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Al día siguiente, Harry dejó a su ahijado en su colegio mientras que él se fue a San Mungo. Al llegar, se cambió y comenzó a realizar sus tareas.

Primero, organizó sus citas, luego fue a ver cómo se encontraban sus pacientes ingresados. Esa era su tarea favorita. Le gustaba hablar con ellos y aliviarles su dolor.

Ese día solo tenía tres pacientes: la señora Goldstein, su querido excompañero Zacharias Smith y por último, Pansy Parkinson.

Pasó primero por la habitación de la señora Goldstein quien ya estaba tomando su desayuno. La mujer era la abuela de uno de sus excompañeros. Era una señora muy divertida y entrañable. Cuando Harry entró, la mujer sonrió.

- Buenos días, señora Goldstein. ¿Cómo se encuentra?

- Estupendamente. Ya quiero salir de aquí - Dijo la mujer. - En serio, cariño, dame el alta. Estoy como un roble.

- Abuela, esto lo decide el doctor - Dijo Anthony quien estaba cuidando de su abuela.

- Ah, hola Anthony, no te vi. ¿Qué tal? - Saludó Harry a su excompañero.

- Bien, aquí estoy cuidando de mi abuela. No deja de quejarse, se muere por salir de aquí. No quiere entender que lo hacemos por su bien. - Dijo con una mueca el exRavenclaw. Su abuela era muy testaruda y no atendía a razones.

- Es que no entiendo por qué tengo que quedarme aquí. Estoy estupenda. Ha sido una pequeña caída nada más.

- Me alegro de que se sienta perfecta pero, tenemos que hacerle una prueba más para asegurarnos. Si todo sale bien, le daré el alta mañana - Anunció Harry con una sonrisa. - El accidente que sufrió fue muy grave y no podemos dejarla ir sin hacer todas las pruebas correspondientes.

- ¿Ves, abuela? - Habló Anthony. Su abuela le sacó la lengua lo que hizo que ambos muchachos rieran.

- Dentro de unos minutos, vendrán y la llevarán a realizar sus pruebas. Los resultados los tendré esta tarde. Entonces ya decidiré si le doy el alta o se queda aquí más tiempo. Compórtese bien. - Le dijo Harry con una sonrisa antes de retirarse - Hasta luego.

Después de esa visita, Harry se dirigió a la habitación donde estaba Zacharias Smith. Harry sabía que el chico siempre fue un idiota. El motivo de su ingreso al hospital solo se lo confirmó. ¿A quién se le ocurría volar en escoba tras haberse drogado? Ya tenía una respuesta: un idiota.

- Buenos días, señor Smith. ¿Cómo se encuentra? - Preguntó Harry.

- ¿Cómo crees que me voy a encontrar? - Se quejó Smith mientras que Harry leía su informe y Emma ayudaba a Smith a acomodarse. - ¿Cuándo voy a salir de aquí?

- Su lesión es muy grave, por lo que tendrá que quedar en observación unos días más, además, todavía le tengo que hacer unas pruebas.

- ¿Qué coño estás esperando? Hazlas de una vez, inútil - Le gritó Zacharias.

- Lo primero que va a hacer es calmarse, no le he faltado el respeto por lo que usted no me lo tiene que faltar a mí. No voy a tolerar ninguna falta de respeto hacia mí o hacia cualquier miembro del personal de este establecimiento. Y en cuanto a irse a su casa, siento mucho decirle que no depende de mí, sino de los aurores. Volar en escoba tras haber tomado drogas y alcohol es penado por la ley. - Y dirigiéndose a Emma, dijo - Que le hagan todas las pruebas que le faltan. Cualquier novedad, me avisas. ¡Qué tenga un buen día, señor Smith! - Añadió Harry con una sonrisa falsa antes de irse.

Por último, solo le quedó pasar por la habitación de Pansy. Cuando Harry se acercó para verificar los signos vitales de su paciente, ella empezó a moverse. Harry se acercó para comprobar cómo se encontraba y ver si ya despertaba. Poco a poco fue abriendo sus ojos. Cuando lo consiguió, la luz la deslumbró por lo que soltó un quejido y los volvió a cerrar.

- ¿Dónde estoy? - Preguntó Pansy.

