Capítulo 19.

1.9K 165 187
                                    

Diciembre, 2019.

Joaquín se desconectó de todos apenas Emilio le avisó que ya estaba en México, a unos minutos de llegar a su departamento, y él le dijo que solo buscara su felicidad. Avisó a su familia que estaría incomunicado y le dijo a Paola que cualquier cosa lo verían el año entrante. Le mandó un mensaje a María y a Camila, diciéndoles que las amaba y les hablaría después, ellas entendieron el mensaje y le dijeron que todo saldría bien y también lo amaban.

La boda sería el 25 de diciembre. O sea, en 3 días. La semana pasada que Emilio estuvo con él el tiempo pareció escurrirse entre sus dedos, pero ahora... Ahora parecía ir tan lento.

Apenas iba un día que Emilio se fue y Joaquín sentía que habían sido meses. Estuvo tentado de prender el celular y hablarle, pero no... Antes de que se fuera, le había prometido mantenerse apartado para no lastimarlo ni hacer todo más difícil.

Ahora que lo pensaba con un poco más de tranquilidad, se daba cuenta que fue muy cruel para Diego que Emilio se fuera a Nueva York a menos de diez días de la boda. Fueron demasiado egoístas al intentar entender qué pasaba entre ellos pero dejando de lado a Diego y todos sus sentimientos. Joaquín merecía ser odiado por Diego, dejando de lado el resultado de lo que pasara. Se sentía mal ahora, porque solo se preocupó en saber si Emilio seguía amándolo y había una posible oportunidad entre ambos, ignoró por completo cualquier atisbo de lógica y conciencia en las consecuencias futuras a sus actos, ignoró por completo a Diego y su presencia, diciéndose que si no estaban casados aún, entonces había una oportunidad para Emilio y Joaquín...

Tal vez su oportunidad se fue con el tiempo y solamente estaban viviendo de recuerdos.

—Pero no es así —se tuvo que recordar en voz alta. Los besos y noches que compartieron hace unos días no eran recuerdos.

Sintió un nudo en la garganta y quiso llorar, pero prefirió irse a dormir temprano. Mañana sería un día diferente. O eso esperaba.

.

Joaquín soltó una maldición y alejó su mano de la tetera que seguía pitando con fuerza, anunciado que el agua estaba hirviendo ya. Apagó el fuego y agarró la tetera de la oreja de metal con un trapo de cocina, llenando después su taza hasta la mitad. Dejó la tetera en un lugar seguro y puso la mano adolorida por la ligera quemazón bajo el agua fría.

Suspiró cansado y apagó el agua. Se secó con desgano y vio que su mano empezó a hincharse un poco, pero no tenía ganas de buscar algo para ayudarse. Se preparó su café y lo tomó con desgano.

Mañana sería noche buena y faltaría oficialmente un día para la boda, pero no había noticias de Emilio.

Estaba cansado, ojeroso y con el estómago revuelto. No había dormido absolutamente nada y ni siquiera encontraba algo que lo ayudara a dormitar. Se levantó a las 3 de la mañana y se dedicó a limpiar su casa desde el sótano, los vinos, hasta el ático, donde habían cajas que todavía no había terminado de desempacar pero que no tenía intenciones de empezar ahora.

Apenas terminó de limpiar, se había bañado y puesto su pijama, creyendo que seguro eran como las 7 u 8 de la noche, pero al ver su reloj eran apenas las 2 de la tarde y había empezado a bajar otra vez la temperatura y la nieve estaba más fuerte. Se refugió en su sala, con una cobija de punto tejido de colores, bastante caliente, su café y un pan recién horneado que compró en la panadería. Estaba viendo una película navideña que habían puesto en Wallmark, aprovechando las fechas y poniendo sus maratones navideños, pero no entendía bien la trama.

Su mente no estaba en su cuerpo, rememoraba los años pasados y cómo todo lo que había hecho, estaba de alguna manera direccionado a Emilio y la esperanza de volverlo a ver...

¿Dónde estabas tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora