02:45 hs.
"Me molestan los gatos." espeté. "Son lindos, pero ni en pedo tengo uno."
"Te quejas mucho y vivís poco, se te nota en la cara."
"¿Qué decís?" reí.
"Te preocupas mucho por todo, eso digo."
"Vos te ves muy tranquilo por todo, demasiado para mi gusto."
"No me voy a agobiar al pedo." se encogió de hombros. "Me preocupo cuando me tenga que preocupar, así es más fácil para todos."
"Eso es evadir el problema."
"Vos buscas el problema."
"Mentira."
"Cierto."
"Dos nubes chocando." señalé el techo cambiando de tema.
"Eso es un caballo con una malformación genética, Maite." rió.
Estábamos tirados en dos acolchados en el piso del living, observando el techo de madera blanco y buscando formas raras en el mismo.
Habíamos abierto un vino que encontró por ahí y lo comenzamos a tomar. Ambos estábamos con la panza vacía, por lo que tal vez tomarlo a secas no fue la idea más brillante de todas.
"Maitu, ¿Te molesta si te llamo así?" me miró.
"Valchu, Valeschu, Valischu, ¿Alguno te va?" reí. "Uy, me estoy riendo." me tapé la boca.
"Valeschu está bueno." rió él. "Uy, yo también me estoy riendo." me burló.
"No es gracioso, si me río significa que estoy a tres sorbos de estar escabio." expliqué con las palabras estiradas, como buena ebria que era.
"Cuando estoy a punto de ponerme re mal, suelo hacer boludeces."
"Pensé que las hacías todo el tiempo." bromeé.
"También, pero en pedo corro como Naruto y esas cosas."
"Yo las hago sobria, no sé cómo sentirme." llevé una mano a mi pecho con una ofensa fingida.
"Me pinta el historiador también... dentro de tres copas te cuento la independencia de los países africanos, te lo aseguro." rió.
"Inchequeable."
"Te lo juro." insistió.
"No, digo que es inchequeable que sea recién dentro de tres copas, en la copa que viene ya estás en historiador seguro." reí.
"No soy tan flojo como vos, Maichu." me miró.
"Deja de mirarme."
"¿Por qué?"
"No estoy acostumbrada te dije." me tapé la cara con las manos.
"Y yo te dije que no era un gil."
"¿Siempre sos así de obstinado?" lo miré con el ceño fruncido.
"Depende."
"¿De qué?"
"De la chica." guiñó el ojo.
"Sos un boludo." tapé su cara con mi mano.
"Hay que saber jugar a las cartas." guiñó otra vez.
"No sabes ni guiñar el ojo, mirá si vas a saber jugar a las cartas, salame." lo burlé.
"Te pinta la descansera bajo mi techo, en mi propia casa..." fingió estar molesto. "No puedo creer lo irrespetuosa que sos,a Maite..."