Vecinos

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Rogelio acomodaba su escritorio que ya se encontraba muy desordenado después de horas haciendo sus deberes escolares, estaban en vacaciones y a una semana de regresar a clases, le ponía feliz la idea de ver a sus amigos otra vez.

Cuando estuvo satisfecho se volteo y empezó a dirigir su mirada por toda su habitación buscando algo que tuviera que ordenar, todo estaba limpio y en su lugar así que se encogió de hombros y se acercó a su librero dónde tomó uno de sus libros favoritos.

Se lo había leído tantas veces que ya se lo sabía de memoria, descalzo se dirigió al asiento acolchonado que tenía en su ventana, la abrió dejando que la brisa fresca entrara y refrescará su rostro.

Recargo su espalda en una de las paredes y empezó su lectura, siempre que leía se perdía en su mente imaginando los diferentes escenarios y como serían las expresiones de los personajes, era como una televisión en su cabeza.

Estaba a dos hojas de su parte favorita cuándo un ruido le llamo la atención, colocando su dedo entre las hojas cerró un poco el libro, volteo su rostro hacia la derecha y pudo ver cómo un gran camión se estacionaba frente a la casa de al lado.

Alzo su vista un poco y pudo ver un auto que se acercaba en la misma dirección que aquél camión, de este bajo un señor con un sombrero en su cabeza, podía asegurar que no se encontraba de un buen humor.

Le vio acercarse al conductor del camión para hablar, su interés se vio dirigido esta vez a los otros dos hombres que se bajaban del auto, eran más jóvenes que el señor pero mayores que el.

Parpadeo un poco cuando miro sus rostros, eran idénticos.

-Gemelos- murmuró

Uno de los gemelos tenía un sombrero igual que el del señor con cara de querer matar al conductor, el otro tenía el cabello largo y era sostenido por una liga. Cerró su libro por completo y estirándose un poco lo colocó a sus pies.

Regreso su mirada a la familia pero su mirada chocó con la de uno de los gemelos, este le sonrió y se quitó el sombre en forma de saludo, Rogelio se avergonzó y rápidamente se levantó de su lugar y cerró la ventana, sin darse cuenta que por la rapidez su libro se había caído.

Pasaron varias horas después y la cena llegó, se encontraba sentado en el suelo mientras miraba la televisión, su hermano había ocupado todo el sillón mientras tocaba su guitarra, realmente no le molestaba pero si trasero agradecería estar en un lugar blando.

Sus padres se encontraban en la cocina terminado de preparar la cena de esa noche y ellos solo tenían que quedarse sentados sin hacer nada que provocara fuego, solo había sido una vez y creía que sus padres exageraban.

Escucho el timbre sonar y suponiendo que ni sus padres o su hermano irán se levantó para acercarse, camino hacia la puerta mientras hacia una nota mental de ponerse unos zapatos ya que el piso estaba demasiado frío.

Abrió la puerta y el rostro de su vecino fue lo primero que vio.

-Oh eres el chico de la ven-

Cerró con fuerza la puerta ganándose una mirada extraña de su hermano que se había acercado tiempo después.

Con rapidez se quitó su suéter favorito de cabras y se lo lanzó a su hermano, acomodó la camisa que tenía debajo ya su pantalones, acomodo un poco su cabello y abrió la puerta.

-Perdón, nuestro gato se quería salir- dijo mientras se recargaba en el marco de la puerta.

-Nosotros no tenemos gato- dijo segismundo y así ganándose una mirada de odio.

-No sé preocupe, mi padre les manda esto- estiró sus manos dónde tenía una cazuela- es un platillo tradicional de dónde venimos, pica un poco- le sonrió.

-Oh pues gracias- la tomo para después pasársela a su hermano- Gracias a tu padre y a ti-.

-En realidad este joto de aquí lo hizo- una segunda voz se escuchó- quería un pretexto para ver al niño bonito de la ventana- dijo sin interés mientras se acomodaba el cabello.

-No le hagas caso, es un pendejo y no sabe lo que dice- dijo con seguridad mientras le daba una patada a su hermano.

-Bueno los dos tenemos hermanos idiotas- le sonrió con un leve rubor en sus mejillas.

-Eso parece- le sonrió.

-Tenemos que regresar joto- se quejo Emilio.

-Ya voy- se volteo para ver a su hermano- ah una última cosa- rebuscó entre su chaqueta- se te cayó- le tendió su libro.

-Ni siquiera me di cuenta, gracias- dijo cuando lo tuvo en sus manos.

-Tienes buenos gustos, es mi libro favorito- le sonrió- tengo que irme ese wey no para de quejarte- se despidió.

Rogelio lo siguió con su visita hasta que ya no lo tuvo más a su alcance, cerró la puerta de la casa y se adentro un poco con su mirada en el libro que tenía en sus manos, segismundo le miraba analizando los movimientos de su hermano.

Se quedó más extrañado cuando lo vio dar varios saltos y subir corriendo las escaleras mientras daba pequeños chillidos.

-¿Qué sucede?- Gustabo pregunto al aire con su vista también en la escalera.

-Rogelio conoció al vecino- contesto.

Carolcons

31/07/2020

La dura tarea de ser papáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora