Ensayos

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El verano había transcurrido tranquilo. Los tres meses de vacaciones se habían hecho muy cortos para unos, y muy largos para otros. Uno de los que pensaba así era Trafalgar Law, que se había ido como siempre con su padre a la montaña. A ambos les gustaba el clima templado del lugar en esa estación, aunque en invierno también volvían para disfrutar del frío y la nieve. Law había nacido en la ciudad, pero extrañamente se sentía conectado con el norte. Y como se había ido de vacaciones con su padre no pudo ensayar apenas con Kid. Oh, su adorable pelirrojo. Cada día que pasaba se sentía más y más enamorado.

Pero por fin habían comenzado las clases de nuevo, y volvería a ver al rockero porque las bandas habían quedado en ensayar todas las semanas en el South Blue High School después de las clases, ya que, como eran una banda más consolidada, podían disponer de las instalaciones cuando quisieran. Sin embargo, para desilusión del moreno, todos allí conocían su amor por Kid salvo el propio Kid, que vivía en su mundo. Aunque esto tampoco era culpa suya, pues Law no se atrevía a confesarle sus sentimientos.

Y esa tarde, como casi todas, las tres bandas estaban ensayando como de costumbre en el instituto de los rockeros, en una sala habilitada con un par de sillas solo para que los instrumentos cupieran perfectamente.

–Oye –apuntó Nami con cara de fastidio–, ¿qué pensáis sobre eso?

–¿Eso? –preguntó Sanji sin comprender a su pelirroja amiga.

Eso de ahí –dijo señalando a la parejita feliz. Ahí estaba Kid enseñando a Trafalgar a tocar la guitarra, como le prometió el día del concierto. Pero claro, Law estaba más pendiente del profesor que de sus enseñanzas, sobre todo ahora que iba bien arreglado con el uniforme escolar. Le quedaba como un guante.

–¿Todavía no avanzan? –preguntó el rubio con algo de sorna, aunque sabía de sobras la respuesta. Como todos allí.

–¡Agh, no! –exclamó la mujer exaltada, pero sin llamar demasiado la atención–. ¡Y me ponen de los nervios cada vez que los veo!

–Pobre Law –intervino Bonney–. Lo siento por él, parece que será un amor no correspondido para siempre.

–Es que Kid es un despistado y no se entera de nada –dijo Luffy con mucha seriedad, cruzando sus brazos, como si sus palabras fueran una verdad absoluta.

–¡Tú no eres quién para hablar! –le gritaron todos alrededor suyo, pero al moreno pareció no importarle. Él era feliz siendo así.

–Me pregunto si podríamos hacer algo... –continuó la pelirroja en su mundo–. Como crear una ocasión especial o una oportunidad para Law...

–¡ESO ES! –exclamaron Bonney y Luffy a la vez entusiasmados. Eran tan amigos que, en una milésima de segundo, sus mentes se habían puesto a maquinar lo mismo, ignorando las caras de sorpresa de unos, de miedo de otros, y el suspiro acusador de Killer, quien había permanecido callado escuchando la conversación para proteger (si fuera necesario) a su mejor amigo.

Los grupos continuaron ensayando, y cuando hicieron un descanso, los amigos vieron el momento perfecto para poner su plan en marcha. Nami, que era la cabeza pensante allí (a falta de Robin que había salido con Franky), fue la encargada de pensar un plan y organizar los cometidos de todos para que saliera según lo previsto. Luffy y Drake fueron a por unos zumos para todos a una de las máquinas expendedoras del pasillo, y por supuesto, pidieron ayuda a Kid mientras el resto se quedaba en la sala.

–Sólo estáis comprando zumos –se quejó el pelirrojo, le habían apartado de su dulce chico de canela–. ¿No podíais hacerlo vosotros?

–Estamos comprando para mucha gente, así que necesitamos a alguien para que nos ayude a llevarlos –sonrió Luffy despreocupado mientras sacaba los zumos de la máquina y se los iba pasando a Drake y Kid–. ¿Y cómo va Law? ¿Está mejorando?

Rocker's romanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora