Corazón roto

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Ser adolecente no era fácil, no, no lo era, y eso los dos jóvenes lo sabían, con los años llegaron cambios y con ellos muchas peleaban y hasta llanto. Según Jack estaban entrando en la etapa de “rebeldía” y por eso su hijo mayor se escapa en las noches para ir a tocar su guitarra en bares de mala muerte, pero eso el no lo sabía y no podía decir nada hasta que el mismo lo descubriera.

Solo se llevaban un año de diferencia y  había muchas diferencias pero la que más resaltaba era que rogelio era más sentimental y desde pequeño necesito más cuidados con lo respectivo a su salud mental.

Segismundo era más liberal y no se perdía en algo que consideraba tonto a su edad, si el amor, el no quería tener correas o algo que lo detuviera a ser feliz y a hacer lo que el quisiera, pero su hermano no era igual.

El era más romántico, creía en el amor a primera vista y le gustaba las películas románticas, cada sábado hacia maratón de estás con su tío Horacio. El era un chico muy enamoradizo y no podían culparlo, había crecido escuchando historias de amor tan hermosas y trágicas que la idea de amar a alguien le era simplemente maravillosa.

Pero los padres temían mucho que su pequeño hijo se enamorara por qué detrás de cada hermosa historia había un lado oscuro y frío y sabían lo débil que era respecto a sus sentimientos, temían que llegara alguien y le rompiera el corazón y este sufriera.

No importaba cuánto su hijo les asegurará que estaría bien, ellos seguían teniendo miedo no era fácil querer soltar a su bebé después de años ayudándolo con los ataques de ansiedad que sufría, recordaban los gritos y el llanto, a su hijo asustado como nunca.

Hay cosas que los padres nunca podrían olvidar y eso los hacia ser más protectores con el, pero no quitaba que quisieran que viviera su propia vida, el tenía que enamorarse y sufrir, no podrían siempre evitar que el no llegara a sentir dolor.

Muchos creían que era Gustabo el padre que más se preocupaba pero no era así, Jack era demasiado ansioso cuando se trataba de sus hijos, el sabía lo que era sufrir y solo la idea de que sus hijos pasaran por lo mismo lo aterraba.

Siempre detrás vigilando que todo estuviera en orden, que nada les atormentara, que no hubiera secretos, aunque habían muchos y no se enojaba por ello, sus hijos tenían todo el derecho de no querer contarles cosas.

Eran muy comprensivos con ellos y hacían lo que podían para ponerse en su lugar y poder ayudarlos.

Rogelio casi no guardaba secretos como su hermano, a él le gustaba contarle a sus padres todo o bueno casi todo. Entonces cuando su hijo llegó a su casa sin correr a la cocina para abrazar a sus padres fue demasiado raro.

Simplemente azotó la puerta y subió corriendo a su habitación para encerrarse toda la tarde, y no permitir que nadie entrara, con excepción del perro de la familia ivadog, que al sentir el triste aroma que el joven emanaba se sentó frente a la puerta para soltar quejidos y arañar esta misma.

El joven solo abrió la puerta lo suficiente para que el canino entrara, rápidamente el perrito se subió a su cama y después de dar tres vueltas se hecho con sus orejitas abajo esperando que el joven lo mimara.

Rogelio se volvió a recostar y mientras acariciaba la cabeza de su fiel amigo volvió a sollozar, ivadog se acercó más hasta que su hocico quedará recargado en la mejilla del joven, empezó a llorar más fuerte mientras abrazaba al canino y este solo que dejaba hacer, quería que su amigo dejara de oler tan triste.

Afuera se podía ver a los dos padres preocupados y un poco ofendidos, que dejara entrar al perro y no a ellos si les había dolido. Segismundo se apareció en su campo de visión con su guitarra en mano, se sentó en el suelo con su espalda recargada en la pared y empezó a tocar la canción que el mismo le había compuesto a su hermano para los momentos dónde se sentía mal.

Los padres sonrieron y con una mirada se pusieron de acuerdo, Jack bajo a la planta baja para tomar el teléfono y llamar a la comisaría para decir que se ausentaría toda la tarde, Gustabo se sentó al lado de su hijo y empezó a cantar lo suficientemente alto para que su hijo lo escuchará pero que no fuera muy molesto para los que estaban cerca suyo.

