Diluvio.

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Miraba a mi alrededor, observando como varios de nuestros compañeros se encontraban en el velatorio, muchos de ellos ni siquiera eran amigos de Víctor, supongo que solo fueron para no parecer crueles, sin embargo, estoy seguro que a muchos de ellos ni siquiera les importaba Víctor, su estado y ni siquiera se habían acercado a dirigirle la palabra, pero ¿Quién era yo para hablar?, tampoco lo hice y mi único motivo de impulso para estar en ese lugar era la culpa.

—Hola —volteé mi mirada rápidamente ¿Me estaba hablando a mí?—, no pensé que vendrías, una vez me dijiste que no te gustan los funerales.

—¿Te acuerdas de eso aún? —pregunté algo sorprendido y por un instante me sentí importante, la analicé rápidamente, no estaba triste, pero no sonreía, estaba pensativa y era algo raro en ella porque siempre fue alguien que no ocultaba su felicidad ni en los peores momentos, supongo que es normal, siempre hay excepciones.

—Claro que me acuerdo —tomó un vaso para servirse café, yo había tirado el mío por el horrible sabor que tenía—¿Eras amigo de Víctor?, nunca los vi jutos.

—No soy amigo de nadie Venus, ya deberías saber eso —dije dejando escapar un suspiro—, solo sentí que debía estar aquí, eso es todo.

—¿Y qué te hizo sentir así? —a veces me incomodaba su curiosidad, pero a la vez era reconfortante que alguien se interesara en mis absurdos pensamientos.

—Culpa quizás... —dije mirando hacia el suelo.

Todos charlaban entre ellos, hablando de las grandes hazañas de Víctor y de lo mucho que pudo haber logrado y maldije a todos y a cada uno de ellos en mi interior, recordando como los profesores que ahora lo alagaban le habían dicho que no tenía futuro alguno, que era un idiota, que no se esforzaba y entonces me quedé helado, hace poco había muerto la profesora Lourdes, una mujer que de lo que recuerdo cuidaba bien su salud, jamás dio indicios de ninguna enfermedad y repentinamente murió por alguna enfermedad inexplicable del corazón; ahora Víctor murió en un accidente causado por el alcohol, no parecían tener relación alguna hasta que todas esas frases vinieron a mi cabeza, la manera en la que Víctor se había expresado el otro día, la forma en la que la profesora Lourdes expresaba su deseo de huir de este lugar, sueños y esperanzas rotos, ellos no habían muerto, no eran una muerte más en causas naturales y accidentes por alcohol, ellos, y no tengo duda alguna, debían ser parte de la cifra de suicidios.

—¿Benjamín? ¿Me escuchaste? —preguntó ella mientras tomaba mi hombro.

Me sobresalté ante su tacto ya que estaba demasiado perdido en mis pensamientos paranoicos como para prestar atención al mundo real, le dirigí la mirada y su rostro expresaba preocupación, yo solo aparté la mirada y tomé la mano que mantenía sobre mi hombro para darle calma, me alejé y caminé hacia la salida del velatorio, ya no quería estar ahí y entonces recordé por qué odiaba tanto los funerales, eran tan horribles, eran tan tensos, eran un infierno para mí y no quería regresar a uno, no planeaba regresar a uno.

—Benjamín, espera —escuché la voz de Venus cerca de mí, me detuve en la entrada del velatorio; nadie nos prestaba atención a simple vista—, no quise que te sintieras mal, perdón —se quedó parada delante de mí, observandome a los ojos como si de verdad quisiera mis disculpas aunque ni siquiera tenía que pedirlas ya que no había hecho nada malo.

Tomé su hombro y dejé escapar un suspiro, apreté mis labios con firmeza y traté de sonreírle para demostrarle calma.

—No hiciste nada malo, solo... Bah, solo son cosas mías que no creo que pueda explicar —alejé mi mano y me di la vuelta—, nos vemos en la escuela, Venus —dije comenzando a caminar para regresae a casa.

No escuché si se despidió también así que solo supuse que si lo hizo. Caminé por la calle pateando una piedra hasta la esquina y me detuve ahí, no había mucha gente por la calle y eso me resultó extraño, sin embargo, no le di importancia; seguí caminando, pasé por la primaria y me detuve nuevamente en una tienda de abarrotes, saqué de mi bolsillo el dinero y entré a la tienda. Había un chico sentado detrás del mostrador, me dirigió la mirada cuando entré y dejó de lado su teléfono observandome caminar por la tienda.

—¿Buscas algo? —preguntó cuando notó que estaba comenzando a tardar en mi elección.

—¿Tienes pastillas para el dolor de cabeza? —pregunté finalmente acercándome a la caja.

—Sí ¿Cuántas quieres? —preguntó acercándose a un estante que se hallaba detrás suyo y buscando entre las pastillas.

—Dame dos, por favor —dije mientras tomaba una manita de un bote lleno de esa misma marca de paletas.

El chico abrió una caja y yo aparté mi mirada observando alrededor, me incomodaba mucho ver a la gente ya que para mi era incómodo, suponía que para ellos también, a pesar de ello siempre sentía la mirada de todos sobre mí aunque nunca fuera así, esta vez me equivoqué, ese chico si me estaba mirando.

—¿Cuánto va a ser? —pregunté señalando la paleta también.

El chico me entregó las dos pastillas e hizo una suma rápida en la calculadora.

—Serían $13.00 —dijo mientras me regresaba la mirada, había algo extraño en su mirada que no sabría decifrar pero quería saber que era.

Le entregué un billete y me regresó el cambio, tomé mis cosas y salí de la tienda aún sintiendo su mirada sobre mí, me detuve en la entrada luego de poner la paleta en mi boca, me regresé unos pasos y mis ojos se encontraron con los suyos, me quedé sorprendido.

—¿Por qué me está mirando? —pregunté con algo de extrañeza.

—Oh, no es nada —dijo alejándose del mostrador y sentándose nuevamente mientras tomaba el celular—, no es normal mirar chicos tan lindos en este lugar.

Me quedé sorprendido ante sus palabras, extrañamente, no estaba apenado ni siquiera había causado una reacción en mí, me resigné a apartar la mirada y salir de la tienda sin decir nada ¿Por qué no reaccioné?, los cumplidos siempre venían por parte de mi familia, era nuevo recibir uno de alguien fuera de ellos ¿Por qué no causó ninguna clase de sentimiento en mí más allá de la sorpresa? ¿Estaba tan vacío por dentro acaso?, No consideraba haber llegado a ese punto, aunque quizás solo fuera mi deseo por creer que en el fondo de mí aún había algo viviendo, que solo hacía falta una pieza para encajar todo y que esas emociones que me hacían falta y que nunca había llegado a experimentar, aparecerían una vez más volviendo todo algo mágico y maravilloso, al menos, algo disfrutable.

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⏰ Última actualización: Jun 17, 2020 ⏰

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