Criados y avivados por ninfas, y educados por musas. Concebidos para resguardar los cuatro humores de cada espíritu del bosque, que viven perseverantes para rechazar la saciedad natural que les fue cedida hacia la linfa.
Siendo abominación del deseo, los seres obscuros en el ritual invernal intervinieron en la debilidad, y creando un ideal, bajo la corruptela de la ley divina y con el cántico del necrópolis que guía el alma de las hadas, han arrebatado a las criaturas de divinidad, que petulantes retenían su deseo de drenar, la fuerza de voluntad que les fue inculcada.
Tiempo atrás retenían su apetencia. Ahora, fomentan su descontrol interno siendo fieles a una ley del bosque:
-- El corazón de un malhechor se ha de ofrecer, como sacrificio para la salvación de un peligroso poder. La demasía del ser, al lebrílope se le deberá de ser ofrecido. --
Y es así que ahora, los lebrílopes de las ninfas, rigen su descontrol siendo elemento en una ofrenda. De lo contrario, si uno arrebata la linfa de un ser sin sacrificio que ofrecer, desterrado del mundo de los vivos será.
ESTÁS LEYENDO
Casta Lóbrega
FantasíaLas hojas pertenecen al viento, la melodía que emiten atormenta árboles y recorre el estruendo del piélago, chocando entre sus olas. Aflorando nuevas existencias.