El dios Zorro y el Aldeano

Sentimientos

Los personajes no me pertenecen son de Kouhei Horikoshi, yo solo hago que se amen y tengas bebés.

Gracias a mi linda beta por tu ayuda, apoyo y consejos.

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Como lo prometió, trató de buscar toda la información posible con respecto a esa marca, pero en los pergaminos de su viejo no había nada, lo único bueno es que pudo comprobar que no era un símbolo demoniaco, ahora debía ir con la diosa Momo a pedir su ayuda.

Se dirigió a la parte posterior del templo donde había una línea ley, es decir una conexión con los dioses mayores, atravesó ahí estaba ese hermoso lugar, donde la tranquilidad prevalecía, para su gusto no era lo mejor, estaba acostumbrado a otro estilo de vida.

—Diosa Inari – saludo, mientras se arrodillaba para colocar la cabeza sobre las nubes – lamento incomodarla.

—El gran zorro de nueve colas – la suave voz de la mujer hizo presencia sin mentir siempre sentía nervios – es una sorpresa tenerte por aquí, ¿en qué puedo ayudarte?

—Un humano – se levantó, ella lo miraba con una suave sonrisa – nació con un símbolo en su vientre, los aldeanos dijeron que era una marca demoniaca, pero averigüe y no es así.

—¿Puedes mostrarme? – agradeció por dibujarlo, porque no podría explicarlo tan fácilmente, así que se lo entregó – que sorpresa.

Al escuchar esas palabras sintió una tranquilidad, ella podría tener información, de verdad quería darle algo de paz a Midoriya san, ella no merecía vivir preocupada.

—Solo puedo decirte que es como las dos caras de eso que llaman moneda – el frunció sus cejas sin entender bien lo que le decían – a lo que me refiero es que los ojos con los que se miran, traerán la felicidad o desgracia para el portador y su familia.

—Sigo sin entender – empezó a preocuparse, no era una respuesta concreta mucho menos tranquilizadora – es decir ¿qué el miedo puede ser causante de las desgracias que los rodeen?

—Probablemente – con esa simple aprobación, se inclinó un poco y salió.

Al llegar a su hogar, Denki estaba tirado como un dragón muerto sobre una roca que le permitía recibir el sol, al acercarse se percató del ligero aroma a sake, lo golpeó este se escurrió, negó por la falta de preocupación de ese sujeto.

Salió del lugar, tomó su forma de zorro corrió hacia la pequeña cabaña donde vivían los Midoriya, al verla a la distancia disminuyó la velocidad, pudo ver a la mujer llevando a su bebé en su pecho, sujeto a una cobija, el pequeño sonreía a cada palabra que le decían, movía sus manos y pies demostrando que amaba a la mayor.

Se quedó un rato viéndolos, honestamente no quería interrumpir ese momento tan agradable, le hacía pensar en su madre, en los momentos felices que llegaron a convivir, pero ni los dioses tenían una vida feliz en su totalidad. Dejó salir un suspiro, vio que el bebé era colocado sobre el pastal mientras que ella empezaba la recolección de frutas que estaban a su alrededor, caminó suavemente se acercó lo suficiente hasta ser visto por el pequeño.

Colocó una de sus patas sobre el pequeño este empezó a reír, puso una de sus colas en las manitas, siendo sujetada con emoción le agradaba esa sensación, más si era visto tan intensamente por esos ojos esmeralda.

En su interior sintió esa necesidad de protegerlos, de brindarles la felicidad que los demás humanos se habían encargado de negarles, ella era honesta, trabajadora y dedicada, lo haría se encargaría de verlos felices; lamio la mejilla del pequeño y se alejó.

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Desde que esos jóvenes le habían ayudado, su vida estaba mejorando, podía vivir tranquilamente, se encargó de sembrar todo tipo de verduras y granos que le permitieran alimentarse adecuadamente, también descubrió que, si iba por el lado contrario de su cabaña, encontraba otra aldea, así que llevaba sus productos para poder venderlos, así comprarle ropa a su amado hijo.