- Tranquila, señorita Parkinson. Está a salvo. Está en un hospital. Intente abrir sus ojos, ya he bajado la intensidad de la luz. - Le informó Harry con suavidad para que ella se mantuviera tranquila.

Unos minutos después, Pansy abría sus ojos. Al mirar a su alrededor vio que se encontraba en una habitación de paredes blancas, que tenía un armario y una mesa pequeña. Sabía que quien le haya hablado no le había mentido. Hablando de eso, su voz le sonaba bastante. Cuando se giró se encontró con la última persona que pensó que podría ser su médico.

- ¿Potter?

El joven asintió.

- ¿Qué haces aquí? - Le preguntó con la voz ronca.

- Soy el médico que lleva su caso. La encontré golpeada y ensangrentada en un callejón. ¿Recuerda lo que le pasó? - Preguntó Harry.

- Prefiero no hablar de ello - Se limitó a responder Pansy.

- No le pregunto por invadir su privacidad sino por saber si sufre de amnesia o de otro problema. Recibió un golpe muy fuerte en la cabeza.

- Lo siento. Y sí recuerdo todo. - Contestó la morena.

- Esa es una buena noticia. Usted tenía varias costillas rotas y algunos moretones y arañazos. También sufrió un golpe fuerte en la cabeza. Por cierto, no le he preguntado, ¿le duele?

- Un poco - respondió Pansy mientras intentaba acomodarse mejor.

Harry se apresuró a ayudarla a sentarse bien, le acomodó unas almohadas en su espalda y las mantas para que no sintiera frío.

- ¿Puedo tener un vaso de agua?

Harry le trajo un vaso de agua que Pansy se bebió con rapidez. Sentía que se moría de sed. Harry estaba teniendo mucho cuidado a la hora de tratar a la joven ya que no quería alterarla. Le parecía muy raro que todavía no le haya echado.

- En un rato, vendrán a traerle el desayuno. Luego, le haremos unas pruebas para asegurarnos que todo va bien. - Ese mismo momento, entró una enfermera a la habitación con una bandeja que contenía el desayuno de la paciente. - La voy a dejar desayunar tranquila. Nos vemos en un rato. ¡Qué le aproveche! - Dijo Harry con una sonrisa antes de retirarse.

Pansy lo miró extrañada. ¿Por qué se comportaba bien con ella? ¿Por qué la salvó? ¿Por qué se dirigía a ella de forma respetuosa? La chica sentía que se moriría de la vergüenza. Hace unos años, ella quiso entregarlo al innombrable para que lo matara. En vez de echarle en cara lo que le quiso hacer, se preocupa por ella, le salva la vida y la cuida. Se esperaba cualquier cosa menos un trato amigable de su parte.

Antes de que Harry pudiera salir, Pansy le llamó.

- ¡Potter!

El chico se dio la vuelta y la miró. Pansy no pudo evitar perderse en aquellos ojos verdes preciosos que siempre caracterizaron al niño que vivió.

- Dígame, ¿necesita algo?

- Nada, solo quería agradecerle por lo que hizo por mí. - Dijo ella con la cabeza baja.

- No hay de qué. Es mi trabajo y lo hago encantado. Nos vemos luego - Respondió con una sonrisa antes de irse de la habitación.

Pansy se quedó en su cama pensando. Mientras desayunaba, se puso a reflexionar sobre su vida.

A lo largo de los últimos cuatro años, Pansy vivió muchas situaciones que le hicieron darse cuenta de que muchos de sus comportamientos no eran adecuados.

Ella era siempre la que hablaba mal a las personas, ella ordenaba y los demás tenían que cumplir. Siempre se comportaba de forma cruel, altiva y despiadada. Era lo que se esperaba de ella. No obstante, después de todo lo ocurrido, descubrió que aquella horrible actitud no le llevaría a ningún lado.

Ya no quería que la temieran.

Ya no quería que la odiaran.

Quería vivir feliz y salir adelante.

Lo único que esperaba es que le dieran una segunda oportunidad para demostrar que podía ser buena persona.

Era lo único que buscaba. Por eso volvió a Gran Bretaña. Quería empezar de nuevo y demostrar que si podía cambiar como se propuso.

Se lo prometió a sí misma y lo hará.

Una segunda oportunidad || Hansy PAUSADA TEMPORALMENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora