Capítulo 4

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Después de cenar con mis padres subí a mi habitación apenas eran las 8 de la noche, y tenía unas enormes ganas de que acabara el día. ¿Por qué? Pues.. Simplemente porque tenía deseos de volverle a ver. Joder... me remprendí a mi misma por enésima vez en el día. ¿Por qué llevaba toda la puta tarde pensando en él? ¿Por qué no me lo podía sacar de mi mente? ¿Por qué sentía esa sensación extraña en el estómago al pensar en él? Su voz, joder.. esa maldita voz que no salía de mi cabeza, tan imponente y a la vez tan suave, tan varonil.

¿Cuántos años tendrá? Esa pregunta se acababa de formular en mi cabeza. Se veía tan joven pero a la vez se notaba que nos sacaba unos cuantos añitos, más de 27 no debía tener o eso creo.

– Victoria! – Di un salto a la vez que la voz de mi tío me sacó de mis pensamientos.

– Joder tío que casi me matas del susto – me puse la mano en el pecho a la vez que me levantaba de la cama.

– Eh eh eh señorita modere su vocabulario conmigo – alcé una ceja.

– En serio, me vienes tu a mi con eso – él también alzó su ceja izquierda – deja eso para mis padres.

– Bueno ya ok, ya entendí tu indirecta – me dijo alzando los brazos a modo de derrota – Oye se puede saber que te pasa, llevaba media hora llamándote y tu estabas como en un limbo mirando a la nada.

– Emm.. – me puse roja como un tomate acordándome de la persona que me tenía en ese limbo – No nada, solo.. estaba pensando en.. cosas.. cosas de.. la escuela..

– Ya, y porque tartamudeas.

– Ay y a que viene este interrogatorio ahora – dije ya un poco irritada por la información que me estaba tratando de sacar, ya que así se había pasado toda la tarde, diciendo que desde que llegué no era la misma Vicky entusiasmada que se había ido esta mañana de casa.

– No, nada solo estaba preocupado por tí, pero como veo que no vas a soltar ni un pelo, solo venía a despedirme, ya me voy a domir y posiblemente cuando despiertes ya yo me habré ido –  Hice un pequeño puchero y mi tío vino a abrazarme – nos vemos dentro de unas semanas cara de papa.

No pude evitar reír – Está bien, oye pero prométeme que cuando regreses de tu viaje me vas a llevar con la señora ésta de interpretación que conoces, ¿cómo es que se llama?.. – le dije ya separándome de su abrazo.

– Luisa

– Si esa misma, me vas a llevar – Llevaba tiempo ya pidiéndole a mi tío que me llevara con una señora que es profesora de interpretación, él me había contado que fue su profesora cuando era joven y es buenísima, pero por su trabajo, no había podido llevarme, pero ahí estaba yo, insistiéndole nuevamente.

– Valeee, peeeroo – uff ahí vamos – si cuando regrese me cuentas eso que tiene a tu cabecita atormentada – tuve que rodar los ojos, ya no sabía cuál de los dos era más terco.

– Eso es chantaje – dije poniendo los brazos en jarra.

– Si, lo sé, pero que le vamos a hacer.

– Está bien, no te prometo nada.

– Ves esa es mi chica –  y dándome un beso en la frente se marchó.

Ellos dos tenían una conexión muy especial, Pedro era la persona, además de sus padres que más la cuidaba, y la protegía, y éste no tenía hijos así que veía en ella una hija, por eso la quería tanto, la complacía y la trataba como una. Así fue creciendo y esa complicidad se hizo más grande poniendo a muchos de la familia un poco celosos. Se fajaban pero como uno no podía vivir el uno sin el otro a los 5 minutos ya estaban arreglados. Y cuando Pedro la bautizó se juró proteger a esa niña aunque fuera lo último que hiciera en la vida.

Será nuestro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora