"¿Vendrá?" preguntó Maite al aire.
Eran las 04:27 a.m. y ella estaba parada en la puerta del Starbucks, tal como había acordado hacia dos años. Por dentro se sentía un poco salame. Ella se había quedado con esa noche grabada en la cabeza y ahí estaba ahora, parada en el Starbucks que habían definido dos años atrás como el punto de encuentro.
"¿Qué mierda importa si viene?" preguntó Rosario. "Pensa en que te vas casi dos meses a Europa, te enganchas a un alemán lindo y a la bosta todo." gritó.
"Sí que importa porque se suponía que íbamos a viajar juntos..." insistió la viajera. "Capaz son chiquitajes míos, la boluda que lo esperó dos años soy yo." rió un poco más amarga esta vez.
Los minutos pasaban y Valentín no se presentaba, afianzando más la idea de que era una tarada a su cabeza. Capaz el tipo tenía cosas más importantes que hacer, o capaz fue una boludez de una noche con la que se hizo la cabeza, como hacía siempre.
"Capaz es cierto que todos los giles eran de Chacarita." pensó en voz alta.
"¿Podés dejar de llorar por este pibe y explicarme qué mierda voy a hacer en casa sin vos durante dos meses?" comenzó a mariconear Rosario.
La bichita se hacía la dura y terca, pero en realidad era un caramelito dulce, con un corazoncito inmenso que no siempre se dejaba ver.
"Que maricona que sos." la burlé. "Decile a alguno de los chicos que se quede con vos, así me voy con la certeza de que cuando vuelva a casa no vas a hacer semejante desconche."
Maite pensaba que Rosario era la persona más desquiciante y desordenada con la cual alguien pudiese convivir, pero de todas formas eso también la hacía un poco compañera, porque cuando se las mandaba te dejaba la casa radiante, como si nada jamás hubiese sucedido.
"¿No es ese de allá?" preguntó señalando a dos varones que estaban en diagonal nuestro.
El muchacho señalado vestía un buzo amarillo y unos pantalones negros, parecía una abeja. Tenía el pelo teñido, con un color algo naranja creo sobre sus mechones. Mai pensaba que se parecía a un puré de papa y zapallo.
Verlo ahí parado y un poco desconcertado le causó una ternura completamente distinta a cualquier otra. Su mera presencia y cara de mal dormido lograron hacer un espacio en su pecho, para hundirse ellas en él como si fuese su casa.
"No pensé que fueras a venir." comenzó a reír a carcajadas. "¿Te das cuenta de que nos esperamos dos años sin siquiera conocernos?"
"Parece joda, la puta madre. Siento que estoy en una cámara oculta." lo acompañó con las risas. "Boluda, ¡Es Valentín!" gritó alegre.
"Me voy yendo ya que veo que estás en buenas manos..." insinuó todas las cosas que la mente humana pudiera imaginar. "Me la cuidas, eh." le dedicó una mirada amenazante al muchacho ojiazul. "Y vos te encargas de disfrutar y traerme regalitos, te amo." abrazó fuertemente a su amiga, depositando en el cada segundo todo el amor que las unió toda la vida.
"No puedo creer que seas vos." insistió estupefacto.
"¿Tanto cambié?" preguntó irónica la muchacha.
"Pensé que no ibas a venir, osea una parte de mí creía fervientemente que ibas a estar ahí parada, esperándome, mientras que la otra pensó que el viaje me lo comí hace dos años."
"Yo estuve ahorrando dos años como una tarada, te juro que pensaba que no venías."
"Yo te lo propuse, era obvio que iba a venir." clavó sus ojos sobre los de ella, tal como lo hizo aquella noche en lo de Juani y en su casa.
"¿Te recibiste?" preguntó curiosa. y él asintió. "¡Felicidades, historiador!" se colgó de su cuello para abrazarlo. "Me alegro mucho."
"Gracias, Maitu." rió. "¿Vos?"
"La semana pasada, justito para venir acá."
"Felicidades, reina de la geografía." sonrió y depositó un sonoro beso en su cachete.
"No tenes ni idea de cómo se le dice al recibido, ¿Verdad?" preguntó ella ríendo.
"Me molesta que me saques la ficha tan rápido." se molestó.
"Sos obvio." rodó los ojos.
"¿Sabés qué no es obvio? Lo que hay entre nosotros." la detuvo unos instantes, y la miró. "¿Por qué nos esperamos dos años sin conocernos?"
"Solo sé que tenemos mapas." señaló su mano. "Y la gente con los mapas se suele encontrar." sonrió.
Eran momentos de risa, casi sacados de una comedia romántica bien escrita, ¿Acaso necesitaban algo más?
Eran sus ojos amigandose, tal como se amigaron aquella noche bajo la luz de la luna y aquellos mapas luminosos que adornaban las habitaciones.
Y es que eran ellos, eran ellos viajando hacia lugares inexplorados por dos personas que se conocieron por el azar del destino. Porque a veces la vida es un poco eso, una elección al azar.
🌙🌙🌙
Ay sí muy lindos pero si te queres bajonear seguí al próximo 😁👍🏻
Si no vas a seguir, te agradezco por acompañarme en esta historia que es un poco bastante mía, espero que te haya gustado viajar por acá y te recuerdo o comento que en mi perfil hay más historias.
Cuídense y tomen agüita 😁❤️
