Una pareja peculiar

473 7 2
                                    

Pocos días después la dichosa cita había llegado. Pamela casualmente se encontró con Franco en la calle y lo invitó a salir luego de una amena charla. Fue más sencillo de lo que esperaba y él ni siquiera sospechó nada.

Acordaron ir a almorzar a un restaurante cercano.

A espaldas de mi hermano Pamela me convenció de vigilar todo el proceso por a través de la enorme ventana que convenientemente había en ese lugar. Me hizo jurar que evitaría a toda costa que Franco la besara. No le encontré mucha lógica a eso, es decir, ¿de cuánta ayuda podría ser yo desde afuera del lugar?

Aún así accedí, después de todo no tenía nada que hacer y quería distraerme un rato jugando al espía.

Llegué al sitio una media hora antes que ellos. Me senté afuera en una banca vacía desde la cual tendría buena vista. Luego cada uno llegó por su cuenta y entraron al restaurante.

Pamela me miraba discretamente de vez en cuando y mi hermano ni siquiera me había notado, él difícilmente le ponía atención a su entorno. Era la persona más espiable del mundo.

Temía verme como un acosador, así que si alguien me percibía raro le diría que estaba esperando a alguien.

Al poco rato sentí unos golpecitos en el hombro. Me preparé para ser cuestionado sobre lo que estaba haciendo allí (en realidad a nadie le importó, sólo eran mi ansiedad por estar haciendo algo extraño y en muchas maneras incorrecto).

—¿Está ocupado? —me preguntó una chica pelirroja con grandes ojos verdes.

—No, adelante —la invité a sentarse sin descuidar mi labor como discreto vigilante.

Tomó asiento muy cerca mío, poniendo su pierna desnuda en contacto con la mía.

A los pocos minutos llegó un sujeto. Era alto y moreno. Al parecer él y la chica eran pareja, cosa que confirmé cuando se saludaron de beso.

Ahora éramos los tres en esa banca.

Ambos se decían cosas al oído entre risitas y podía sentir cómo me miraban. Traté de ignorarlo pero se estaba volviendo un poco incómodo.

De pronto la chica posó su blanca mano sobre mi pierna.

La miré confundido, encontrándome con una expresión pícara por parte suya. Viéndola bien era muy atractiva, al igual que su novio.

Sin previo aviso me besó intensamente, recorriendo mi boca con su lengua.

Voltee a ver al joven a su lado y para sorpresa mía, éste me sonrió y se relamió los labios.

¿Qué demonios?

Revisé que ni mi hermano ni Pamela hubieran visto eso. Al parecer no se percataron.

La hermosa pelirroja me tomó de la mano, se puso de pie y sin decir nada me arrastró hasta un baño público no muy lejos de allí.

Yo me dejé guiar sin poner resistencia. No estaba pensando muy claro en ese momento, era demasiada confusión para un lapso tan corto de tiempo.

El chico nos siguió.

—Perdona esto tan repentino. Mi nombre es Chloe, y él es mi novio Marcus.

Ambos revisaron todos los cubículos del baño, cerciorándose de que estuviéramos solos los tres.

La luz de aquel húmedo lugar parpadeaba, dándole un aire de película de terror. Aunado a eso había un gran espejo sucio y empañado que hacía juego con todo lo demás.

Parecía un buen lugar para ser torturado.

Mi corazón empezó a latir muy rápido. ¿A dónde me había dejado arrastrar?

—Bien, está vacío salvo por nosotros —dijo el chico.

Sin perder tiempo, Chloe abrió la cremallera a un costado de su munifalda negra de cuero, dejando la prenda deslizarse hasta llegar al suelo. Luego se quitó la blusa, quedándose únicamente con su ropa interior de encaje igualmente negro y unas medias de rejilla.

Su cuerpo era, aunque muy delgado, bastante curvilíneo, con amplias caderas y una cintura diminuta que combinaba perfectamente con sus grandes pechos.

Deseé tocar su cuerpo tan pronto como lo ví.

Marcus se apoyó sobre la puerta sin abandonar su sonrisa.

—Toda tuya. Disfrútala.

No me moví. Recordar su presencia me hizo sentir apenado.

Chloe tomó la iniciativa.

Caminó hacia mí, haciendo sonar sus tacones en el piso. Se hincó y abrió la cremallera de mi pantalón.

Liberó mi erección y comenzó dando lamidas suaves. Luego procedió a chupar, haciéndome llegar hasta lo profundo de su garganta.

Instintivamente la tomé del cabello, impulsándola a ir más rápido.

Aún no superaba la vergüenza de tener al mismísimo novio de esa chica contemplando encantado cómo me realizaba una felación.

Cuando avisé que estaba punto de venirme, Chloe se detuvo.

Lentamente se dió la vuelta y, apoyando sus pechos y antebrazos en el no sé qué tan limpio suelo, me brindó una fabulosa vista de su trasero a la vez que se despojaba de su tanga de encaje y de sus medias, dejándolas a la mitad de sus muslos, invitándome a penetrarla.

Dudé unos instantes. ¿De verdad eso estaba bien? Eran unos completos desconocidos.

Al demonio todo, no desperdiciaría esa oportunidad.

En un movimiento brusco me dejé ir hasta el fondo de aquella belleza gótica. Ella soltó un gemido de placer que quise volver a escuchar.

Tomé impulso nuevamente sacando mi pene casi por completo y empujando con fuerza. A cambio seguía recibiendo esos encantadores gritos de placer.

Con sus caderas apoyó mis movimientos, logrando así una penetración más profunda.

—¡Sigue, sigue! —aulló.

Sabía que Marcus tranquilamente contemplaba la escena, casi podía sentir su mirada quemándome la piel. No me terminaba de agradar la idea de ser visto en esa situación, aunque poco a poco dejaba de sentirme tan apenado.

Chloe apretaba deliciosamente con su vagina. Adoraba la succión que ésta me realizaba.

Al cabo de unos minutos ya no pude más, me vine al mismo tiempo que ella, soltando en su interior todo lo que tenía.

Me aparté sin saber muy bien qué hacer.

—Listo, querido —sin cambiar de posición se dirigió a su novio con voz jadeante y el rostro enrojecido.

Yo me dediqué a acomodarme la ropa, convirtiéndome esta vez en el espectador.

El chico avanzó hacia ella y con una facilidad increíble la reposicionó, dejándola boca arriba.

Abriéndose paso entre sus delgadas piernas procedió a lamer y chupar todos los fluidos que habían quedado en ella.

En el proceso un par de orgasmos la hicieron estremecerse de nuevo.

Una vez terminada su labor, le permitió a su novia vestirse y salimos de aquel sofocante baño. Había un par de personas afuera que esperaban a entrar y nos miraban con disgusto, seguramente adivinando lo que había pasado allí dentro. Me avergoncé.

Chloe y Marcus se despidieron de mí un poco más adelante. Curiosamente me agradecieron y luego se marcharon.

Eso había sido... ¿Grandioso...?

«Vaya pareja oeculiar», pensé.

Recordé la cita de Franco. Me apresuré a llegar a la banca en la que estaba sentado antes.

Los dos seguían como los había dejado. Todo en orden. Tal vez Pamela ni siquiera había advertido mi ausencia.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 18, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Deseos Prohibidos (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora