𝑫𝒆𝒖𝒙

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– Deberías dejar a los músicos decidir... Como quieren lucir -- Comento aquel castaño, eso simplemente lo saco de quicio, ¿Cómo es que era que ese vagabundo se atrevía a hablarle de esa manera?

Ya estaba teniendo demasiados problemas, en menos de dos horas, como para que alguien (y más de ese nivel) llegara y le arruinara todo.

Camino detrás de él, sintiéndose algo incómodo, no lo estaba siguiendo, simplemente iban al mismo lugar, pero aún así, sentía que lo seguía, provocando que el rubio se pusiera nervioso.

No fue un camino largo, en menos de cinco minutos ya estaba frente a las instalaciones de aquel conservatorio, aunque aún así, para nuestro protagonista, fue un camino jodidamente largo.

Perdió de vista a aquel chico, simplemente Agradeció aquello y con un paso rápido, se adentro en aquel auditorio y se sentó en uno de los asientos más cercanos a la salida. No pasaron ni tres minutos cuando Lydia llegó, simplemente se dirigió a su dirección, para después, acto seguido, sentarse a su derecha, sin dirigirle la palabra o la mirada.

Siquiera una palabra de apoyo... Pensó, cada vez más nervioso.

Pasaron aún más minutos, hasta que finalmente, aquel profesor entro al auditorio, tomo su cuaderno y se sentó frente al escritorio. Miro a sus "Alumnos" y dió algunas palabras de bienvenida, al igual de que explicaba algunas cosas, para finalizar, se sentó frente al escritorio y miró la lista.

– Oh, el hijo del señor Gustav, y su hija Lydia también nos honra con su presencia -- Comento aquel profesor, con grandes aires de culto y "educación".

– Cuido a mi hermano – Comento con aquella voz y sonrisa arrogante.

– Perfecto, parece que solo falta... – Miro la lista entrecerrando sus ojos, hasta que aquel "vagabundo" entro por la puerta, llamando la atención de todos.

– Disculpe pero es que me quedé atascado en su acogedor inodoro – Comento con una sonrisa tranquila y con esa voz rasposa pero al mismo tiempo, y de cierta manera, suave y dulce – Parece que comí algo malo – Rio nuevamente, mirando al frente, logrando incómoda al adulto – ¿Puedo sentarme por allá? – Pregunto apuntando al asiendo del lado izquierdo del rubio.

¡No!

Si, claro – Respondió con cierto hastío.

¡Demonios!

– Concuerdo absolutamente contigo, estar rodeado de talentos no te hace talentoso – Comento rodando los ojos, mientras que el rubio solo miraba con odio al castaño.

– ¡Hola de nuevo marciano! – Saludo dándole un ligero codazo en el hombro.

– ¡¿Lo conoces?! – Grito la chica con histeria, mirando a su hermano sorprendida y con cierto enfado.

– ¡No! -- Respondió con rapidez.

– ¡Si!, Nos conocimos cerca de los contenedores y- –

– ¡Cierra la boca! -- Grito desesperado, mientras su hermana lo miraba sorprendida.

-- ¿Sebastián?, Como músico hereditario, ¿Le gustaría dar el examen... Primero? --

Suspiró y finalmente, aceptó.

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Segundo lugar...

Podía hacerlo mejor, aunque aún no le cabía en la cabeza... ¿Cómo era que esa "basofia" lo superó?

Simplemente... No podía creerlo.

O simplemente no quería.

Tal vez si aquel "vagabundo" no le hubiera hablado después de aquel desagradable momento, con platicas acerca de la música y de su situación, tal vez hubiera llegado a casa completamente tenso, y si eso hubiera pasado, las heridas de su brazo hubieran sido peores. Y la cereza del pastel fue su última broma antes de cruzar la calle, eso lo ánimo un poco, y le agradeció internamente a aquel desconocido, pero que sin dudas...

Sería su primer mejor amigo.

[☄️];; 𝙄𝙢𝙖𝙜𝙞𝙣𝙚 • 𝙂𝙡𝙖𝙢 𝙭 𝘾𝙝𝙚𝙨𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora