PRÓLOGO

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―¿Qué es esto, Bright?


Frente a él, su esposo, con quien llevaba cinco años casado, se limitó a suspirar de forma cansina, sin alejar el sobre que le tendía sobre la mesa.

Win le miraba, confundido, sin tomar el sobre. ¿Acaso Bright se le había adelantado?

¡Si se suponía que el tema de la adopción sería una sorpresa!

―Win, sólo léelo ―dijo Bright con voz suave.

Arrugó el ceño levemente, decepcionado un tanto de que Bright lo hubiera llamado por su nombre y no por los dulces sobrenombres que a veces le decía y no usaba desde hace meses. Win sabía que las cosas no estaban bien, no era idiota, llevaban peleando por lo menos desde hace más de seis meses por cualquier estupidez, además de que no habían hecho el amor desde hace dos, y eso lo estaba asustando demasiado.

Porque, por mucho que peleara con Bright, Win lo seguía amando, así como sabía que Bright lo amaba. Unas peleas eran normal en una relación de pareja, ¿no es así?

Aunque claro, pelear cada día hasta porque no había papel higiénico en el baño no era normal.

Sus manos picaron mientras sostuvo el sobre.

Sumado al tema de las peleas y de que no se habían tocado de forma carnal, estaba la frialdad, el vacío, la indiferencia. Como Bright trabajaba en una empresa de construcción y Win era pediatra, apenas tenían tiempo para verse o salir juntos, para tener un tiempo a solas.

¿Cuándo fue la última vez que salieron a cenar?

No lo recordaba bien.

¡Pero estaba bien! Ya era hora de solucionarlo, y luego de haberlo pensado tanto, ¡Win tenía una idea maravillosa!

Se le había ocurrido mientras jugaba con la hija de Gun, Jennie, y la pequeña le había dicho que debería darle un primito con el que jugar. Luego había recordado su época universitaria, cuando estaba saliendo con Bright, y ambos habían dicho que una vez casados, llegaría el momento de adoptar a un niño que alegrara sus vidas.

Con el paso de los años, esa promesa había sido olvidada, sin embargo, Win quería cumplirla ahora. ¡Un niño podría volver a acercarlos!

Y, al parecer, Bright se le había adelantado.

¡Si él también tenía los papeles de adopción que la asistente social le había entregado para que leyeran y se informaran del proceso!

Tranquilamente, sacó lo que había dentro del sobre.

Arrugó los labios cuando notó que era sólo un papel.

Sus labios temblaron al leer la primera frase, así que levantó la vista.

―¿Qué es esto, Bright? ―repitió con la voz quebrada.

Los ojos de Bright, su marido por cinco años, su novio durante tres años, el único hombre que había amado con tal profundidad, eran fríos, helados, indiferentes.

―Una carta de divorcio. Lo siento, Win, pero ya no te amo.



 Lo siento, Win, pero ya no te amo

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Apego [ BrightWin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora