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La alarma sonaba por todas partes de la nave. Los pasillos se estremecían tras cada impacto y con ello, iba disminuyendo la potencia de los escudos.

Kix observó al kaminoano que yacía inconsciente en el suelo. Los kaminoanos le causaban pánico desde siempre, el mismo tipo de miedo que un niño tiene de la oscuridad. Kix sentía que le temblaban un poco las manos, cerró los ojos y respiró hondo para tranquilizarse. Pero ocurrió todo lo contrario. En cuanto cerró los ojos, un rostro muy conocido con apariencia demacrada se le apareció y el olor a sangre se le impregnó en la nariz. Los gritos y los llantos volvieron a inundar su mente. Kix se cubrió las orejas con las manos, desesperado por que los gritos se detuvieran.

El sonido de la alarma detuvo de golpe los gritos y las imágenes que torturaban a Kix. Dejó que su espalda se deslizara por la pared hasta sentarse en el suelo, jadeando y con lagrimas recorriéndole el rostro. Kix se concentró en la alarma y en las luces rojas parpadeantes. - Estamos bajo ataque – se dijo, tratando de mantener la voz firme. - tengo que levantarme, armarme y prepararme para defender a mir hermanos. - Abrió los ojos y se levantó lentamente. Observó la habitación con detenimiento y agarró uno de los DC-15S que había colgados en la pared y se aseguró de que estaba cargado.

Escuchó movimiento detrás suyo, pero no le dio tiempo a darse al vuelta. Recibió una descarga eléctrica a la altura del cuello. Kix cayó al suelo y pudo ver al kaminoano de pie junto a él antes de perder el conocimiento.

***

Las insoportables voces de los droides de combate lo despertaron. Sintió un calor electrizante alrededor de todo su cuerpo. Intentó moverse, pero era inútil. Abrió los ojos y la luz que generaba el escudo de rayos que lo rodeaba lo cegó durante un instante. Sintió una descarga eléctrica sacudiendo todo su cuerpo. Gritó de dolor. En cuanto la descarga se detuvo, Kix se obligó a mantener los ojos abiertos. Estaba en una nave separatista, no había duda. Había seis droides de seguridad en su campo de visión. El que estaba a su derecha era el que controlaba las descargas, pero Kix sabía que no había nada que él pudiera hacer. Ni siquiera sabía si la fragata había sido destruida o si había más prisioneros a bordo a parte de él.

Los droides estaban hablando entre ellos, pero a Kix le costaba distinguir las palabras. Le fallaba el oído y también veía borroso. "Genial, me han drogado" pensó inmediatamente.

Kix escuchó la puerta abrirse y cerrarse y el kaminoano que antes lo había atacado se había colocado en frente de él. Kix sintió como su corazón se aceleraba por la rabia que sentía en ese momento. El kaminoano estaba de parte de los separatistas y no le sorprendió en absoluto.

- CT-6116, me alegra ver que ya estas despierto. - Dijo el kaminoano con su escalofriante tono de voz y con sus horribles ojos puestos sobre los de Kix. El kaminoano dio un paso hacia él. - Ahora dime como y cuando descubriste el chip inhibidor. - Kix sintió un dolor terrible en el pecho. "Estoy muerto" pensó. Sabía que fuera lo que fuera lo que dijera, lo torturarían hasta la muerte. No había escapatoria, esta vez estaba solo. "Pero...tengo que salir de aquí. Lo que he descubierto salvará las vidas de miles de mis hermanos" Su silencio ante la pregunta del kaminoano incitó a los droides. Otra dolorosa descarga sacudió su cuerpo. Kix apretó los dientes y cerró los ojos con fuerza, concentrándose en sus hermanos. En Jesse, Rex, Vaughn... intentó concentrarse en los que seguían vivos para intentar contrarrestar el terrible dolor físico y psicológico que estaba sintiendo. La descarga se detuvo nuevamente y Kix intentaba controlar su respiración. El kaminoano entrelazó sus manos por detrás de la espalda. - ¿A quien le has contado sobre los chips inhibidores?

- A nadie. - contestó casi en un susurro. "por desgracia" pensó, esforzándose por no dejar que los pensamientos, los gritos y las imágenes desgarradoras lo atormentaran.

- ¿Estas seguro? Un descubrimiento de este estilo no es de los que se callan a los amigos cercanos. - Dijo el kaminoano, arrastrando las palabras de forma melódica. Ante los ojos de cualquier criatura galáctica los kaminoanos parecerían criaturas elegantes y hermosas, pero solo los clones, algunos mandalorianos y jedi sabían como de arrogantes e insoportables eran realmente. 

Kix pudo ver con el rabillo del ojo al droide de su derecha tocar algunos botones. Kix había cerrado los ojos instintivamente, esperando una descarga, pero no la hubo. "Ha subido el nivel, entonces..." entreabrió los ojos, asustado.

- No se lo dije a nadie para evitar que corriera la voz y que me pillarais. - Dijo con sinceridad y con miedo. La voz le temblaba. Le estaba costando aceptar la situación fríamente. - Aunque parece que mi discreción no ha sido suficiente.

Las preguntas y las descargas continuaron durante días. Kix estaba exhausto. Si no estaba muerto era gracias al kaminoano, que sabía perfectamente cuando detener las torturas antes de que el daño que le provocaban fuera completamente irremediable.

Kix ya se había rendido hacia tiempo, pero se negaba a decirles nada. Nunca traicionaría a sus hermanos. Jamás lo haría.

***

El droide que comandaba la nave acababa de recibir la noticia de que el conde Dooku estaba muerto. La noticia hizo que se replanteara que hacer con el prisionero. El conde le había ordenado que lo llevaran a Sereno, para una interrogación más efectiva que él mismo llevaría a cabo, pero eso ya no iba a suceder.

- Nuestro prisionero no puede caer en manos de la Republica, él posee demasiada información peligrosa. - Explicó el droide a sus oficiales. - Oficial de Seguridad, ¿ha puesto al prisionero en la cámara de estásis como el conde había ordenado antes de su muerte?

- Afirmativo, señor.

- Oficial de navegación, haga que el hiperimpulsor genere unas coordenadas aleatorias y ponga los motores al máximo.

- Pero señor... Eso podría destruirnos... - se quejó el oficial.

- Ese es mi objetivo. Si no podemos entregar nuestra carga, nos hundiremos con ella. Proceda con la orden, oficial.

- Si, señor.

La nave saltó al hiperespacio y al cabo de unas horas, cuando llegó al destino aleatoriamente marcado, la nave se quedó atrapada en el campo gravitatorio de un planeta desértico en el borde exterior. La nave se estrelló en aquel planeta y la República caería al poco tiempo gracias a que el comandante de esa nave no permitió que Kix fuera hallado por la República.

Muchas décadas más tarde, los rumores de  un tesoro escondido del mismísimo conde Dooku en aquel planeta, llegaron a oídos de los piratas más intrépidos de la galaxia y decidieron ir a reclamar el tesoro y las riquezas que pudieran encontrar.

Pero lo que el capitán Sidon Ithano y su tripulación encontraron,  no fue para nada lo que esperaban...

Kix - Una historia de Star WarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora