Capítulo 3

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¡Disfruten!

Capítulo 3

~*~

Por supuesto, así como cuando comenzaron los síntomas, estos han persistido y las incomodidades no siempre les hace sentirse plenamente felices. Sam siendo quien los experimenta, en su mayoría; y Dean, sufriendo porque si hay algo que no puede tolerar en la vida es ver a su amado hermano en dolor.

Aquella mañana le han despertado los quejidos entre sueños del castaño, el mayor Winchester le despertó con suavidad, preocupado por el origen del dolor. Están sobre la doceava semana de embarazo, por lo que las amenazas de aborto natural todavía son latentes, así que al mínimo cambio en el comportamiento de su amante le ponía en alerta.

― Sam, ¿dónde te duele?

― Ng, aquí. ― Se quejó, medio adormilado y muy incómodo, señalando su abdomen y buscando encogerse de nuevo en posición fetal.

― ¿Es insoportable? ¿Se siente diferente a otros dolores? ¿Debo llamar a Cas?

― Muchas preguntas. ― Murmuró el castaño, cansado también.

Esa noche apenas ha conseguido conciliar el sueño por la incomodidad que había comenzado a medianoche y prevaleció por horas, dejándole dormitar apenas.

― Lo siento. Espera aquí, mejor llamo a Cas.

El rubio salió de la habitación para llamar al ángel, que no tardó ni un segundo en aparecerse por ahí. Las ventajas de no necesitar dormir. Aunque verlo en pijama y con el cabello desordenado, tampoco le parecía lo más normal.

― ¿Qué sucede?

― Sam tiene dolor abdominal. Sé que puede ser parte de los síntomas en este mes, pero todavía me preocupo. ¿Deberíamos visitar a su doctor?

― Su doctor tuvo un incidente anoche, no está disponible.

― ¡Qué! ¿Cómo pasó?

― Con Crowley hemos pensado que fue simplemente eso, un accidente. Nada de cosas sobrenaturales en el medio.

― ¿No le tenías vigilado?

― No. Dean, ya te lo había dicho, manipular la memoria de una persona continuamente no es prudente. Así que tengo una lista de otros posibles doctores y doctoras para seguir el embarazo de Sam, soy yo quien tiene toda la información de su progreso. Ahora mismo podemos visitar a una doctora en el otro lado del planeta.

El rubio achicó la mirada.

― Te veo muy relajado, y yo estoy que me trepo por las paredes.

― Es porque no creo que Dios permita que el bebé que ayudó a concebir sufra. Y el dolor que percibo en Sam es, natural. Me recuerda a cuando estaba con Kelly.

El rubio gruñó, pero había un punto ahí, Castiel ya ha pasado por esta experiencia, estuvo con la mamá de Jack durante sus últimas semanas de embarazo, que además deben ser las más estresantes.

― No es así, Dean. Todo el embarazo puede ser una tensión constante.

― ¿Desde cuándo lees el pensamiento?

― No lo hago. Tú has pensado en voz alta.

Ambos hombres entraron en la habitación de la pareja, Sam estaba dormitando de nuevo, en posición fetal y con el rostro cruzado por una sombra de dolor. El rubio se acercó con cuidado, tratando de no despertarle, pero queriendo estar cerca, compartir el calor y hacerle saber, de alguna manera, que estaba con él.

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