5.

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Clara Espinoza.

Caminaba por las calles del barrio donde Valentín me indicó que vivía, era un barrio muy humilde.
Me sorprendía que siempre que pasaba por alguna casa, las personas que estaban afuera sonreían y saludaban aunque no te conocieran.
Observaba a los más chiquitos jugar a la pelota, a los más grandes tomando mates y a los adolescentes tomando un vino en carton sentados en la vereda mientras se reían y escuchaban música.
Después de caminar unos quince minutos, encontré esa casa azul que Valentín describió a la perfección.
Golpee y mientras esperaba que me abrieran observaba un poco más lo que había a mi alrededor.

-¿hola?-

-Hola señora, un gusto.-

-Disculpe señorita, no la conozco, ¿esta perdida?-

sonreí por la ternura en su voz.

-No, no estoy perdida, vengo por su hijo Valentín.-

noté como su sonrisa desaparecía y como su rostro se tensaba.

-Perdón, no lo veo hace días.- respondió con la mirada baja.

-Soy su abogada, vengo a entregarle una carta que el escribió.

-¿En serio? ¿donde esta? pase señorita. Perdone por el desorden. -dijo mientras se hacía a un lado para abrir la puerta.

-Valentín está preso, va a estar dos años. No hizo nada malo, se le juntaron todos los delitos. Soy la abogada del penal y me pidió que le trajera esta carta.-

Saque con cuidado la carta de mi bolso y se la entregue.

-Gracias señorita, siéntese, ¿quiere algo de tomar?-

-Bueno, si, cualquier cosa.-

-¿Quiere unos mates?-

-Tutéeme, no hay problema, y si con mucho gusto acepto unos mates.- sonreí.

(...)

-Y bueno, Valentin siempre fue muy rebelde, siempre que podía defendía a sus amigos. Y el tema es que sus amigos andaban en cosas serias.-

Asentía a cada cosa que ella me contaba sobre Valentin.

-¿Te molesta si leo la carta?-

-Para nada, léala tranquila.-

Observaba de reojo como Maia leía la carta que su hijo le escribió, observaba cada sonrisa que emitía y cada suspiro que largaba.
Estuvo leyendo y releyendo esa carta unos siete minutos.

-Valen tiene razón.-

-¿Sobre que cosa?-

-Que pareces una persona muy buena y muy dulce. También, dice que sos muy bonita y que tu sonrisa ilumina los días grises.

-¿Eso dice?- dije intentando ocultar el tono rojizo de mis mejillas.

-Si, eso mismo.- dijo mientras reía. -Valentín escribe muy bien, es muy expresivo. le gustaba escribir cuando era mas chico, en esa cajita de ahí - dijo apuntando a una caja forrada de papel verde un poco gastada -tengo todas sus cartas. son más de diez, es muy tierno.-

-Que lindo. Deben ser cartas muy lindas, Valentín tiene una manera muy linda de ver el mundo.-

-Es realista, ve el mundo tal cual es.- sonrío.

Sonreí, divisé la hora y supuse que era hora de volver a el penal.

-Le agradezco por los mates y por haberme abierto las puertas de su casa Maia, que tenga buena tarde.-

-No es nada, mándale un abrazo muy fuerte a Valentin y decile que me envíe cartas cuando quiera. Podes venir cuando quieras, sos bienvenida.- sonreí.

(...)

-Estaba muy contenta, leyó la carta con mucha emoción.-

Valentin sonreía mientras me escuchaba hablar.

-¿Le hablaste de mi en la carta?-

Sus ojos se conectaron con los míos, por primera vez desde que lo conozco pude observar el profundo e intenso color celeste que había en ellos.

-Si, le comenté que eras mi abogada.-

-Y que era linda.- dije riendo.

-Si, es verdad, sos re linda.- dijo riendo.

Por inercia una sonrisa se formó en mi cara, Valentin era muy bueno, era especial.

rejas; wos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora