5

846 35 0
                                    

- Asesino

- Hijo de puta

- Púdrete

- Muérete

- Mereces ir a la cárcel donde pertenecen los que son de tu calaña

Harry estaba rodeado por una gran muchedumbre que le increpaba y le insultaba. Intentaba defenderse pero la voz no le salía. De repente, le agarraron por los brazos unos aurores y lo arrastraron por las calles. Le iban a llevar a Azkaban. Él gritaba y lloraba queriendo defenderse pero no podía hacer nada.

- Por favor, escúchenme, por favor. Todo es un error. - lloraba el azabache.

- Cállate, hijo de puta. Los cabrones como tú pertenecen a Azkaban. Ya hablarás ahí con los dementores.

Cuando llegaron a la cárcel, lo metieron en una celda oscura que desprendía un olor muy desagradable. Lo único que pudo hacer Harry fue gritar:

- ¡NO!

Harry se despierta asustado. Respira de forma acelerada, todo su cuerpo tiembla, las lágrimas se deslizan por sus mejillas. Tiene miedo, mucho miedo. No quiere volver ahí. Aquel lugar le aterraba, le hacía revivir sus peores recuerdos que no eran pocos. Tardó mucho en darse cuenta que todo aquello no era más que una pesadilla. Cuando finalmente consigue tranquilizarse, coge su reloj para ver qué hora es, las agujas marcan las cuatro de la madrugada. Ya no iba a poder dormir de nuevo.

Decide que ya hora de levantarse. Se dirige al cuarto de baño donde se toma una relajante ducha, se viste y se va rumbo a su despacho.

Al entrar a su despacho, lanza un hechizo silenciador antes de sentarse delante del piano y ponerse a tocar una de sus melodías favoritas. Los recuerdos no tardaron en llegar a su mente. En realidad, casi nunca le dejaban.

Cuatro años pasaron desde aquel juicio que demostró su inocencia al mundo entero. Durante un tiempo estuvo deprimido, encerrado en Grimmauld Place. Estaba roto, bueno, cuatro años después, todavía lo está. Su estancia en Azkaban estuvo a punto de acabar con él. Recordar día y noche la muerte de sus padres, de su padrino, sus amigos estuvo a punto de volverle loco. No obstante, lo peor fue recordar la mirada de odio que le dirigió Ron y las burlas que le hizo Cho, aquella a la que amaba con locura. Durante cuatro años intentó entender por qué le hicieron aquello pero hasta ahora no ha conseguido una respuesta. Muchas veces pensó en ir a verles y preguntarles por qué le dañaron tanto, pero, no se atrevía. No creía poder soportar volver a ver aquellas miradas de desprecio y aquellas palabras envenenadas de odio y rencor.

Afortunadamente, no todo fue malo. Poco a poco, logró volver a ponerse de pie.

Tuvo a Teddy, su pequeño ahijado. Se refugió en él. Teddy traía luz y color a su vida. Se prometió levantarse y salir adelante por él. Ya nada será más importante que su pequeño. Prometió ser un gran padrino para el pequeño Lupin y no le iba a defraudar. Se negaba a hacerlo. De hecho, Andrómeda y el pequeñín se mudaron con él a Grimmauld Place. La mujer le trataba como si fuera su hijo. Los primeros meses le cuidó hasta que hubo sanado, le animó, le escuchó, le abrazó y le consoló cada vez que sentía que iba a derrumbarse. Empezaba a sentir que la amaba como una madre. Agradecía que ella estuviera con él y le tratara como si fuera hijo suyo.

Sus amigos tampoco le dejaron solo. Hermione, Ginny, Neville y Luna no le dejaron. Los Weasley tampoco le abandonaron. Al principio, estaban muy avergonzados, pero, él se encargó de aclararles que ellos no tenían ninguna culpa.

Su relación con Hermione se fortaleció mucho más. Algunos llegaron a pensar que fueron pareja. Nada más lejos de la realidad. Son solo dos amigos que eran perseguidos por fantasmas del pasado. Dos amigos que se ayudaban entre sí para sobre llevar el dolor y el sufrimiento que les causaron las personas que amaban.

Una segunda oportunidad || Hansy PAUSADA TEMPORALMENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora