extremadamente hermosa, y súper inteligente, con ella estuve 2 años, los que pensé fueron los mejores de mi vida, hasta que descubrí que me engañaba con el que se suponía era mi mejor amigo, mi compañero, al que le contaba absolutamente TODO, hasta los problemas que empezaba a tener con Tatiana, y él solo aprovechó la aportunidad para ligarse a mi mujer.
En ese tiempo me sentí mal, muy mal, al saber que dos piezas importantes en mi vida me habían traicionado de la peor manera.Lo peor vino después, después que los descubrí hicieron pública su relación y me tacharon a mí como el cornudo sin ojos, ya que al parecer muchos ahí lo sabían y nadie me había dicho nada, y eso me dolió aún más. Luego de eso mi estancia se volvió nuevamente amarga ya que con todos mis problemas empecé a estar más desconcentrado en mis clases y algunos de mis alumnos que tanto me odiaban por sacarlos del aula, se empezaron a quejar y las pirañas no se hicieron esperar para volver a atacar. Hasta que un día me cansé, me cansé de estar sufriendo por personas que nunca sintieron nada por mí, me cansé de ver por los pasillos como mi mejor amigo y mi exmujer se pasaban de cariñosos, delante de mi, sin ningún tipo de vergüenza. Y con la insistencia de mi madre que estuvo apoyándome en todo momento y recordándome todas las veces que me advirtió sobre Tatiana, -porque a ella nunca le llegó a caer bien- decidí pedir un traslado a otra Universidad, pero a ser principio de curso no habían capacidades, y un amigo mío me recomendó el colegio donde él trabaja, uno de los mejores colegios Privados de la zona, donde había una plaza de profesor de Física libre y para ahí me fui. Y así es como he acabado en este piso que me queda a solo 20 minutos del colegio, con mi perra, mi más fiel compañera.
Tenía una sonrisa amarga en mis labios al recordar todos esos momentos tristes. Cogí el pozuelo de Luna y lo llené de su comida, observando como la devoraba luego de yo apartarme.
Hoy había sido un día agotador, no físicamente sino mentalmente, presentarme a mis nuevos estudiantes siempre había sido una tarea difícil para mí, no por pena sino, porque siempre he tratado que la primera impresión que los alumnos tengan de mí no sea la de ese profesor mandón y amargado, sino de una persona sociable, con la cuál ellos se pudieran sentir en confianza, pero que me mostraran respeto por encima de todo, y creo haberlo conseguido, esa técnica de no dar clases el primer día me había servido para agradarlos un poco más.
Estaba entrando en mi habitación y en mi mente apareció ella, esa rubia de ojos azules. Estaba en mi aula de 2do año, al princio me sorprendí. Cuando me topé con ella en la entrada del colegio y derramó mi café me molesté muchísimo, pero al fijarme en la causante de tal desastre, toda molestia se esfumó, era una chica extremadamente atractiva, tenía un pelo castaño, llegando a ser rubio, con mechas rubias a lo largo de este, unos ojos azules preciosos, que te llegaban a hipnotizar, profundos. Tenía las facciones de su cara fina, unos labios carnosos y una cejas perfiladas. En toda extensión de la palabra, era hermosa. Una piel blanca que enseguida se puso roja al darse cuenta del desastre que había cometido. Yo me puse un tanto nervioso, y ella lo único que hacía era pedir disculpas. Si no hubiese sido por el timbre y porque iba atrasado me hubiera presentado con ella, cordialmente. Era de conjestura delgada pero tenía un hermoso cuerpo, por eso me sorprendió cuando entré a su aula y la ví sentada en el fondo del salón con su linda cabellera cayéndole por un lado.
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Será nuestro secreto
Teen Fiction... Y dicen por ahí que lo prohibido es la tentación más deseada y lo deseado es lo más prohibido... - Dame un beso - ¿Peeroo aquí? Nos pueden ver - Nadie nos va a ver, ven aquí - Sabes que lo nuestro está prohibido no? - Lo sé, pero nadiee se tien...