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-Escuchame escoria, nadie absolutamente nadie, ni tú tienen el derecho de contradecir mis decisiones entiendes? - dijo Chan mientras golpeaba por última vez al idiota del hacker que estaba en el piso.

-Si señor perdón - Choi se levantó y se acercó a su jefe con la cabeza agachada.

-Ahora si explicame como mierda solucionaremos tu incompetencia.

-Escuche señor Chan, el tiempo que tuvieron fue realmente limitado dudo que pudieran encontrar algo que nos delate. Se lo juro. Yo me había dado cuenta si algo faltase.

-Espero que por tu bien ellos no tengan esta información de lo contrario declarate muerto - dicho eso salió de la oficina.

- Después de destruirlos a ellos sigues tu Chan

La gran mansión se sentía tan vacía, siempre fue así, sus padres sólo buscaban ser más poderosos y no puede enojarse por ello pues el poder que le heredaron le ha sido tan útil. Siempre obtuvo lo que quiso cada una de las cosas que deseo sean grandes o pequeñas.

No sólo era rico y respetable sino que también era apuesto y maldición todos lo envidiaban. Siempre creyó que el mundo era suyo pero no siempre se obtiene lo que se quiere.

A los 8 años era un niño muy saludable, piel algo pálida y su cuerpo ganaba algo de masa muscular gracias al intenso entrenamiento que tenía todos los días. Sus viajes alrededor del mundo habían terminado y su familia decidió empezar su "pequeño" imperio en Corea su país de origen. Por obviedad el se inscribió en la mejor escuela de Corea. Apenas llegó su popularidad voló por los aires, era todo, no sólo guapo y algo fuerte, era inteligente y rico. Todos querían estar a su alrededor. Los salones se dividían por notas y el obviamente estaba en el primer curso. Era asquerosamente aburrido tener que estar rodeado por niños de 6 años. Sus viajes por el mundo le quitaron 2 años de estudio y para su desgracia la escuela no permitió que le tomen una prueba para probar sus conocimientos. Le dijeron que debía contuniar la escuela  desde el curso en que la dejó y que si su rendimiento era impecable le subirían de grado al que corresponde.

El año pasaría rápido solo tenía que ser el mejor y él ya lo era así que pan comido. Eso esperaba pero hubo solo un pequeño y amargado problema. Min Yoon Gi. Un maldito niño superdotado que lo dejaba siempre en segundo lugar. El no podía ser el segundo él tenía que ser primero. Él debía ser primero. Él iba a ser primero.

Los días pasaban y el Chan Ju Ho de 8 años solo quería quitar a Min Yoon Gi del camino, lo detestaba. Aquel callado idiota se ganaba la atención de todos y siempre obtenía sobresalientes. La envidia lo recorría y quería ser el primer lugar, quería ser el a quien las niñas le decían lindo y quería todo lo que él tenía.

Min Yoon Gi siempre se quedaba en el salón, no tenía amigos y aún así todos hablaban de él. Ju Ho ya no soportaba su presencia. Un día normal de clases la máxima autoridad de esa escuela entró tomada la mano de una niña. Aquella niña era tan hermosa, su cabello era corto y tenía un flequillo que la hacía lucir tan inocente como un ángel su piel se veía tan suave y aquel color bronceado caramelo le quedaba increíble. Todos la miraron impresionados parecía un ángel. Amor a primera vista es así como Chan puede describir ese momento. No había otra cosa en su mente que no fuera la dulce niña, que apenas fue dejada en el salón se puso tan nerviosa que golpeaba su zapato en el suelo. La dulce niña alzó la mirada y con algo de miedo sale corriendo hacia el único al que no debia, Min. Se aferra a él y los dos caminan al frente de la clase tomados de la mano. Definitivamente tenía que quitar a Min de su camino. Min Hang T/N ese fue el nombre que salió de los labios rositas de la niña y Chan se convenció que obtendría todo lo que Min tiene, incluida su dulce e inocente hermanita. Ella sería suya.

Las imágenes no se han podido borrar de la cabeza de Chan aún con el pasar de los años. Su "amor" sólo crecía desmedidamente. La mansión no ha cambiado nada desde la última vez que su chica estuvo allí, han pasado años y el lo siente así. Su habitación le parece tan vacía sin ella acostada en su cama. Todavía puede escuchar los sollozos de su dulce ángel y los hermosos chupones que dejó en su cuello como marca de pertenencia. Camina lentamente a su cajón de noche y saca un álbum de fotos. Sonriendo observa sus últimas colecciones y puede descansar en paz. Min Hang T/N sería suya.