Rogelio poco a poco se fue calmando hasta que ya no habían lágrimas, escucho la canción atentamente y mientras pasaba el tiempo se empezaba a quedar dormido, cuando la música paro ya se encontraba en un profundo sueño y más tranquilo.

Jack sacó una llave de su bolsillo y abrió la puerta, los tres se aseguraron de que todo estuviera bien para volver a cerrarla, segismundo dejo todo a sus padres y fue a su habitación para hacer sus tarea y las de su hermano.

Gustabo se adentro al cuarto de su hijo y sin despertarlo se acostó a un lado suyo para arrullarlo, acariciaba su cabello y le cantaba bajito al oído, Jack acercó una silla al otro lado y se quedó sentado observando su esposo calmar los sueños de su hijo.

Sonrió al verlos, nunca había amado tanto como los amaba a ellos, eran su vida y haría de todo para mantenerla feliz y unida. Pasaron la horas y Rogelio empezó a despertar, empezó a removerse hasta quedar acostado boca arriba, sintió unas caricias en su cabello miro hacia un lado y pudo ver a su padre mirarle con cariño.

Sus ojos se llenaron de lágrima y lo abrazo con fuerza siendo recibido por cómodos brazos de su padre, Gustabo susurraba palabras de amor y cariño para calmarlo, seguía acariciando el cabello de su pequeño mientras lo calmaba.

Pasaron otros minutos y al fin podían hablar, los padres hacían preguntas y solo recibían movimientos con la cabeza, no quería hablar de ello.

Jack se subió a la cama con cuidado para no molestar al canino que se encontraba en los pies de su hijo, limpio las lágrimas secas de sus mejillas y le acercó un pañuelo para que se secara la nariz, empezó a hacer pequeños círculos en su nariz como cuando era un bebé, lo hacía cuando el pequeño estaba apuntó de llora.

Hacia los pequeños círculos por su respingada nariz, Rogelio daba pequeñas risas por qué siempre le había dado cosquillas cuando su padre hacia eso, alejó su mano y palmeo el hombro de su hijo, le dio una mirada llena de cariño.

Rogelio entendió eso y suspiro, empezó a relatar todo lo que había pasado en la escuela, de cómo llevaba mucho tiempo enamorado de una persona y creyó que era recíproco pero no era así, fue rechazado frente a sus amigos y aunque nunca quiso dañarlo con sus palabras no pudo evitar que el corazón de Rogelio se rompiera.

Le sonrió a sus amigos y se despidió con rapidez para dirigirse corriendo a casa donde se sentía seguro, para poder llorar lo que el quisiera.

Sus padres le abrazaron y hablaron con él sobre el amor y sus contras, le explicaron que era totalmente normal sentirse así, pero que no podía mantenerse triste mucho tiempo, había cosas más hermosas en las que perder el tiempo, pero aún así prometieron respetar el tiempo que el creyera necesario para sentirse mejor.

Le dieron un pequeño besito cada uno en sus mejillas y con unas últimas palabras se retiraron prometiendo traerle algo para comer, Rogelio volvió a recostarse y cerrar los ojos, no tenía hambre pero sabía que lo harían comer.

Escucho la puerta abrirse y como sus sábanas eran levemente alzadas para luego dejar algo ahí, no abrió los ojos hasta que escucho la puerta nuevamente ser cerrada, jalo las sábanas para ver lo que habían dejado bajo ellas.

Quedó mudo al ver lo que estaba ahí, una pequeña risa salió de sus labios y tomó el objeto con cuidado, la fiel cabra de su hermano se encontraba con el, tenía ya varios parches y costuras por el tiempo pero seguía igual de bonita.

La abrazo a su pecho y con una sonrisa en la cara volvió a dormir mientras esperaba sus padres. Su hermano siempre lo cuidaba y este era uno de los actos más bonitos que había hecho por el.

Tenía una familia tan maravillosa, siempre cuidandolo y apoyándolo cuando los necesitaba, los quería mucho y toda su vida estaría muy agradecido.

Recordó las palabras de su padre.

“Algún día encontrarás a la persona indicada que te amara siempre y con todo su corazón”.

El no esperaba que la encontraría en la casa de al lado.

Carolcons

18/06/2020

La dura tarea de ser papáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora